Empecé a tener una vida más alegre y menos introvertida, aunque todo el tiempo veía espíritus pero ya no era tan aterrador. Para mí los viajes a Chichiriviche se convirtieron en algo muy cotidiano, hasta tal punto que cuando no tenia con quien ir, me iba caminando tres horas hasta allá.
Un día de esos me fui hasta donde llegaba el trasporte y comencé a caminar, pero fue una hora muy mala, eran las once de la mañana y el sol era insoportable, caminaba con un bolso guindado, en mi mano izquierda tenia un pote lleno de agua y a mi derecha una vara larga, en caso de salirme una culebra me podría defender.
La carretera estaba muy caliente, sentía que los zapatos de goma estaban a punto de incendiarse por debajo, no pasaba ningún carro para pedirle la cola, ya era medio día, en el pesado caminar, escucho gritos en la inmensidad de la selva, me percato que son los araguatos, gorilas rojos salvajes, los más viejos al oler a los humanos se enfurecen. Me empecé a incomodar porque sentía que era una manada bastante grande, y se estaban acercando a mi y no había ningún carro pasando, todavía me quedaba una hora de camino, veo la hora y los gritos cada vez están más cerca, trato de acelerar el paso pero el calor y la sed me estaban debilitando, ya me estaba sintiendo mareado y los gorilas más cerca, a escasos metros de mi, comenzaron a moverse los árboles y los gritos de los araguatos a escasos metros, de pronto comienzo a escuchar un zumbido en el oído, como un pequeño pitido, todo se paralizo, las plantas, los sonidos, me dije:
-Me voy a desmayar.
Al lado mío se detiene un jeep muy viejo, de los años 50 pero en muy buenas condiciones, me dijo un hombre:
-Móntate.
Y muy agradecido le dije:
-Gracias señor me salvo la vida, ya creía que me desmayaba.
El señor me respondió:
-A esta hora es muy malo caminar por el sol.
Le pregunte:
-¿Usted vive en el pueblo?
Y me dijo:
-Si.
Todavía emocionado porque alguien me había dado la cola, le dije:
-Caramba, nunca lo había visto señor.
El me responde:
-Desde que nací vivo allí, mi nombre es Julián.
Tiende su mano y se la tomo con amabilidad y le digo:
-Mucho gusto señor Julián, mi nombre es Jorge y soy hermano de Reinaldo que vive en el pueblo.
Muy amablemente me responde:
-¡Ahh si! Yo lo conozco, dile que no se meta con esa gente.
Le dije:
-Okey.
Estuve unos minutos callado, lo observaba y notaba que nunca me daba la cara por completo, solo manejaba con un solo brazo, cambiaba las velocidades y tomaba el volante con la misma mano y con su hombro tapaba el otro lado de su cuerpo, era muy extraño, rompo con el silencio y le digo:
-Hermoso carro señor.
Me respondió diciéndome:
-Si, es lo mas preciado que tengo.
Viendo alrededor del viejo automóvil le digo:
-Lo conserva muy bien.
Ya al llegar y bajar la montaña, observando el pueblo abajo, le digo:
-¡Que paisaje tan hermoso! Uno al ver esto dice: Dios si existe.
Y me dijo:
-Créelo que si existe, te toca aprender mucho, en todas partes está Dios, todo en la vida es un perfecto equilibrio, veras que más adelante aprenderás más a contemplar el mar y a observar bien.
Al mirar al mar, noté que algo se movía muy adentro, al darme cuenta, eran dos ballenas ¡qué bonito! Me dijo:
-Dile a Efigenia que la voy a esperar toda la vida
Yo le dije:
-¿Quién es Efigenia?
Me respondió:
-Tu veras
Al llegar a la entrada del pueblo estaba mi hermano y dos amigos, Ulises y Alí, sentados en un tronco, le pedí al señor Julián:
-Por favor señor Julián, déjeme aquí.
Se paró en todo el frente de los muchachos, le di las gracias y me dirijo hacia mi hermano y les digo:
-Epale
Todos sorprendidos me preguntaron:
-¿De donde saliste tú?
Yo les dije:
-¿Están ciegos? Me acabo de bajar del jeep.
Viéndose las caras me dicen:
-¿Cuál jeep? Jajaja.
¿Qué está pasando? ¿Por qué todos se están riendo? les dije:
-El jeep verde del señor Julián.
De inmediato se cortaron las risas y los tres se me quedaron viendo con asombro, mi hermano me preguntó:
-¡Te montante en el carro fantasma!
Y le respondo:
-¡Por Dios! ¿Un fantasma a pleno medio día? Es un jeep viejo de color verde, el señor que me trajo se llama Julián y te conoce, es el esposo de la señora Efigenia.
Mi hermano se paró del tronco y me dice:
-Hermano, Julián era un amigo que tuvo un accidente y murió en la carretera, tenía un jeep verde.
Y les digo al instante:
-¡No puede ser!
-Si hermano, él chocó contra un árbol y se le desprendió casi todo el lado izquierdo del cuerpo al impactar.
Cuando me dice eso, me viene a la mente el momento cuando noté que el señor solo manejaba con un brazo, le dije a mi hermano:
-El me dijo que no te metieras con esa gente.
Me responde:
-Hermano, no se que quiso decir con eso.
Todavía pensando en lo que había pasado le digo:
-Me dijo que le dijera a Efigenia que la esperaría toda la vida.
Me responde Alí que escuchaba la conversación:
-Se muere esa mujer si le dices eso.
Comenzaron a preguntarme:
-¿Qué más te dijo? ¿No te diste cuenta que era el carro fantasma?