La calidez del invierno

03

 

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Siendo honesto, no me sorprendió cuando Amanda apareció frente a mí con el maquillaje corrido. De inmediato supe que hacer: extendí mis brazos y hasta que ella se acurrucó en mi pecho, le di unas palmaditas en la espalda.

—¿Qué fue esta vez?

—El puto de Omar ya tiene novia —dijo entre sollozos—. Nada más quería jugar conmigo.

No supe qué decir, así que me limité a consolarle con caricias. Mis palabras de aliento se agotaron meses atrás, cada vez que ella llegaba hacia mí y lloraba porque un nuevo chico le había roto el corazón. El problema era que Amanda se ilusionaba muy rápido y no se paraba a analizar a los hombres a los que se acercaba.

—¿Será por mi cuerpo? ¿No me tomarán en serio porque estoy gorda?

—Oye —la interrumpí de golpe, separándome un poco para mirarle la cara—. No te menosprecies, menos si es a causa de un hombre, ¿está bien? El único problema es su pequeño cerebro primitivo que busca satisfacer sus deseos más bajos. Tú vales más que eso, ¿está bien?

Amanda sorbió su nariz y asintió. Intentó limpiarse las lágrimas.

—Gracias, Dai. Siempre sabes qué decir. —Se sorbió la nariz—. Prometo que esta vez ya no perderé el tiempo con esos inútiles y me centraré en las cosas importantes.

Le di una pequeña sonrisa.

—¿Ya le dijiste a tus papás lo del grito? —preguntó.

—Ah… No, todavía no. He estado un poco ocupado con lo del ensayo, ya sabes…

Ella hizo una mueca.

—¿Cómo? ¿Todavía no lo terminan? Mañana es la entrega.

—Lo sé —suspiré y cerré los ojos con fuerza—. Hubo un par de cosas y apenas ayer lo comenzamos. Hoy lo terminaremos.

—¿Seguro que les dará tiempo? —preguntó con delicadeza.

—Espero… Sí, ya solo nos falta la revisión final.

Gracias a que me desvelé con las tareas pendientes y esa investigación —porque me encantaba dejar todo para último momento—, avancé mi parte del trabajo. Ahora lo único que restaba era que Muñoz puliera la información. Podría fácilmente desentenderme del ensayo y enviarle un mensaje con que yo terminé, sin embargo, tampoco era tan ruin como para dejarlo a su suerte.

 

 

 

────────❅───────

No mentiré: había deseado que Cristian estuviera ahí. Desde que ingresé al apartamento de mi compañero, mis ojos escrutaron el interior con urgencia, pero el chico de cabello rizado y carácter envidiable no se encontraba dentro.

—¿Hoy quieres hacerlo en la mesa? —preguntó mi anfitrión.

Parpadeé un par de veces antes de fijarme en la mesilla ubicada frente a la barra que separaba la pequeña cocina de la sala. Ahí la laptop de Muñoz permanecía abierta.

—Ah, este… Sí, por supuesto.

No fui capaz de mirarle. Todavía estaba ofendido por la forma en que trató a Cristian el día anterior.

—La otra se rompió —dijo de la nada— y hasta ahora me trajeron esta, por eso…

—Está bien —le corté y me acomodé en la silla. Luego, como siempre, Huang imprudente salió de su oscuro escondite—. ¿Cristian no vendrá hoy?

Muñoz me analizó por un momento, tal vez extrañado porque mis deseos de ver a alguien que apenas conocí fueran así de intensos. O quizás era un celoso maniático que no soportaba que alguien intentara fijarse en su pareja no oficial. Y como mi discurso sobre olvidar los prejuicios se debilitaba cada vez que cruzaba palabras con él, me permití pensar que se trataba de la segunda opción.

—No —se limitó a responder y devolvió la mirada a la pantalla de su computadora.

Hice un mohín antes de acercarme para mirar lo que llevaba escrito. Me atreví a hablar solo lo necesario, corrigiendo especialmente la conclusión. La profesora Gaby solía ser demasiado exigente en ese aspecto y por suerte yo nací con una habilidad de oratoria envidiable.

Mi compañero ya parecía estar cansado cuando le pedí que volviera a cambiar el último párrafo, mientras le daba sugerencias que él decidió escuchar. Cuando terminamos, me alejé de inmediato y tomé mi mochila.

—Será mejor que me vaya —dije con la mirada sobre el USB—. Me llevo el trabajo, así no tendrás que cargar con él.

—¿No quieres comer algo antes?...

—No gracias —le interrumpí—. Cenaré con mis padres. Nos vemos mañana.




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