Linaje del Mal

9. Soy un monstruo

 

Andromeda 

 

El resto de nuestra comida la terminamos rápido y en silencio. No he hecho nada más que pensar mucho lo que me dijo. ¿Cómo destruyes a un monstruo si convertirte en uno? Los mate a sangre fría. Soy un monstruo. No soy mejor que ellos.

Sebastian lleva conduciendo al menos tres horas pero no se a donde, oscureció por completo y ya va a ser media noche. Necesitamos parar en algún lugar a dormir. Veo un cartel que dice: Bienvenido a Ohio. Despues de unos minutos por fin logró decir las palabras que llevó en mi boca todo el camino.


—    Lo siento por compararte con él. No te conozco, ni a tu familia, pero si lo conocí a él, más de lo que me hubiese gustado. Yo... no tengo excusa. Lo lamento.


Me mira con esos ojos azules tan parecidos a un cielo de verano.


—    Tienes razón no me conoces en lo absoluto, —bajo la cabeza avergonzada— pero me gustaría que lo hicieras.


Levanto mi vista y veo un intento de sonrisa en su rostro y le sonrió de vuelta, tal vez el no sea tan malo como parece. 


—    Me parece bien Señor Corvus.

 

•••

 


Después de unos minutos manejando, Sebastian se detiene frente a un hotel de mala muerte. Toca la campanilla en la recepción y llega un señor cuarentón que hiede a cigarros. 


—    Necesitamos una habitación con dos camas.

 

—    Lo siento señor solo hay una cama disponible. —responde el señor sin levantar la vista de su celular.

 

—    Me parece difícil creer eso.—le murmuro a Sebastian, pero el hombre me escucha y me da una sonrisa torcida con unos dientes amarillentos, hago todo lo que está en mi poder para no decirle "ew" en su cara.

 

—    Si le molesta,  mi cama está disponible.


El tipo se inclina como si tratara de quitarme un mechón de la cara, pero antes de que me toque la cara la mano de Sebastian agarra su brazo y lo empieza a torcer de manera poco natural, si sigue así se lo romperá.


—    Danos la maldita llave Don Juan. —le dice Sebastian apretando la mandíbula, se ve bastante amenazante. El hombre le entrega la llave y Sebastian me guía hasta el fondo del pasillo.


El cuarto no es muy grande, tiene una cama queen, dos sillas a lado de una mesa y una puerta que, sospecho, lleva al baño.


—    Dormiré en el suelo no te preocupes.

—    No seas ridiculo Sebastian, hay suficiente espacio para los dos solo mantén tus manos para ti mismo rarito. 


Ambos nos reímos y entramos a la cama. A dormir. Me quedo viendo el techo con manchas de humedad un tiempo pensando en todo lo que me ha pasado en menos de una semana. Escucho la respiración de Sebastian y se que todavía no se ha dormido.


—    Desde aquí puedo escuchar los engranajes de tu cerebro. ¿En que piensas?—le pregunto ya que no consigo dormir.

 

—    En mi familia. —traga y gira su cabeza para mirarme directo en los ojos— Cuando te dije que éramos diferente en verdad lo decía en serio. No somos muy tradicionales a decir verdad. Mi madre, ella, ella era una bruja. —eso si que no lo vi venir— Ella hechizo a los cuervos para que me siguieran y tomaran mis órdenes. Graham siempre competía por su amor hasta que se enteró de que era una bruja, luego empezó a tratarla como una abominación. Supongo que él  siempre fue el tradicional de la familia. A mi padre no le molestaba ni a Lydia ni mucho menos a mi, yo lo encontraba facinante. Murió de cáncer, supongo que ni siquiera las brujas se salvan de esa mierda. Después de su muerte papá se retiró y se mudó a él sur de Europa. Nos dejó todo a cargo a mi y a Graham hasta que él se volvió loco y decidió robarme. —y pensar que mi vida estaba jodida. 


Algo me impulsa a tomar su mano y decirle:

—    Te prometo que lo encontraremos y lo haremos pagar.


Dicho esto ambos nos quedamos dormidos agarrados de las manos.




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