Axel se sentía frustrado esa noche, era una semana muy estresante y rogaba para que llegara ese preciado sábado. Hace tres años se había graduado y para tener 25 no se veía tan acabado con la fama y el trabajo que lo mantenía ocupado, solo que esa semana tenía que iniciar a diseñar todo los escenarios y personajes para un videojuego y no tenía inspiración. Todos estaban ocupados, el psicólogo le recomendó calmarse en esos momentos de estrés constante y tenía un mes para terminar todo, tuvo suerte que se estaba reescribiendo la historia o no podría terminar todo a tiempo. Hannah se fue a la Fashion Week para maquillar a las modelos, un trabajo que no le gustó. John estaba en Nueva York en el lanzamiento de una revista, Lizzie tenía que atender su café y Robert y CJ estaban estudiando en Nueva Roanoke. También estaba Jayden, pero Axel dudaba que hiciera espacio en su misterioso itinerario, después de su viaje a Japón empezó a separarse y a compensar la poca comunicación que tenía en sus largos periodos de trabajo con regalos, muchas flores y largas charlas hasta la madrugada.
Tenía que enfocarse, tenía poco tiempo y ni un solo trazo, aplazó todos sus eventos como superhéroe durante un mes para dedicarle todo el esfuerzo al trabajo y ni así podía surgir nada de su mente. Quería demostrar que no era el superhéroe que todo el mundo tendía a suponer al principio.
Un destello blanco llamó su atención, en su ventana se reflejaba un brillo inusual en el hermoso cielo nocturno, pensó que sería buena idea investigar, con su hipervelocidad devuelta a su antigua gloria tendría el tiempo de actuar. Bajó al primer piso, John había dejado el lugar impecable al ser su responsabilidad mantener limpio el lugar en donde vivían ellos, Hannah y Lizzie.
En su jardín una persona lo esperaba, podría jurar que era Jayden, pero estaba en Japón en su trabajo misterioso. A veces soñaba con él con un traje de batalla, o haciéndole una llamada desde un palacio, o haciendo crecer las plantas. En un punto decidió ignorarlo y verlos como lo que eran, sueños.
La figura se acercó… Jayden se acercaba usando un traje similar al de sus sueños, pero con más adornos dorados y mostrando toda la confianza que en universidad no tenía. Axel estaba atemorizado, ¿Lo que soñó era real? Debía serlo, era como un sueño hecho realidad y no sabía si le gustaba.
— Axel, amigo, tanto tiempo sin verte —lo abrazó ignorando el mar de emociones que Axel cargaba y su rostro mostraba con sumo detalle.
— ¿Es otro sueño? Juro que voy a despertar.
— Nope, si tuviste una visión de mí no estás tan equivocado, Kuki Kara vio algo en ti.
— ¿El de cabello largo? —Axel lo recordaba difusamente, el único amigo de Japón que Jayden presentaba y hablaba era Masato, pero tenía más y nunca hablaba de ellos.
— Ahora vive una vida mortal, espero y se haya topado con ustedes, le recomendaron ir a Racyn City.
— ¿Cómo qué vida mortal, de qué hablas?
— Te explicaré con detalle en el camino.
— Pero tengo que quedarme, tengo trabajo y…
— Tendrás tiempo libre, el palacio es muy acogedor.
— No entiendes yo… le propondré matrimonio a Hannah.
Jayden abrazó a Axel, muy alegre por lo que escuchaba, aunque eso significaba recordar su ruptura con Lizzie, ser un dios le impedía estar cerca de ella. Pero sabía que no estaban en el momento adecuado, tenían una importante misión.
— Estoy muy feliz por ti, pero tienes trabajo que hacer y esperan mucho de ti. Soy el Elemental de Tierra, un dios de origen humano y elegido por Chikyu Kara. Mi marca de hoja demuestra que él me eligió.
Eso explicaba por qué solo él veía esa hoja, John le decía que eran efectos de luz y Hannah que era un simple reflejo. Sabía que la marca de povoir no sería de la mitología japonesa, era el símbolo de Aaron Sanders.
— Sea lo que sea, ya se acabó mi era de superhéroe, ya pusieron el ojo en otras cosas y no quiero regresar a ese enorme trauma.
— Créeme que yo también quisiera que siguieras con tu vida, pero no tenemos opción.
Jayden sacó un pergamino dorado y al abrirlo Axel se encontró con una imagen de él mismo como un dios mexica, siendo adornado por un traje de plumas y un penacho como el de Moctezuma reducido para ser práctico. Su nombre en el pergamino confirmaba que no se trataba de un error.
— Alejandro Montemayor, Quetzalcóatl te ha elegido para luchar en su nombre, por tu sangre y tus actos heroicos. Eres el guerrero de la serpiente emplumada.
Editado: 09.05.2024