Linaje del Mal

35. Se acabó

 

Andromeda 

 

Sebastian pisa el acelerador y salimos disparados hacia el bar de Boris. Nos toma menos de quince minutos llegar. Todavía hay un par de personas mirando dentro del bar, algunas ya se fueron. Desde afuera puedo percibir el olor a alcohol. Sebastian me mira con preocupación y tomo su mano. 
 

— ¡Ya pueden irse! —grita en ruso para que todos nos escuchen. 
 

Ellos nos miran con desconfianza, pero ceden. Se meten en sus autos y se largan del lugar. Una vez que solo quedamos Seb y yo, decidimos entrar. Lo primero que veo es a Boris en el suelo, un charco de sangre lo cubre por completo. Aparto mi vista de el cuando escucho las botellas romperse. 
 

Dahlia y Isaac beben un sorbo de cada una y luego las estrellan contra el suelo. 
 

— Se acabó. —murmuró a sus espaldas y ambos se sobresaltan.

 

— Mira quien llegó. La zorra del siglo. ¿Qué vienes a hacer Andromeda? ¿A morir con tu prometido? —pregunta Isaac tomándose la última gota de lo que parece vino y dejando caer la botella.

 

— Te pasaste de la raya con tu hermana Dahlia. —digo con un tono  peligrosamente bajo— Ríndete con honor.
 

Dahlia suelta una carcajada siniestra y me lanza una mirada de odio. Intento alejar todo el dolor que eso me causa.

 

Prácticamente la críe, estuve con ella en cada etapa de su vida. Le enseñé a manejar, la lleva a tomar su primer trago, la consolé cuando su primer novio la dejó. Parece que todo eso quedó en el olvido. Me mira como si fuera una extraña. Como si ya no fuéramos familia. 
 

Supongo que ese vínculo se rompió hace mucho tiempo, solo que me enteré hasta hace poco.

 

— ¿Acaso no lo entiendes? ¡La gran Andromeda Ajax, damas y caballeros! —grita como si estuviésemos rodeados de una multitud— La protegida de Lyudmila Ivanova, la hija favorita que no era hija. ¡Ella salvó tu miserable vida a cambio de hacer una simple cosa, matar al malvado linaje de los Strovos y fallaste! Fallaste en una simple tarea. Y ahora mírate, en la cama de tu enemigo. Criando la escoria de su hijo y lavándole el cerebro a los mocosos de mis hermanos. Pero eso no será un problema, te voy a aniquilar a ti y a tu novio. Cumpliré con el deseo de mi difunta madre.
 

— ¡Cierra la boca! Dahlia, la única persona con un cerebro lavado eres tú. Isaac se metió en tu mente como una lombriz y quiere que hagas el trabajo sucio por él.

 

Ella me ignora por completo y me da una triste sonrisa. 

 

— No te preocupes Romy, la última vez no te quemaron bien. Esta vez me aseguré de que quedes irreconocible. 
 

Lo demás ocurre en una milésima de segundo. Alcohol por todo el piso. Isaac abriendo el gas. La punta de sus dedos en llamas. Sebastian gritándome y empujándome fuera del bar. Yo cayéndome sobre mi espalda. Sebastian entrando de nuevo al bar. 
 

Luz. Luz blanca y segadora.

 

•••

 

Me despierto en mi cama, mi brazo tiene pequeñas cortadas de vidrio y me duele la cabeza. Malcom está frente a mi con su mano en la mía. 
 

— ¿Dónde está Seb? —pregunto aclarándome la garganta.
 

Los ojos de Malcom empiezan a llenarse de lágrimas y su labio inferior comienza a temblar. 
 

No.
 

— Él no salió Romy.

 




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