Las adversidades de Sara y su fortuna

Nuestro segundo viaje juntos

Marzo llegó con una gran sorpresa para Barthel Publicidades. Una compañía de moda en Francia solicitó los servicios publicitarios de la nuestra. Luego de firmar el contrato, tuvimos que trabajar en la campaña, especialmente Marco y Rita que nuevamente lideraban el proyecto. 

El teléfono de mi escritorio no dejaba de sonar, Julien entraba y salía de reuniones y Sonja tuvo que ocuparse de todo el papeleo de la campaña para ayudar a los encargados. 

—Necesito vacaciones —se quejaba —esta campaña está matándome y no quiero imaginar cómo estarán Rita y Marco. Casi siempre son ellos quienes sacan adelante los proyectos, tienen mucho talento. 

—A este paso serán ascendidos —comenté —sería estupendo, ¿No crees? 

—¡Obvio! Lo merecen. 

En ese momento, Rita llegó preguntando por su compañero. 

—Marco está en una junta con Julien y algunos creadores de contenido —expliqué.

—Los franceses nos están presionando, que gente tan exigente —dijo Rita —y luego la fama es para nosotros los alemanes. 

En ese instante, el teléfono de mi escritorio volvió a sonar —oficina de Julien Barthel —contesté. 

Del otro lado habló Marco —Hola, Sara. ¿Rita está contigo? 

—Sí, ya te la paso. 

—No es necesario, es solo para que sepan que nuestro vuelo es en dos días, pero tú y el señor Julien viajarán mañana —explicó —así que, por orden de tu amado jefe, debes volver a casa y empacar. Saldrán mañana a las ocho de la mañana. 

—¡Santo cielo! —exclamé —Gracias, Marco. Les avisaré a las chicas. —colgué y les dije a Sonja y Rita el mensaje de mi compañero. Luego, corrí al elevador y salí de la compañía de volada hacia mi apartamento. 

En menos de tres horas alisté mis cosas y limpié mi apartamento. Me tomé el resto de la tarde para tratar de relajarme, pero el estrés me mataba. Bueno, eso solo ocurría cuando había contratos grandes y millonarios con compañías del exterior.

La emoción por conocer Francia me mataba, y aunque no iríamos a la capital, el solo hecho de pisar Niza ya era más que suficiente para no dormir. Me sentía muy ansiosa por volar, así que, como pude logré conciliar el sueño. 

A la mañana siguiente, Kevin pasó por mí y me llevó al aeropuerto. Allá me encontré con Julien quien me esperaba. No sé por qué razón él y yo debíamos viajar un día antes que los demás si todos éramos una sola comitiva de la empresa. 

En fin, luego de una larga espera, abordamos el avión. Lo más curioso fue cuando llegamos a Niza. Lo primero que hice fue asomarme por la ventana, el hotel tenía una increíble vista al mar. Saqué mi móvil y capturé un par de fotos, quería presumir en mis redes que estaba en Francia. Lo hice de maldad, pues algunas personas de mi anterior empleo morían de envidia. 

Mientras observaba el mar, Julien hablaba con algunos ejecutivos por videollamada. Al terminar, se acercó a mí diciendo:

—Esta vista me llena de calma —suspiró —en necesario en medio de todo este estrés laboral. Luego de que todo esto termine, les diré a Marco y Rita que se tomen unas merecidas vacaciones. Deben estar muy exhaustos. 

—¡Sí que lo están! —dije —hasta Sonja. 

—Pobre de mi hermana. 

Aproveché para preguntarle por qué viajamos un día antes que los demás. A lo que Julien contestó: 

—Hay cosas que ellos deben cuadrar el día de hoy. 

—Comprendo. —dije y me acosté. 

Al caer la noche, Julien y yo dormimos profundamente. Sabíamos que teníamos que adelantar muchas cosas mientras el resto de la comitiva volaba rumbo a Francia. 

Al amanecer, nos levantamos temprano y comenzamos a cumplir con nuestras funciones. En mi caso no fue mucho lo que hice, pues la agenda de Julien solo se resumía en videollamadas y revisión de documentos. Lo más complicado para mí fue traducir, Julien no era muy bueno hablando francés. 

A eso de las tres de la tarde, terminamos con nuestros deberes. El resto de la comitiva ya estaba en Niza preparándose para el evento de moda en el que todos debíamos estar presentes. 

Como no había más que hacer, Julien y yo ordenamos algo para comer y vimos películas hasta las nueve de la noche, pero pasó algo que no esperaba, no al menos todavía. 

Yo estaba acostada boca abajo cuando de la nada, sentí que Julien comenzó a besarme la espalda. Fue tan satisfactorio que solo me quedé allí y lo dejé avanzar. Poco a poco, aquella situación fue escalando hasta que mutuamente nos desnudamos. Julien se acostó sobre mí y con mucha delicadeza acariciaba mi cuerpo. 

Allí, al interior de aquel cuarto de hotel, Julien entró en mí causando una intensa sensación de hormigueo por todo mi ser. Entre jadeos y gemidos escuchábamos el uno al otro decir “te quiero” mientras que en nuestras entrepiernas pasaba el resto.

Como dato curioso, Julien disfrutaba sobremanera sentirme temblar, y eso lo sé porque él me lo dijo. Así como también me decía que él era mi único dueño y yo era la única mujer con la que él quería estar. 

Volviendo al tema, Julien me hizo olvidar todo al mismo tiempo que me hacía tocar las estrellas. Yo imaginaba de todo, menos que esa noche por primera vez, el hombre que conocí como mi jefe, me hizo el amor apasionadamente mirándome a los ojos y tocando cada parte de mi cuerpo sin excepciones. Besando hasta los rincones más ocultos de mi ser, así como yo lo correspondía besando y tocando hasta lo que jamás creí. 




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