Las Chicas de Izan

4

Las tardes esperando que Lucía saliera de la librería podían convertirse en una odisea. 


Cada que entraba por esas puertas veía a mi chica cargar más libros de los podía y el pecho se me llenaba de orgullo, no podía descuidarla un segundo, bastaba con cerrar los ojos para escuchar la catástrofe que acababa de ocasionar; desde tirar libreros completos, romper lámparas o destruir la torre de libros que le había llevado la tarde armar. 


Pasamos horas entre esas paredes tratando de dejar todo en su lugar, antes de que mi chica tornado volviera a desbordar su fuego. Ella era lava. Flaquita, con unos anteojos enormes y sus faldas con vuelo que me volvían loco y no, no era como la bibliotecaria ingenua que esperarías ver. 


Siempre me sorprendía, a nosotros nos iban las emociones fuertes y bastaba una mirada para saber que ya estaba dentro de sus juegos. 


Había algo que Lucía sabía hacer muy bien, donde era maestra y la coordinación que no tenía se desbordaba, su ritmo era implacable y ella continuamente se aprovechaba de mis debilidades, de lo bobo que me ponía verla bailar. Siempre con esa maldita manía de hacerlo mientras su blusa salía de su cuerpo, por más que insistiera en que no se desnudara en sitios públicos era imposible contenerla. 


Y tal vez yo nunca quise hacerlo en realidad... 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.