La desgraciada semana que me enamoré de ti

Capítulo 23

Luego de un buen rato de compras, donde al final me decidí por llevarme un bonito conjunto de cuerpo entero con patrones cálidos, regresamos al resort a la una de la tarde. El camino fue igual que antes: charla, bromas, risas, un par de comentarios sobre Jarek y yo que decidí omitir y, luego de un rato, preciosa libertad.

Sin embargo, no me he podido sacar a Mary-Anne de la cabeza. ¿Por qué tuvo esa reacción al saber que ahora Jarek y yo somos novios? ¿Por qué desde entonces parece algo distante de mí? ¿Le caigo mal? ¿No está feliz con la idea de tenerme como la novia de su hijo? Me inquieta un poco, más que hacerme sentir mal... ¿debería hablar con ella?

—Jessica —detengo a mi hermana en la entrada del resort antes de pasar al Lobby. Ella deja que el resto siga su camino al interior del recinto y se detiene frente a mí.

—¿Qué sucede? —pregunta, apoyándose de lado en la pared. Parece que sus zapatos le molestan después de caminar tanto esta mañana.

—Conoces bastante a Mary-Anne, ¿no?

—Como si fuera mi madre —sonríe con seguridad—. ¿Qué hay con eso?

—¿Viste la cara que puso cuando dijiste lo de Jarek y yo? —me cruzo de brazos.

—Estaba sorprendida... supongo —se encoje de hombros—. ¿Por qué te llama la atención?

—Creo que no le agrado —admito, en un tono bajo como si la mujer fuese a aparecer de la nada.

Jessica se piensa su respuesta unos segundos. Pone esa mueca rara que hace cuando analiza lo que quiere decir antes de hacerlo, ladeando un poco la cabeza y mordiéndose el labio inferior mientras mira al vacío.

—No ha hablado mucho sobre ti, nada bueno ni malo, solo cosas puntuales —suelta—. Aunque dudo que le caigas mal, a esa mujer solo le podrías caer mal si pateas a sus hijos o algo así. ¿has pateado a Jarek últimamente? —pregunta a modo de broma.

—Ayer lo golpeé repetidas veces con una almohada, así que...

—Si de verdad crees que no le agradas, ¿por qué no mejor vas y hablas con ella? Ganarás puntos si tomas la iniciativa —me codea.

No quiero ganar puntos. Eso suena demasiado tonto y forzado. ¿Qué significa? ¿Qué debo ser como los padres de Jarek quieren que sea para no caerles mal? ¿No es eso muy patético?

—Sí, ya sé lo que estás pensando —dice antes de que abra la boca—. No me refiero a que te hagas la niña buena, simplemente cuéntale como te sientes, tal vez así se sincere en si tienes o no razón. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado —da pequeños aplausos.

—Eso suena mejor —me encojo de hombros—. Puede que lo haga, o puede que me encierre en mi habitación el resto del día a dormir.

—Se nota que la preocupación te está carcomiendo los huesos —bufa Jess mientras me toma del brazo y me lleva al interior del resort para continuar con nuestro día.

En los almuerzos anteriores que he tenido con Félix desde hace una semana, seguíamos una rutina casi calcada: llegaba a la mesa donde él ya estaba sentado, mirábamos el menú del día, decidíamos qué comer, hacíamos la fila para servirnos y comíamos; a veces en silencio, a veces con él funcionando como sonido ambiental. Llevo diez minutos sentada en la mesa y no lo veo por ningún lado. Mi estomago ruje, y mi enojo crece, ya que a pesar de que yo soy la que nunca desea tener este tiempo con él, estoy aquí porque lo prometí. Sí, tal vez falté hace unos días, pero de todas formas es muy inmaduro de su parte no venir solo porque ayer le confronté con dureza.

Veinte minutos. Bufo con fastidio y me levando de la silla para ir a la fila y servirme el almuerzo. Que se vaya directo al diablo, no lo voy a esperar, y si luego quiere hablarme o acercarse, tendrá que rogar por otros dieciocho años.

Y, como si la espalda del anciano que tengo delante fuese un tipo de señal divina, recuerdo algo que me hace de una bofetada a mí misma: mi padre, al igual que Jarek, Harry, Eddy y Karlos, no están en el resort. Todos salieron, como hicimos nosotras. Trato de hacer memoria, pero no sé a dónde fueron, ni cuándo regresarán, solo sé que será más tarde, así que obviamente Félix no iba a presentarse al estúpido almuerzo.

Admito que mi rabia fue algo exagerada.

A todas estas, ¿por qué me enojó tanto? Debería darme igual que no hubiese venido, mejor para mí, ¿no? En su lugar, realmente me decepcioné, y ahora solo estoy apenada conmigo misma dado que, según parece, estar con mi mayormente ausente padre ya se me está haciendo una costumbre no tan desagradable.

Almuerzo un insípido trozo de carne con arroz y ensalada de garbanzos en total soledad, viendo de lejos a Katy, Karina, Olivia y Britney que, del otro lado del gran restaurante, comen juntas, con risas tan audibles que me llegan hasta donde estoy. Definitivamente no las envidio para nada; una cosa es hablar, otra cosa es ser así de ruidosas.

Hay destinos peores que comer con Félix.

Con el estomago lleno y en busca de algún panorama que rellene mi tarde hasta la noche que no sea irme a dormir, camino por el pasillo techado desde donde veo a lo lejos las piscinas, planteándome la idea de darme un chapuzón. Hacerlo sola sería algo aburrido hasta para mí, así que podría incluir a Jessica, hasta considero decirle a Katy.

Entonces veo a Mary-Anne y a mi madre acomodándose en unas sillas frente a la piscina donde noches atrás estuve con Owen. Según parece, Barbara le indica que entren juntas al agua, más Mary-Anne declina la oferta y se echa en la silla para tomar el sol con su traje de baño de una pieza y sus lentes oscuros. Para estar o aproximarse a los cincuenta, es una mujer bastante guapa, con aire juvenil, aun con las marcadas líneas de expresión que tiene y su blanco cabello que, ahora que lo pienso, parece haberse teñido para que fuese de un tono regular.

Las palabras de Jessica me vienen a la cabeza, y no parecen locas. Si de verdad siento que esa expresión de Mary-Anne significó algo negativo, en lugar de seguir haciéndome películas en la cabeza, es más sencillo ir a preguntarle directamente. Entre lo bueno y lo malo que pueda pasar, es mejor enfrentarme a eso a quedarme con la duda.



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En el texto hay: vacaciones, amor odio, amor de verano

Editado: 12.07.2020

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