“El amor es como un niño con un arma en las manos...”
***
Cuando Carlos aflojó el agarre, Rachel se deslizó hasta recostarse a su lado. La pérdida del contacto rompió la burbuja en la que se habían aislado; los recuerdos volvieron a crear una barrera a pesar de los escasos centímetros que permanecían entre ellos.
Había mucho que contar, del presente, del pasado… cosas que sólo traerían dolor, cosas hacia las que él la estaba otra vez atrayendo…
Se sintió frustrado e impotente; había sido un iluso al pensar que iba a ser capaz de traerle toda esa historia de mierda de vuelta y salir medianamente ileso en el proceso; los sentimientos contradictorios que la querían egoístame cerca y protectoramente lejos al mismo tiempo lo estaban matando por dentro.
Sintió los dedos de Rachel sobre su nunca y cedió al suave estímulo de estos hasta recostarse de lado frente a ella. No pudo evitar extender una mano y peinarle suavemente el cabello despejándole el rostro.
Desde el mismo momento en el que la vio sus planes se habían ido al carajo y no sabía qué hacer con eso. ¿Rachel o Clarissa? Las dos personas más importantes de su vida volvían a estar en la misma balanza, una que sólo a una de ellas favorecería, o a ninguna…
Hasta que no sintió los dedos de Rachel sobre sus mejillas, no se dio cuenta de que estaba llorando por primera vez en tanto tiempo; había subestimado el efecto que Rachel tenía sobre él, ahí estaba la prueba.
— Las cosas no acabaron hace seis años ¿no? —la voz titubeante de Rachel rompió el silencio.
—No
— ¿Cómo...?
Carlos rió sardónico interrumpiéndola, habían sido tan ingenuos...
— Las cosas siguieron igual e incluso peores... Digamos que el Purgatorio se volvió más exclusivo. Las cosas adquirieron otro nivel, uno donde se movía gente más poderosa... De lo único que pudimos librarnos fue del Joker, aunque ni falta hizo, las chicas empezaron a llegar solas, el dinero de los nuevos miembros las atrajo como la miel a las moscas...
— Pero... —escuchó su voz ahogada y volvió a interrumpirla, entendía sus reservas.
— Los datos que bajamos del Joker se perdieron, así de simple; la policía no hizo absolutamente nada con respecto a eso, Karel fue enjuiciado por…
—Por la muerte de mi padre…
Carlos asintió lentamente, el rostro de Rachel se endureció impidiéndole sondear sus emociones, le dolió que ella ya no confiara lo suficiente en él como para mostrarse vulnerable… ¿O quizá sólo le molestaba el hecho de saberse el asesino indirecto de su padre?; si se hubiera alejado como se le pidió cuando eran niños, quizá ella fuera feliz en otra parte... —el corazón se le apretó en un puño— Vivir con eso había sido difícil; vivir con las consecuencias de lo que tenía por contarle iba a ser casi imposible.
—Sé lo que se te dijo, Rachel, pero simplemente es imposible, los muertos no desaparecen archivos enteros ni le dan inmunidad a los magnates… alguien más está encubriendo lo que pasa en el Purgatorio, alguien que no puede ser tu padre… Aún más, el Purgatorio tiene un nuevo dueño, uno que me usa a mí como fachada por ser “el supuesto heredero”, uno que usa a mi padre como supuesto magnate que lo dirige todo desde la cárcel; pero en todo este juego, tanto él como yo somos simples títeres… Lo que pasó hace seis años no fue coincidencia, todo tenía que haber estado planeado al dedillo... Al final del camino sólo nos encontramos con un lazo muchísimo más grueso…
Vio cómo el peso de sus palabras caía lentamente encima de ella y se odió por eso; aunque no le estaba mintiendo, le estaba haciendo ver que ambos tenían un mismo enemigo en este juego, pero esa "guerra" hacia la que la estaba arrastraron, no tenía nada que ofrecerle precisamente a ella.
— Quieres decir que la muerte de mi padre beneficiaba a alguien que no era tu padre… —la voz fría de Rachel volvió a sobrecogerlo y la vio perderse en sus pensamientos —tres disparos…
— ¿Qué?
— Creí que estaba loca… —finalmente lo miró con ojos cristalinos— esa noche, me pareció oír tres disparos; sin embargo las dos armas que se registraron habían gastado solo una bala cada una —el pecho de Rachel empezó a vibrar por el llanto contenido— «No fui yo…» Karel me lo dijo… El examen de balística..., no tuve acceso a nada de eso, y luego… retomar la investigación se volvió demasiado engorroso. Se me pidió que lo dejara así, que siguiera adelante, que sólo podía “manchar el honor de mi padre”; yo descubrí cosas que… pero… y ahora…
Carlos no entendía muy bien lo que Rachel intentaba decir, podía ver el auto reproche y el temor en cada uno de sus gestos ¿Acaso se estaba culpando?
La abrazó cuando la vio quebrarse finalmente. «Venganza» esa era la carta que tenía para ofrecerle; algo que no le devolvería nada y que podía quitarle todo, algo que verdaderamente no valía el riesgo. En cambio él…
— ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué te quedaste? —los reclamos de Rachel fueron bajando de tono hasta volverse un susurro— ¿Por qué me abandonaste…?
Carlos se tensó ante ese último
— Dejarte ir, Rachel, es la única cosa que he hecho bien en toda mi vida... Lo siento, pero si hay algo de lo que no me arrepiento es de eso.
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Editado: 13.05.2022