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Su Último año en el instituto estaba por empezar. Tenía la sensación de que este año marcaría su vida. Una noche antes se había pasado acomodando su ropa y sus libros, este año su mejor amigo iba a transferirse a el mismo instituto. Posiblemente les tocaría en el mismo grupo pero lo más seguro era que no, tenía entendido que en este curso había varios transferidos y ya de por sí los grupos eran bastante grandes, que no podías ni escuchar tus propios pensamientos de tanto ruido que había en las aulas que por tanta gente parecían diminutas, así que si, dudaba que corrieran con la suerte de estudiar en el mismo grupo, de todas formas él ya tenía nuevos amigos, formaba parte de un grupito de chicos que molestaban a los demás, no de un manera drástica, eran casi inofensivos. Pero no dejaban de ser unos burlones.
A la mañana siguiente, sonó su alarma, no le costó despertarse por qué literalmente no había dormido en toda la noche, sabía que debió de haber descansado pero los nervios los consumían, no podía quitarse la sensación de que algo grande estaba por venir, entre sus opciones de algo grande estaba:

•sacar buenas notas ( esto sería algo tremendamente grande, dado que sus notas estaban más abajo que por los suelos)

•ser popular (eso seria algo maravilloso, por qué al ser de último curso, bueno pues digamos que él creía que atraería a las chicas)

•sacar buenas notas (de verdad sus notas provocaban arcadas)

•asistir a muchas fiestas

•salir con muchas chicas

• perder su virginidad (si, bueno, a sus casi dieciocho años de edad, aún era virgen)

Realmente no había muchas cosas que hicieran que su año fuera asombroso. Y mientras le daba vueltas a cada una de sus opciones, se dio cuenta de que ninguna era lo suficientemente grande para provocar esa sensación.
Por fin, después de mucho tiempo perdido, se dio una ducha rápida, tomo su almuerzo de la encimera, y salió de casa.

Lo que el chico no contempló como una opción, fue que tal vez, quizás tal vez, conocería al amor de su vida.