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La mariposa oscura

Prefacio

Su estupefacta mirada se detuvo en la cruel imagen que hay frente a sus ojos. Su novio, su futuro esposo, desnudo y enlazado al cuerpo de su única amiga. Ambos la miraron pasmado sin saber cómo explicarle lo que pasaba. 

 

Pero no es necesario, no hay palabras para desmentir lo que han visto sus ojos. Retrocedió asqueada ante la doble traición y cubrió sus labios antes de salir de la habitación. 

 

Tiembla, sin poder controlar la angustia que presiona su pecho. Apretó los dientes intentando detener los sollozos que intentan huir por sus labios.

 

Abrió la puerta cegada por las lágrimas hasta que Marcos la retuvo en sus brazos.

 

Alejandra, déjame explicarte —clamó arrepentido.

 

Quiere escucharlo, quiere pensar que lo que ha visto no ha sido real. Pero sabe que eso no es así. Más aun al sentir el perfume de su amiga mezclado con el olor corporal del hombre que ama. Lo empujó con fuerzas apartándolo asqueada de su lado. Evitando que pudiera detenerla abrió la puerta y salió.

 

¡Alejandra! —le gritó llamándola.

 

No detuvo sus pasos. Marcos salió a la calle solo con los pantalones puestos dispuesto a seguirla. Alejandra corrió y cruzó la calle deteniendo un taxi y se subió a el antes de que su novio pudiera detenerla.

 

—¿Donde la llevo? —le preguntó el taxista.

 

  —Lo más lejos de aquí —señaló sin mirarlo.  

 

Alejandra se empequeñeció en el asiento, dejando fluir el llanto frente a aquel desconocido. El hombre no volvió a preguntarle, condujo sin rumbo fijo mientras la lluvia comienza a caer. 

 

El ruido de limpiaparabrisas se mezcla con sus sollozos. No entiende por qué aquel hombre que tanto ama, con quien se casaría en dos semanas pudo hacerle esto. Ni que su amiga, a quien conocía desde la escuela, le jugara así de sucio. 

 

Siente vibrar su celular notando las varias llamadas que Marcos, su novio, y Carolina, su amiga, le han hecho. 

 

Contempla ambos nombres con rabia y guarda el teléfono cerrando los ojos. Al abrirlos vio a un bus venírsele encima. Solo alcanzó a oír el ensordecedor ruido de los frenos, y luego el golpe que empujó al vehículo más pequeño a dar una vuelta violenta, golpeando a otros autos. Golpeó su cabeza tan fuerte que perdió la conciencia en el acto.

 

Marcos en tanto, inquieto, ante los autos que no avanzan, le reclamó al taxista. Aquel no le prestó mucha atención, a través de la radio hablan de un accidente de uno de sus compañeros. Al escuchar esto Marcos sintió que se le heló la sangre y un mal presentimiento lo hizo bajarse del vehículo. "No puede ser" pensó angustiado y corrió con el corazón acelerado y los puños apretados.

 

¿Por qué traicionó a su novia de esta manera? ¿Por qué no pensó en Alejandra cada vez que se acostaba con su amiga? ¿Acaso no le había pedido matrimonio porque era precisamente con ella con quien quería formar familia? Ha sido un soberano imbécil y hará lo que sea por recuperar la confianza de su novia.

 

Se detuvo en seco al ver el accidente. Hay un bus a un costado y más atrás un auto destrozado. El chofer del taxi yace sentado en el suelo aun en estado de shock. 

 

Alejandra sigue enredada en los fierros del vehículo, intentan sacarla, pero al ver que uno de los fierros se le ha incrustado en el pecho solo la contemplan con compasión. Marcos se acercó sin creer lo que sus ojos ven, se inclinó al lado del auto volcado y tomó la tibia mano de su novia que permanece con la mirada quieta y fija en el vacío.

 

Corazón mío... —susurró cubriendo su boca, llorando—.  Lo siento, lo siento tanto.

 

Alejandra entrecerró los ojos, sin poder evitarlo escupió sangre en forma descontrolada y apretó temblando la mano de Marcos. 

 

Los servicios de emergencia llegaron apartándolo para quitarla de los fierros, pero sus piernas aprisionadas por el vehículo la hicieron gritar del dolor. Y tal vez por esta agonía su corazón se detuvo.

 

—¡Entró en paro! —exclamó uno de los paramédicos.

 

¡Alejandra! —gritó desesperado Marcos—  ¡Vamos amor, no te rindas! 

 

Limpió con rudezas sus propias lagrimas

 

Te prometo... que todo será distinto —cayó de rodillas llorando desconsolado al ver como los intentos por reanimarla resultan infructuoso.

 

Alejandra no volvió a abrir sus ojos. Quebraron sus costillas ante los golpes en su pecho para hacer reaccionar su corazón, pero su vida ya se había apagado. Al menos en este mundo.



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En el texto hay: aventuras, amor, medieval

Editado: 16.03.2023

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