A pesar de oponerme y sacar un montón de excusas para no ir al Parque Yoyogi, el Tío Shingo se decide por ir ahí juntos en familia, poniéndose de acuerdo con las demás familias, incluso la de Masato, para celebrar que al fin vengo después de tanto tiempo, aunque mis papás siguen en Nueva Colombia. La idea principal es restregar a la cara mis logros privados a los demás y demostrar que somos mejores que los otros, aunque el Tío Shingo y la abuela juran que no es así y tiene un buen propósito. Mi abuelo no sabe cómo convencerme de intentarlo y Sena sigue en su mundo, ya se organizó con todas sus amigas para hacer su propio picnic, ya confío en que mis abuelos se van a juntar con sus amigos. Eso nos deja al Tío Shingo y a mí solos, él no tiene ningún amigo (desde la infancia, dice mi abuelo) y yo no puedo comunicarme con nadie más, he mejorado muy poco en mi pronunciación para tener una conversación fluida y como es Japón y soy un Atsuta, esperan que me adapte al momento.
Otra razón para preocuparme, lejos de mi terrible relación afectiva con mi tío y el problema de los occidentales que me reconocen, es la clara amenaza que Kuki Kara me hizo... o le hizo a Masato, es claro que ambos van a querer que me ponga de su lado estando yo en la neutralidad. Kuki Kara ya me toma como su hermano y Masato confía plenamente en mí. No puedo traicionar al otro, ambos me están guiando en esta parte complicada de mi vida. Toda esta semana he llevado el traje de batalla debajo de mi ropa por si Masato es atacado, él no parece habérselo tomado en serio, desvía la atención y dice que no le pasará nada, mi abuelo dice que no debo insistir si a él le importa poco.
Llegamos al parque a medio día, los extranjeros se han retirado al cumplir con su foto de Instagram y hay más familias en el parque, relajándose y comiendo con los niños jugando en silencio. Claro que mantenemos nuestras distancias, si estuviera del otro lado del pacifico habría más ruido con todos a centímetros del otro. Para ser un clan de milenios, y si estuviera allá también habría más personas, es muy notorio que aquí hay menos personas que en Racyn City, aparte de los Atsuta solo hay otras 3 familias, los Yamamoto, los Tanaka y los Inada. Mis abuelos hablan sin parar de mí, hablando sobre como un Atsuta supera a varios “americanos” y me gradué un año antes que los demás, no puedo sentirme feliz cuando utilizan lo que me vi forzado a hacer como una razón para que me vean como exitoso, lo que logré y estoy orgulloso lo evitan, es como si no existieran y todo lo que pasé a los 18 fuera un simple sueño, parte de mi imaginación. Claro que tampoco se me permite hablar, dicen que soy muy reservado y no soy bueno para hablar. Leer lo que dicen tampoco me anima, en general hablan sobre el buen partido que soy y que sus hijas pueden casarse conmigo, cosa que no me gusta porque ni están en secundaria y lo hacen como si ellas solo tuvieran esa opción. No digo que Estados Unidos sea perfecto, tiene su lado oscuro, es un shock cultural muy fuerte. Dejé el diario de Chikyu Kara en la casa por si notaban lo que decía y me limito únicamente a mandarle mensajes a Robert, quien está desvelándose después de la primera semana de exámenes, cree que le fue bien y me pasa imágenes de mis amigos matándose por lograr acabar sus proyectos y estudiando a la vez. Cuando le digo que estoy aburrido, me llama intentando sacarme de ahí. Le aviso a mi abuelo señalando mi teléfono y diciéndole mentalmente que me están llamando, me voy un poco lejos sin hablar, cerca del área de descanso de los champiñones. Ahí puedo dejar de ser el chico reservado.
— Gracias a dios, no creo que pudiera aguantar más tiempo ahí —por fin puedo decir que no me la estoy pasando bien, que es casi una tortura.
— ¿Tan mal están hablando de ti? Pensé que como japonés encajarías bien.
— No soy japonés como tal, soy un nikkeijin, soy alguien con sangre nipona que nació y vivió lejos del país, tienen más expectativas pensando que debo compensar el hecho de ser de fuera.
— Deberías decirles que eres el héroe misterioso, si lo saben estarán tan impresionados y no te verán como una decepción.
— Es todo lo contrario, para ellos estoy bien siendo el insípido Jayden y ya quieren que me case con niñas a las que les doblo la edad —que no me hagan sentir mal por cosas fuera de mi control es un avance, que me vean como una moneda de cambio es lo que me molesta—. Es que no quiero que alaben a una imagen inventada de mí, quiero que acepten o ignoren al verdadero Jayden. Además, si se me ocurre decir que soy ese sujeto misterioso no solo voy a deshonrar a mi familia, me verán como un símbolo de traición y mal ejemplo de los nikkeijins, de por sí hay pandillas que me ven como carnada.
— No sé qué decir, pensaba que el problema no era tan grande.
— Y todavía tengo que quedarme aquí para lidiar con la guerra ancestral.
— Enserio, podemos ir y fingir que no te conocemos, que vinimos por una emergencia sin que estés necesariamente involucrado, Hannah ya casi termina sus trajes.
— Pero yo no encargué ninguno, solo el de Masato.
— ¡Mierda! —Robert me revela que Hannah iba a hacerme otro traje y ella debe estar cerca porque le reclama.
— ¡Se suponía que era sorpresa!
— No importa, agradezco el detalle, pero es mi propia guerra, mi hermano celestial dijo que solo yo puedo hacerlo y es decisión mía.
— Sé qué hemos visto demasiado, pero no entiendo nada.
Editado: 09.05.2024