La Historia de Jorge

Capítulo XIV: En la casa de Emily...

Hubo una señora muy fina, de muy buen atuendo y porte elegante que me planteó un problema que tenía en su casa con unos ruidos extraños. Me entregó la dirección y al leerla, me sorprendí, pues de inmediato me llegó la imagen de una casa blanca de dos niveles, donde se encontraban columnas de madera con decoración colonial, y dentro, una mujer con la cabeza agachada y una pena enorme. Salí de mi trance y pensé que aquella persona me necesitaba. Al día siguiente fui a la casa y estando enfrente, me di cuenta de que era la misma de la visión; toqué la puerta y un fuerte escalofrío me invadió. Abrió la señora, saludando con mucho gusto y agradeciéndome que estuviera allí.

Al entrar, noté en el interior dos escaleras: una que conducía hacia el corredor donde se encontraban los cuartos, y la otra, bajaba hacía la sala y la cocina. De pronto me paralicé al escuchar el llanto de una mujer desconsolada, que provenía del corredor. Entonces la señora notó mi rareza y me preguntó:

−¿Qué le pasa?

−¿Escucha usted el llanto de una mujer en ese pasillo?− Pregunté.

−Claro que lo escucho, y todos los que vivimos aquí, pero hemos traído a mucha gente para que nos ayude con esto, pero no la escuchan.

Permítame canalizar... ¿Puedo subir?− pregunté, mientras me dirigía hacia las escaleras.

−Si claro, adelante− Respondió la señora.

En el corredor, el llanto se hacía más fuerte. Se me escalofriaba todo el cuerpo y cerré los ojos para concentrarme. En mi visión había una mujer; comencé a describirle a la señora cómo era:

−Es joven, pelo largo negro, ojos achinados marrones, cara redonda, estatura media y de contextura gruesa, ¿es su hija?

−Usted es bueno. Sí, tiene razón, es mi hija, falleció hace seis meses y desde que murió, todos la sentimos− Respondió la señora con lágrimas en los ojos.

Permítame seguir, por favor. – Respondí.

Volví a cerrar mis ojos y el espíritu se alejó, entonces dije a la señora:

Se fue. Necesita que todos estén reunidos.

Está bien, como usted diga. Déjeme coordinar con los demás y lo llamo.

Bajé al corredor y me fui. Al siguiente día, la señora me citó para las seis de la tarde. Me pareció bien, ya que tendría tiempo para terminar mis consultas. Al llegar la hora, detuve mi carro en el mismo lugar del día anterior y al tocar, me atendió la misma señora, haciéndome pasar hasta la sala. Estando allí, me presentó al esposo y al hijo de la difunta, luego a su esposo, a su hijo y una sobrina. Tomamos café y todos me observaban como si fuera algo anormal. La señora me preguntó:

Estamos todos, ¿qué sigue?

Les pedí que nos reuniéramos en la parte más cerrada de la casa, con tres velas y un vaso de agua.

−Pasemos al comedor− Dijo la señora, mientras sacaba las velas de un estante.

Entramos a un cuarto donde había un comedor muy lujoso de madera, se sentaron todos, encendí las velas en forma de triángulo y me quedé en el banco más alto, para canalizar mejor. Bajé mi rostro y comencé a respirar profundamente, derrepente se sintió una brisa fría en la habitación y dije:

Ha llegado una presencia.

De inmediato sentí un fuerte dolor en el estómago y noté que todos en la habitación también lo experimentaban, luego, una profunda sensación de tristeza cuando de pronto, la presencia se dirigió hacia mí, pero su voz se sentía como si hablara por teléfono desde muy lejos, diciéndome:

−Soy Emily.

−Es Emily− Le dije a la señora.

−¡Es mi hija!− Respondió la señora llorando.

La presencia se dirigía hacia mí, y yo repetía las palabras a su madre:

−Me encantaron las calas blancas que me pusiste en el cementerio.

Es verdad, yo se las coloqué, ¡qué bárbaro eres! ¿Cómo lo supiste?− preguntó la señora sorprendida.

Me lo está diciendo su hija... Ella dice que la ama... Quiere que la perdone por nunca haberse puesto el suéter rosa que le tejió.

−Es verdad, nunca se lo puso− Respondió sin dejar de asombrarse.

−Su hija dice que le encantó que le cantara el sábado en el cementerio− Dije, dirigiéndome al padre de la difunta.

−¿Cómo haces para saber tanto? Es increíble ¿cómo puedes saberlo? A nadie se lo dije− Respondió el señor asombrado.

−La finalidad de esta sesión espiritual es para prestar la mayor atención posible a lo que quiera decir el espíritu. Lamentablemente, su hija se encuentra atascada entre dos dimensiones y necesita sanar o soltar algo en esta, para poder continuar. Agradezco los elogios hacia mí, pero prestemos más atención a lo que dice Emily− Expresé, todos asintieron y continuamos.

−Prima, aunque siempre peleamos por Ricardo, y duramos algún tiempo sin tratarnos por ese amor de la niñez, perdóname; hermano, te amo, nunca te olvidaré, fuiste mi bastón y mi amigo; esposo mío, Miguel... Te amé con locura y te doy gracias por mis dos hijos, ámalos. También te agradezco todos los momentos felices que me hiciste pasar, más aún, todos esos domingos en los que me hacías tortas.

Todos estaban extasiados con una mezcla de emociones: tristeza, nostalgia, alegría, hasta que repetí lo último que dijo el espíritu:

Lo único que no me gustaba, era que le echabas un ingrediente adicional a la torta: partículas de metal molido. Quiero que se exhume mi cuerpo y se haga una investigación, porque me asesinaste.

Después que repetí todo aquello, me di cuenta de la gravedad del asunto y salte rápidamente, me coloqué frente al esposo de Emily, mientras todos querían agredirlo. Tratando de que no lo golpearan dije:

Emily no quiere que ustedes manchen sus manos con él, sólo quiere que se haga justicia.



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En el texto hay: amor, espiritual, clarividencia

Editado: 01.03.2020

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