Recuerdo que esto fue un día de fiesta nacional, un 12 de octubre. En el camino, montado en un bus pequeño de 14 puestos, estaba completamente lleno, escuche que las personas iban a una montaña llamada Sorte. Cuando nos aproximábamos a la montaña, la veía tan inmensa y bonita, pero al mismo tiempo un temor me invadió y cada vez se me hacía más fuerte mientras nos acercábamos a ella, trataba de evaluar y buscarle la lógica a mis emociones y comentaba con las personas que se encontraban conmigo:
-¡Que fuerza tiene la montaña! Es como una energía de atracción ¿verdad?
Me responde el conductor del vehículo:
-Lo que estas sintiendo es la fuerza espiritual de María Lionza que nos está dando la bienvenida.
Se me erizó completamente la piel porque algo me decía que tenía razón. Lo que sentía era una fuerza energética de algo que me atraía pero no me daba confianza, me llenaba de inseguridad, mientras más adentro de la montaña estaba, más vulnerable me sentía.
Llegamos a un lugar donde se encontraba un altar lleno de muchas imágenes religiosas y un montón de personas posesionadas de espíritus, haciendo rituales que no comprendía; se cortaban, algunos comían vidrio, otros tomaban abundante licor. Sentía mucho temor pero me armé de valor y tomé la situación en juego como mecanismo de defensa para no demostrar temor; al rato fui escogido por uno de los que estaban preparando a las personas, me dijo:
-Muchacho ven y acuéstate aquí.
Con mucho carácter, observé donde quería que me acostara y me di cuenta que en el piso estaba dibujado una estrella de cinco puntas con polvo blanco y rodeada por velas. Me acosté semidesnudo dentro de la estrella y a ambos lados, dos hombres acostados, cada uno en una estrella al igual que yo.
Era muy tarde y podía observar la luna de frente, ya que alumbraba el campamento aparte de las antorchas y velas; de repente comencé a temblar de temor y tuve un frío enorme, las personas que estaban de pie, cantando con tambores alrededor de los que estábamos acostados en el piso, se acercaron a mí diciendo y gritando:
-¡Fuerza!
Y yo le respondí:
-¡Que fuerza nada! Una chaqueta es lo que necesito.
El hombre que estaba a mi diestra comenzó hacer ruidos extraños, como una moto aumentando de velocidad y cada vez más duro, hasta que se detuvo en un solo sonido sin respirar, le grite:
-Cámbiala, cámbiala, que se te va fundir el motor.
Las personas que estaban de pie se molestaron y comenzaron a rociarme el humo del tabaco en el cuerpo y cantando una canción, me pedían que cerrara los ojos, pero cada vez que lo hacía sentía que todo me daba vuelta y me jalaba un remolino, abría un ojo muy levemente para observar lo que me hacían; mis piernas ya no las sentía y las palmas de mis manos involuntariamente se colocaron hacia abajo y los dedos se enterraron en la tierra.
Poco a poco mi cuerpo ya no lo sentía mío, mi pecho era tres veces más grande de lo normal, por lo inmenso que lo veía, sentía dentro de mi otra respiración semejante a la de un toro, les puedo jurar que tenía a otra cosa dentro de mí. De pronto uno de los hombres que cantaba dijo con voz alta y de asombro:
-¡Se le está haciendo una estrella en la frente!
Y el otro le dijo:
-Es que le está entrando un indio.
Eso fue lo último que escuche antes de que el círculo oscuro me atrapara, no supe nada de mí. Al despertarme me encontré acostado en la estrella en el piso y el cuerpo me dolía, como si me hubieran dado muchísimos golpes, estaba todo marcado con tiza; las personas que estaban acostadas a mi lado ya estaban de pie y vestidos, al buscar la luna ya no estaba en el mismo lugar, las personas que me hicieron el ritual me ayudaron a levantar con dificultad; les pregunte:
-¿Cuánto tiempo ha pasado?
Y me dice el vecino:
-¡Por fin te veo la cara!
Y todos observándome; me dijo:
-4 horas.
Respondí:
-¿Qué?
Le dije con asombro y voz aterrada:
-¿Qué me paso?
Uno de los organizadores me dijo:
-Eres materia universal muy desarrollada y trabajamos contigo.
No podía creer lo que me había pasado, observe personas que se encontraban como decían ellos: trasportadas.
-No, no, no ¿que hice?
Y le preguntaba a Alejo:
-Cuéntame por favor ¿que hice?
Respondió Alejo:
-Nos diste un susto.
Le dije:
-¿Porqué?
-Te levantaste como un toro hablando un idioma extraño y te lanzaste a correr al río, todos preocupados de que no te perdieras te perseguimos y a unos 300mts te detuviste y entraste a otro grupo que estaba trabajando espiritual y golpeaste al hombre que estaba transportado. Nos diste mucho trabajo. Pero luego de arreglar tu problema con el otro espíritu, subiste de nuevo al campamento y te sentaste a sanar a todos sin la necesidad de tener banco. Luego tu mismo te acostaste en la estrella de velación y te soltó.
Yo estaba completamente en estado de shock, en ningún momento le interrumpí, no le creía nada de lo que me decía, fue todo tan increíble que decidí definitivamente que no estaría en este campo, aparte que era muy doloroso, no podía presenciar lo que hacían y me daba mucho temor. Entonces compartí de lejos el resto del día. Miraba como algunos fingían transportarse y cómo otros lo hacían de verdad, pero veía algo oscuro: su campo energético era distinto, totalmente opaco casi sin vida. Al regresarnos, todos comentaban pero yo ni una sola palabra; Alejo se me acerco y me dijo:
-Amigo, eres muy bueno... Deja el miedo, vamos a venir la próxima semana.
Y yo le respondí:
-Si claro.