La maga clandestina

Capítulo 2

Hoy tendría la suerte de poder conocer a Arislene en persona. Al menos el prometido que me había agenciado mis progenitores pertenecía a una de las familias más próximas a la corte de la familia suprema lo que me concedería semejante oportunidad que no pensaba desaprovechar.

Yiplas era un hombre singular. A pesar de ser el tercer hijo de uno de los magos más poderosos del reino, no había educado su magia al nivel que se exigía para alguien de su categoría. Eso había propiciado que fuera el hazmerreír de su hermanos mayores. Aun así parecía no importarle, ya que se sumergía aún más en su pasión, el estudio de nuevas forma de magia. Era un estudioso, no un mago practicante y eso también era algo inconcebible en nuestra sociedad. Aunque detestaba la idea de casarme y seguir el camino que otros me imponían, al menos me habían buscado a otro incomprendido como yo.

Yiplas subió cómicamente sus gafas para recolocarlas en su rostro antes de hablarme.

—Lo va a tener complicado para meter en cintura a toda esta banda de arcaicos. Tendrá que trabajar el cuádruple para que la respeten.

Arislene accedió a la sala al lado de su abuelo, el actual mago supremo, ambos seguidos de Kranos y la esposa de este. Cuando los dos llegaron al altillo, Ortus tomo la mano de su nieta y la levantó ceremoniosamente. Tras esta señal, todos los allí reunidos hicimos una reverencia al unísono manifestando nuestro respeto por ella. La futura heredera era una mujer, algo que ninguno de los allí presentes hubiera imaginado. Poco a poco fuimos recuperando nuestra postura y cuando Ortus asintió el ambiente se volvió mas distendido. Él comenzó a mezclarse con el resto de invitados con su nieta al lado presentándola a los magos allí reunidos.

—¿La conoces personalmente?

Mi mayor motivación por estar allí era intentar hablar con ella, poderle insinuar que no estaba sola en un mundo hostil para ella. Si Yiplas ya la conocía, eso me allanaría mucho el camino.

—Fugazmente. He coincido con ella un par de veces en los pasillos del palacio.

Dijo aquellas palabras como si fueran un hecho insignificante. Para mí poder estar al lado de la mujer que en el futuro tendría el mayor poder mágico de la sociedad a mí me estimulaba irremediablemente. A ella no le privarían de lo que a mi por mi condición de género si habían hecho. Eso en sí ya era un hito.

Vi como abuelo y nieta se acercaban al lugar donde nos encontrábamos. El nerviosismo comenzó a crecer exponencialmente en mi interior. Tenía miedo que las palabras no salieran de mi boca cuando ambos se dirigieran a nosotros.

—Yiplas, te veo bien acompañado —Ortus tendió la mano en dirección a mi prometido que la estrecho suavemente—. ¿Ella es la afortunada?

El líder supremo me dedicó una amistosa sonrisa.

—Sí, señor. En unos meses uniremos nuestras vidas —respondió Yiplas prácticamente con una voz inaudible.

—Cuando tu padre me dijo que te había encontrado esposa, me alegré por ti, hijo —Ortus lo estrechó afectuosamente entre sus brazos—. Yiplas es un mago peculiar, es un estudioso acérrimo, pero es un ser increíble, Missale. Os deseo a los dos lo mejor, espero que seáis muy felices.

—Gracias, señor —respondí a las palabras que me dedicaba mi líder.

—Os presento a Arislene. Ella es el futuro de la casa.

Simplemente respondimos ceremoniosamente con una inclinación de cabeza en su dirección antes de que abandonaran nuestra cercanía y se dirigieran a otros invitados a la ceremonia de presentación.

—¿No te parece increíble que una mujer vaya a ser la futura maga suprema? —no pude contenerme en hacerle la pregunta a mi prometido.

Me moría de ganas por hablar con ella, por decirle que no estaba sola en un mundo lleno de hombres. Estaba claro que ella estaba a otro nivel mágico que yo, pero percibía que a pesar de estar rodeada todo el día de gente, se sentía sola. Su cara intentaba transmitir alegría, pero yo era capaz de ver por debajo de esa mascara, yo misma estaba interpretando un papel similar.

—Algunos grupos más conservadores no están muy contentos con esa idea.

Percibí en su rostro que nada más salir esas palabras de su boca se había arrepentido de pronunciarlas.

—¿Y qué hay de ti?

Sabía que aquella pregunta era comprometida, probablemente no me gustara la respuesta que fuera a recibir pero necesitaba conocerla, me había picado la curiosidad.

—Ella es fascinante —un brillo que nunca antes le había visto iluminó su mirada—. Creo que posee un poder mágico nunca antes descrito. Cuando desarrolle todo su potencial será fascinante.

Yiplas me sonrió. Sus palabras junto a ese gesto hicieron que la tensión contenida en mi cuerpo se relajara. No parecía estar contrariado porque una mujer tuviera ese poder y que en un futuro pudiera liderarle. Al contrario, parecía que la idea le fascinaba.

—Me gustaría...

Uno de sus hermanos me interrumpió antes de que pudiera confesarle mi gran secreto. Sí él hablaba de ese modo de Arislene quizás también me comprendiera a mi y tal vez estuviera dispuesto a ayudarme.

—Lo siento, Missale, tengo que ir a hacer una cosa. Luego continuas diciéndome lo que ibas a compartir conmigo.

Antes de irse con su hermano, rápidamente de mi lado, me dio un beso en la mejilla. Le vi marcharse y en ese momento comprendí que él no era como el resto de hombres que había conocido antes. Nunca antes había visto hablar a un mago con aquella expresión de Arislene. Él parecía estar fascinado por su persona, todo lo contrario de los magos que conocía que no entendían ese sacrilegio. Incluso las mujeres no estaban contentas con aquel cambio descomunal en nuestra sociedad. Pero saber que él y yo teníamos algo en común, me daba ánimos en confesarle mi secreto.




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