Las adversidades de Sara y su fortuna

Cumpliendo mi tercer mes en Barthel Publicidades

Tres meses han pasado desde que ingresé a esta magnífica compañía. No podía estar más feliz de haber hecho amigos, entre esos la hija del propio dueño de la misma. 

Para ese entonces, Julien ya comenzaba a comportarse diferente. Tomaba asiento en otro lugar, casi no me mandaba a llamar a su oficina por cualquier excusa tonta, no era tan incómodo para mí, pues finalmente sentía que comenzaba a tratarme como su secretaria y no como a una niña. Quería pensar que solo estaba siendo cortés y haciéndome sentir bienvenida en la compañía, al menos de su parte, cosa que no era necesaria pues ya  me sentía bienvenida desde el primer día. 

Me sentía inmensamente feliz y rara vez pensaba en Harald quien desde hace meses no me molestaba. Lo tenía bloqueado de todas mis redes, cambié mi número de celular y desprendí por completo todo sentimiento hacia él, liberándome de aquellos amargos recuerdos que me atormentaban.

Sonja y yo nos hicimos grandes amigas, mucho más que hace unos meses. Y ni hablar de Marco y Rita, quienes se hicieron más cercanos, tanto así que muchos en la compañía creían que Marco era gay por pasar la mayor parte del tiempo con nosotras que los chicos durante el almuerzo o la hora universal. 

No paraba de sonreír, de verdad, era una sensación difícil de explicar y que no quería que terminara. Volví a ser completamente feliz, volví a ser yo, la Sara Becker de siempre. Solo que ahora con amigos con quienes compartir y sin un amor que mienta a mis espaldas. 

Para ser honesta, un romance no era lo que quería al menos por un largo tiempo. Quería dedicarme a mi futuro profesional y disfrutar mi vida sin complicaciones ni compromisos amorosos. Tal vez, no estaba en mi destino ser feliz junto a un hombre por mucho que yo lo quisiera, pero era algo a lo que debía resignarme y que con el correr de los meses terminé aceptando. 

En ocasiones me preguntaba sólo por casualidad si Harald era feliz con aquella mujer, en realidad me causaba risa al saber que tarde o temprano ese circo barato que tenían ellos iba a caer. Pero, ya eso no era problema mío, en el fondo no quería volver a verlo nunca más, ni tener noticias de él. 

Un día, al terminar la hora universal, regresé a mi puesto a seguir con mis funciones. Al desbloquear mi ordenador, inicié sesión en mi correo empresarial. Allí vi un extraño mensaje de un remitente ajeno a la compañía. Era un correo personal, o eso pensaba yo, pero no tenía indicios de quién podía ser, pues solo era una mezcla aleatoria de letras y números que no decían nada. 

El correo decía que en mi casillero había una carta para mí, donde dejaba el fragmento de un poema. Aquello ya me estaba sacando de casillas y comenzaba a molestarme sobremanera. 

Sonja, quien ya estaba en su puesto en ese momento, notó que yo estaba muy molesta. Se acercó a mí y me preguntó si tenía algún problema. 

—Sí, y uno que ya comienza a fastidiarme —dije —alguien aquí está tomandome el pelo o no sé qué rayos pretende con este estúpido juego. 

—¿Puedes explicarme de qué hablas? No entiendo nada. —comentó Sonja —si me dice qué sucede, tal vez pueda ayudarte a solucionarlo. 

—No creo que puedas ayudarme, pero de todos modos te contaré. —respiré profundo —alguien me está enviando correos y ahora dejando pistas en mi casillero. Algo así tipo admirador secreto y ya me incomoda, porque todo apunta a que es alguien de la compañía. Algunas veces me siento insegura cuando camino sola por los pasillos.

—¿Ya le dijiste a mi hermano? 

Esa pregunta me puso los pelos de punta, no quería decirle a Julien lo que me estaba ocurriendo para no causar problemas. Apenas tenía tres meses en esa compañía, ¿Y ya iba a involucrarme en ese tipo de líos? ¡Santo cielo! Sentía que mi suerte no estaba del todo bien. A decir verdad, todo iba marchando tan perfecto, que pensé que era demasiado bello para ser real. 

—No, no le he comentado nada al respecto. —respondí. 

A lo que Sonja comentó como si se tratara de una amenaza, qué se yo —Si no le dices a Julien en este instante, yo se lo diré. 

Sonja se puso de pie y caminó hasta la puerta de su hermano, se cruzó de brazos y levantó una ceja como señal de desafío. Yo seguía sentada en mi puesto, no quería decir nada y al ver que no me moví, Sonja tocó la puerta dando un par de suaves goles. 

—¡Adelante! —habló mi jefe desde el interior. 

Sonja entró a la oficina y segundos después Julien me mandó a llamar. 

—No debiste decirle nada, Sonja. —susurré. 

A lo que Sonja comentó —¡Lo siento! tu seguridad y tu integridad están primero. No sabes quién está detrás de ese perfil o lo que sea. Así que, más te vale que le digas todo a mi hermano. ¡Anda! Odia que lo hagan esperar.

En ese momento, me levanté y caminé hasta llegar a la oficina. Al entrar, pude ver a Julien mirándome fijamente. Me sentía muy presionada, no sabía qué pensar. Caminé hasta acercarme a su escritorio mientras mi jefe seguía mirándome. Tragué en seco y esperé a que él hablara. 

—¿Desde cuándo está ocurriendo esto? —preguntó —¿Y por qué no me habías dicho nada? ¿Acaso esperas a que el desocupado que está molestándote por correo te haga daño en un descuido?

—Disculpe, señor —incliné mi cabeza, estaba asustada ya que vi a mi jefe muy enojado —creí que ya esa persona había dejado eso atrás. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.