Capítulo 9

Se decía que Itsasne era la tierra de los dragones, que en el ADN de sus habitantes estaba la existencia de tan misterioso espécimen. Nadie sabía si realmente habían existido, y si fue así, se desconocía porque habían desaparecido. Pero cuando las trompetas sonaron anunciando guerra, y el rey de la nación hizo un pacto con el dios de la muerte, se llevó a cabo el banquete por la corona negra y cuando todos finalizaron su plato, las alas negras detrozaron las espaldas de quienes habían consumido carne maldita y sus manos se convirtieron en garras para desgarrar a sus enemigos.

Me escabullí dentro de la biblioteca secreta de la isla y después de ser saludada alegremente por las sacerdotisas me sentí un poco tonta, resulta que no era necesario tanto secretismo porque era bien recibida. Pero, había sido divertido intentar no ser descubierta y me permití reir un poco al respecto. Fui a la sección de historia en busca de darle sentido a mis visiones. Encontré algunos libros sobre Itsasne y otros sobre Herensuge y las sacerdotisas. No había mucho sobre los monjes y eso me pareció sospechoso en cierta medida. Fui a donde la encargada cuando elegí algunos libros y me hizo feliz saber que podría llevarlos conmigo. Así que salí del lugar con ellos y terminé encerrada en mi habitación por toda la tarde, aunque en medio de ella fui interrumpida por Cosmin.

—Yo también quiero respuestas —fue lo que dijo y me apiadé de él, así que lo dejé entrar a la habitación llena de libros, obviamente no podía leerlo todo en una tarde. Más tarde llegó Niall y nos ayudó a revisar unos libros.

—Aquí habla sobre los poderes de las sacerdotisas —señaló Niall cuando atardecía y me acerqué a él de inmediato —, premoniciones, levitación… Ah, no todos tienen los mismos poderes —leyó.

Tomé el libro de sus manos y leí la página entera, Niall no presto mucha atención y siguió con otro libro, como si ya hubiera cumplido su misión con el que tenía en mis manos. Terminé por leer cinco páginas enteras, y descubrí: las sacerdotisas eran las princesas del reino Itsasne, a quienes se les prohibía casarse para que sus poderes no fueran parte de otra familia además de la familia real y así evitar disputas políticas. Al nacer, las princesas eran llevadas al oráculo, la sacerdotisa antigua con más poder, para descubrir sus habilidades y cuál sería su participación en la comunidad sagrada, del mismo modo era un símbolo de fortuna divina. Como parte de la ceremonia, se dibujaba un círculo en el pecho de la bebé, con los símbolos del mar y la luna con agua bendita del lago de cristal; así se entregaba la vida de la niña a la divinidad, con un contrato imposible de romper.

Entonces, se le prohibía a las sacerdotisas ser madres o amar, me pareció un destino un poco cruel, dado que se decidía desde su nacimiento sin dar lección alguna. En ese momento pensé en Mirra, ella había roto aquella promesa divina y sin embargo, ahora era adorada como una diosa. Continué leyendo otros aspectos de importancia como: cada sacerdotisa nacía con una o dos habilidades como la levitación y la premonición, considerados los más comunes. También se consideraba de gran estima su conexión con el agua y quienes podían controlarla eran consideradas de gran poder. En algunos pocos casos las sacerdotisas poseían la habilidad de hacer viajes espacio-tiempo, de forma astral o con todo su cuerpo físico, dependiendo del poder que se posea. Por último, se les daba títulos superiores a quienes tenían la habilidad de hablar con los dioses, como las Antiguas; sin embargo, se prohibía el constante uso de esta habilidad, dado que los dioses eran considerados como manipuladores y con temperamento voluble.

Lo que más me interesaba era saber sobre los viajes de los que hablaba, aquello explicaba lo que había experimentado horas atrás, había hecho un viaje astral, mi alma se había separado de mi cuerpo y había tomado una forma casi física al presentarme con mi padre. Pero, fue Crina quien me había empujado allí, por lo tanto ella también poseía aquella habilidad. Tal parece mis poderes no eran tan grandes, dado que no podía transportar todo mi cuerpo, aunque seguía siendo sorprendente porque muy pocos poseen tal poder. Me sentía como una niña feliz porque le habían regalado un dulce y mi sonrisa llamó la atención de Niall.

—¿Has encontrado algo bueno? —preguntó con una sonrisa cálida y asentí en respuesta con un poco de entusiasmo.

—Nuestra familia tiene una horrible historia —dijo Cosmin de repente y dejó el libro que leía a un lado, como si le repulsara siquiera sostenerlo.

—¿Qué has encontrado? —pregunté con algo de miedo.

—Pues… —Cosmin miró a Niall, como si le avergonzara hablarlo frente a él y de repente, ya no quería escucharlo, no deseaba que Niall nos viera diferente y presentí que podría pasar.

—Escucharé y no juzgaré —dijo Niall con certeza y sujetó mi mano apoyada en el suelo, donde nos encontrábamos rodeados de libros. Cosmin estaba frente a nosotros con la espalda reposando contra la pared y nosotros contra la cama.

—Han escuchado sobre el poderoso rey de Itsasne que se enfrentó contra el reino Ganbaatar, ¿no? —sí, eso explicaba mi visión sobre las trompetas, la declaración de guerra del reino Ganbaatar.

—Sí, al final de esa guerra la isla desapareció —añadió Niall.

—Sí, fue porque Itsasne ocasionó la ira de los dioses —dijo Cosmin —, hicieron algo realmente ruin para ganar la guerra. Lo llamaron el Banquete por la corona negra. El rey quería hacer un trato con el dios de la muerte, él le daría su sangre para convertirlo en un dios; pero, a cambio debía entregar todo su pueblo como sacrificio, lo cual no era un buen trato. Por ello, recurrió a una bruja de magia negra, quien le contó sobre un ritual que lo convertiría junto a todo su pueblo en seres poderosos. Con el afán de poder, el rey habló con el dios de la muerte y propuso cambiar el trato, para prometer entregar su pueblo después de ganar la guerra.