La Corona Negra

Epílogo

Con la armadura puesta y el sabor de sangre en mi boca me dirigí al general de la tropa real de Venceslao con Erwin a mi lado. El joven rey Bojan II, se acercó sobre su caballo y luego bajó de él para pararse frente a mi. Era cinco centímetros más alto que yo y su musculatura también era superior a la mía. Con tan fuerte ejército, había invadido tres pueblos fronterizos y una ciudad entera. Pero, gracias a la nueva alianza con Eoghan, sus fuerzas se vieron amainadas y no pudo avanzar mucho más.

—¿Vas a exigir tus tierras de vuelta? —se rió de mí —, un reino tan débil como el tuyo debería desaparecer.

—Voy a tomar todas mis tierras de vuelta —le dije con seguridad.

—¿Cómo vas a hacer eso? ¿Pedirás otra vez la ayuda de tu amiguito Sayer? Debes estar muy a gusto de tener un aliado que solía ser nuestro, si Tristán estuviera vivo te hubiéramos enterrado en este fangal —dijo molesto y buscando provocarme.

—No necesito a Niall para derrotarte —dije y él se rió de mí.

Detrás de él había un ejército de mil hombres muy habilidosos y detrás de mí apenas habían trescientos hombres, de los cuales solamente cien poseían un entrenamiento especializado y el resto no eran más que novatos y algunos hombres del campo que se habían unido a la batalla para proteger sus tierras. Habíamos pasado tres días luchando contra el ejército de Venceslao, Florence y de Eoghan, mientras Niall luchaba por tomar el trono de las garras de su madre. Solamente le tomó un día a Niall para convertirse en rey y matar a todos los que se habían apoderado del palacio, sabía que algo había cambiado en él y su renovada determinación lo había hecho más fuerte. Además, toda la servidumbre siempre tuvo aprecio por el joven príncipe.

Éramos cuatrocientos hombres contra grandes ejércitos y ahora solamente quedábamos trescientos, cansados y llenos de barro. Los del reino Florence se habían retirado hacía pocas horas, al menos los pocos que dejamos vivos. Pero, Bojan se negaba a retroceder, con el viento a su favor había creados remolinos de aire que destrozaban todo a su paso. Sin embargo, era el momento de recordarle porque nuestro reino era considerado el más fuerte y porque esta era nuestra tierra.

—¿Realmente vamos a enfrentarnos? Podría perdonarte la vida y dejar que seas un joven espadachín, se ve que te gusta —se burló de mí de nuevo y desenvainé mi espada frente a él —. Ah, veo que no será posible.

—Vine por tu rendición.

—Me niego —dijo de inmediato.

—Lo sé, por eso me quedaré con tu cabeza, después de todo mataste a mucha gente de Briccio mientras invadías —expliqué mis razones para darle pena de muerte.

Bojan estaba molesto y divertido, solamente me veía como un niño inferior y estaba dispuesto a matarme allí junto a todos mis hombres. Levantó su puño derecho en una señal a sus hombres.

—Entonces, es la guerra —dijo divertido y abrió sus manos.

Todo tomaron posiciones mientras gotas de agua ascendían del suelo y rodeaban todo el ejército de mil hombres junto a su líder, ellos miraron aquello con curiosidad. Guardé mi espada de nuevo y junto a mis hombres dijimos unas últimas palabras al enemigo, antes de aplastarlos con la presión del agua. 

—Tu ojo… está rojo —dijo Bojan antes de morir, tendido en el suelo con su cuerpo destrozado. Tuve que cubrir mi ojo con mi mano por unos segundos mientras me calmaba y recuperaba la compostura.

—Erwin, es hora de limpiar este lugar —di la orden y el guió a todos nuestros hombres para llevar los cuerpos de vuelta a su reino, necesitaban saber cuál era su lugar y que la guerra había terminado, por ahora.

—¿Está bien? —me preguntó Erwin poco después.

—Erwin, necesitamos hacernos más fuertes —dije, sintiéndome débil por todo el poder que usé —, van a venir por nosotros de nuevo —dije y la lluvia empezó a caer, estaba por tierras muy húmedas.

—¿Quienes? —preguntó Erwin.

—Los Sânge —me di la vuelta para mirarlo, aprovechando que todos estaban ocupados en su deber y que podría confiarle un secreto que mis padres me habían confesado días atrás, algo que debía saber si realmente quería protegerme —, ¿recuerdas la leyenda que dice que hace años en la invasión, alguien le robó algo a los Sânge?

—Sí —dijo pensativo.

—Nosotros les robamos algo, una piedra mágica.

Él me miró sorprendido.

—¿Podemos regresarla? —preguntó Erwin y negué con la cabeza.

—No es tan fácil, por eso Naya veía muerte en mi destino —pensé en ello mientras la lluvia caía sobre nosotros —, si ellos obtienen la piedra, yo moriré. Mi vida depende de ella…

—Pero…

—Ellos saben que la tenemos, aunque aún no saben dónde está, excepto Cosmin, creo que él lo sabe y no estoy seguro si alguna vez vendrá por ella, todo puede cambiar en cualquier momento, incluso él.

—Entonces, ¿qué haremos si él regresa?

—Confiemos en que es nuestro amigo —dije con cuidado.

—¿Y los otros hermanos?

—Naya dijo que Crina podía salvarme; pero después de lo que vi la última vez, no debemos olvidar que los Sânge son peligrosos —bajé la mano y dejé mi ojo al descubierto para que Erwin lo viera y entonces susurré —, pero, no nos tomarán por sorpresa, porque puedo sentirlos y ahora están demasiado lejos. Así que cuando vengan, estaremos preparados.



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En el texto hay: romance, magia, venganza

Editado: 27.03.2021

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