Recuerdo que se me acercaba en el colegio una niña de trencitas azules y me preguntaba:
-¿Por qué eres tan raro?
Y le respondí:
-¿Por qué lo dices?
Justo en ese momento un compañerito que me estaba viendo me preguntó:
-¿Tu eres loco o hablas solo?
Me di cuenta que mi compañerito no la veía, le di la espalda y desapareció. Le dije a mi compañero:
-A veces hablo solo.
Comencé a andar con grupos de muchachos del mismo colegio, que estaban a la moda con la música, el último estreno en el cine y el licor, que nunca podría faltar en las reuniones, las groserías y las malas palabras que iba aprendiendo de mis amigos, me iban alejando de mi inocencia pero también todas esas cosas extrañas que solo yo podía ver también se iban, sentía un gran alivio pero algo dentro, pero muy adentro de mi, decía que iba por el camino equivocado, pero no escuché a esa voz interior, todo eran chicas y diversiones, fiestas, licor y cigarrillos.
Un día, todos los compañeros del salón y yo, decidimos irnos un fin de semana a la playa y acordamos ir a Chichiriviche, ya conocía el pueblo y me comprometí a conseguir la casa donde nos íbamos a quedar. Una vecina muy querida por mi familia que la considerábamos parte de ella, tenía una casa en Chichiriviche cerca del río, la había heredado de su esposo antes de morir. Ella muy amablemente nos la prestó y decidimos alquilar un pequeño autobús para que lográramos ir todas las 12 personas entre muchachas y muchachos. Con tanta locura, me había ilusionado con una muchacha y decidí llevarla conmigo. Era mi primera cita.
Llegamos casi a las nueve de la noche y empezamos a preparar la casa y tratar de ubicarnos todos en una habitación muy amplia que tenía 8 camas, aunque la casa tenía dos dormitorios más no queríamos dormir separados sino más bien pasar parte de la noche divirtiéndonos. Ya organizados nos sentamos en el porche y comenzamos a contar cuentos de terror como todo venezolano. Como no había luz eléctrica, todo permanecía oscuro y en el lugar donde estábamos reunidos había una sola vela que alumbraba el pequeño espacio. En el medio del cuento, Antonio, uno de los muchachos que había ido con nosotros, me hace señas sin que nadie se de cuenta y me dice:
-Dales un susto
Me puse de pie y me excusé con todos diciéndoles:
-Amigos están en su casa, ya vengo, voy para la casa de un vecino a pedir unas velas.
Mientras salía de la casa, rápidamente di la vuelta y entré por una ventana trasera, buscando dentro del cuarto una sábana o algo que asustara a mis compañeros. Pero al abrir el closet del cuarto de la señora, vi una mascara grande de un dragón chino. Me la puse y metí la vela encendida dentro de la gran máscara, que era tan grande que casi no la podía mantener fija en mi cabeza. Me coloqué frente al espejo y la luz de la vela por dentro de la mascara le daba un toque fantasmal increíble, parecía real. Me agaché y fui poco a poco sin hacer ningún ruido para sorprenderlos y veo que en una mesita en el corredor de la casa había un mata zancudos en aerosol, de inmediato pensé:
-El aerosol con la vela saldrá una candelita por la boca del dragón y eso se verá mas real jajaja
Sentía que les iba dar un buen susto, cuando llego donde están ellos y continuaban con sus cuentos de terror salgo de la oscuridad y las primeras cuatro personas que me vieron se quedaron paralizadas. Le abro la boca al dragón y con voz gruesa grito:
-¡¡Graaaaa!!
Oprimo el aerosol, arriba de la llama de la vela salió un candelero, un fuego enorme que llegaba a más de un metro, les queme el cabello a todos mientras gritaban con desesperación llenos de pánico, y yo corriendo detrás de ellos gritándoles:
-Perdónenme soy yo, Jorge, deténganse.
Al darse cuenta que era yo tuve que correr al contrario porque ahora todos me perseguían, me querían matar por lo que les hice. Paramos de correr y nos sentamos todos, y comenzaron a reclamarme y yo justificándolo todo diciendo:
-Jamás pensé que iba echar tanto fuego, solo era una broma.
Mi novia estaba muy molesta porque le había quemado su cabello, le pedí mil disculpas.
Decidimos entrar a la habitación más grande para contarnos chistes, y nos sentamos alrededor de la única vela que estaba encendida en toda la casa cuando de pronto se escuchó un ruido en la sala, nos quedamos en silencio para saber si continuaba el ruido.
-Ruuuu...
-Están moviendo las sillas- Dijo uno de mis compañeros.
En silencio, comencé a contarlos a ver si alguno de ellos estaba fuera del cuarto. El asombro de que estuvieran todos, me paralizo y les dije riendo con mucha normalidad:
-Tranquilo eso debe ser alguien que nos quiere jugar una broma.
Salí del cuarto con un fósforo, alumbraba el corredor y no había nadie, continuaba el sonido como si estuvieran moviendo los muebles. Salgo con dos de mi compañeros al porche, de donde provenía el sonido y no había nadie. Me preguntaron:
-¿Qué es eso, Jorge? ¿Qué pasa?
-No lo sé pero ese debe ser Leonardo, un muchacho que vive cerca de aquí, es muy amigo de la casa.
Al ver que no sonó nada más, nos devolvimos al cuarto para decirles a los demás que no era nada. Tomé una botella de cerveza y digo en voz alta:
-Brindemos porque estamos reunidos pasándola de lo mejor.
De pronto, un golpe en el techo me interrumpió y el grito de un bebe recién nacido se escucha en el corredor, todos murmuran:
-Dios santo, Ave María Purísima.
Un extraño escalofrío nos invadió a todos y cada quien al mismo tiempo lanzaba una plegaria de protección por temor a lo desconocido. Estábamos en el medio de la nada, y en la noche oscura, no contábamos con ningún tipo de herramienta que nos suministrara luz, le pregunté a Antonio: