La Historia de Jorge

Capítulo X: Padre e hijo...

Mi vida comenzó a colapsar, me cambian el área de trabajo, ya no trabajaría en la parte administrativa del cuerpo policial si no a hacer trabajo operativo en la calle, me vi en la necesidad de renunciar, la vida estaba muy cara y necesitaba más dinero.

En busca de empleo seguí trabajando de taxista, unos días después mi carro se le daña la bomba de agua, tuve que dejarlo en un estacionamiento privado, todos los días tenía que pagar por el puesto, sin empleo estaba arruinado ya que tenía muchas preocupaciones encima, y para completar, estaba en plena separación de mi esposa, estaba al borde de la locura, tenía que cubrir la manutención de mi bebé. Pasaban los días y sin poder resolver nada, parecía que todas las cosas malas del mundo me hubiesen caído encima.

Un día, caminando cuadra tras cuadra, ya cansado, pendiente de resolver mis problemas, que a decir verdad eran muchos, me detengo en una parada de autobuses en pleno centro de la ciudad, me monto en uno sin pensar en ir a ningún destino en particular, al estar adentro me doy cuenta que se encontraba muy lleno de gente, solo me quede parado en la entrada, estaba obstaculizando y el chofer me pidió muy bruscamente:

-Camine hasta el final del autobús, atrás hay puestos.

Con mucho esfuerzo y empujones, llegué al asiento trasero del autobús, había un puesto vacío, al sentarme sentí la mirada de una persona, al percatarme de quien me miraba, vi un hombre blanco, de pelo castaño con ciertas canas, de ojos azules, muy parecido a norteamericano, se me quedaba mirando fijamente, yo le correspondo la mirada con un gesto de sonrisa en mi cara y le digo:

-Me costó un poco sentarme aquí.

Me responde inmediatamente con voz fuerte y segura:

-La vida es a veces como un autobús repleto de gente, tienes que pasar entre mucha gente con esfuerzo para poder llegar al final jejeje.

Noté que tenía una edad mucho mayor que la mía, por supuesto le debía guardar respeto, le respondo:

-Claro que si maestro jajaja.

Me pregunta:

-¿Para dónde vas?

Le respondo con una cierta apatía ya que sentí su pregunta de forma entrometida:

-Voy tres cuadras más abajo, quiero sentarme en una placita a descansar un poco.

El señor me responde:

-Es buena idea, me gustaría sentarme un rato contigo.

Lo observo y pensé:

-¡Qué extraño! Bueno, total no tengo ningún destino, solo se lo dije para salir del paso.

Le respondo:

-Claro, así me olvido de mis problemas.

Al pasar las tres cuadras, nos bajamos en todo el frente de la plaza, noto que es un hombre que pesar de que su rostro tiene muchas líneas de expresión, tenía mucha energía, se bajó del autobús sin ningún problema y me dice:

-Hijo, vamos a sentarnos debajo de la mata de mango.

Tomándome por el brazo le respondo:

-Okey.

Trato de caminar despacio, dejando que él se adelante, pensando al mismo tiempo:

-¿Qué hago sentándome con ese señor perdiendo el día?

Me sentí muy afligido porque no me atrevía decirle al señor un no, solo lo seguí, me senté a su lado y me dice con mucha paciencia y un tono de voz muy suave:

-Cada persona tiene el poder de hacer su vida un infierno o su propio cielo, hay fuerzas energéticas que uno tiene como individuo que nos permiten atraer o rechazar cualquier cosa dependiendo de tu estado de conciencia.

Le interrumpo diciéndole:

-No le entiendo.

Pensado que me está haciendo frente por mi cara tan seria, con mucha paciencia me dice:

-Hijo ¿tú has escuchado un dicho que dice: del árbol caído todos quieren hacer leña? O mejor y más común: todas me viene juntitas.

Yo le respondo:

-Si claro yo estoy viviendo todas al mismo tiempo.

Se lo digo con tono irónico y burlón, me contesta de la misma forma:

-Me das la razón, conoces lo que muchos llaman aura.

Le respondo:

-Sí, la luz que se les ve a todas las personas cuando están vivas.

Me interrumpe y dice:

-Hijo, sé que ves el aura.

-Sí señor.

Le respondo extrañado por lo que dijo ya que en ningún momento le había mencionado algo acerca de mí, le fui sincero y le sigo diciendo:

-Nací con ese defecto en mi vista.

Él me responde:

-Eso no es un defecto, es la virtud de mirar más allá de lo que pueden ver los demás.

-No se crea señor, siempre me toman por loco y es más, ya eso no lo siento como antes.

Me dice:

-Qué lástima que lo tengas dormido y no lo permitas despertar pero te digo algo, del ejemplo que anteriormente te mencione, por medio de nuestro campo energético que le llamamos aura trabaja en conjunto con nuestra conciencia y lo que pensamos, cuando nos sentimos tristes nuestro aura se torna débil y las emanaciones de nuestro campo energético son negativos, entonces el proceso de la conspiración cósmica del universo atrae como un magneto todo lo que piensas negativamente, y entonces así vivirás todo por lo que piensas, si pensaste que todo en tu vida se está acumulando y lo que falta es que te cobren la renta, de seguro que pronto te la van a cobrar, gracias a la providencia, nosotros somos lo que pensamos y no nos damos cuenta de que tenemos el poder de hacer nuestra vida un infierno o nuestro propio cielo. Nuestra mente es la base fundamental de nuestra vida, si lográramos ser un poquito positivos, lograríamos emanar una buena vibra, entonces nuestro campo energético fuera alto, difícil de que cualquier negatividad lo penetre, y así la conspiración cósmica empezará a atraerte cosas buenas.

Le interrumpo diciendo:

-Pero yo pensé que alguien me podría ayudar a sacar mi carro del estacionamiento y ayudarme con el repuesto que le hace falta.



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En el texto hay: amor, espiritual, clarividencia

Editado: 01.03.2020

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