— Vamos, Jorge, tiene que haber algo que haya sido pasado por alto
— Estás obsesionado, amigo —siseó entre dientes mientras salían del patrullero
Era sábado, hacía solo unas horas habían terminado su turno y justo en ese momento lo único que quería era abrazar a su pequeña comadreja en vez de estar revolcándose en el pasado.
— ¿En serio no vez lo importante que es esto? —preguntó Alfredo atónito —eso podría estar en cualquier lugar en este justo momento ¡Incluso lo pudiéramos estar pisando!
— Mejor si está perdido, ¿o no? —respondió mordaz
Alfredo tuvo que apretar las manos para no explotar allí mismo, esa actitud sólo le demostraba que Jorge sabía algo, las pistas lo habían traído hasta ese pueblo hacía ya varios años, pero al parecer, absolutamente nadie sabía nada al respecto, o los que sabían preferían perder una mano antes de hablar de ello.
Había sido paciente y aún podía seguir siéndolo, igual había descubierto cosas mucho… muy interesantes...
— Calma, viejo…—habló al fin mientras se adentraban en el cementerio —solo digo que algo así puede ser muy peligroso, es una bomba de tiempo que solo puede ser desactivada si cae en nuestras manos.
Jorge no dijo nada más hasta que se arrodilló frente a la tumba de Rebeca.
— A veces el destino tiene formas retorcidas de enderezar las cosas… —comentó nostálgico mientras acariciaba la tumba de su esposa.
Habían pasado 5 años desde la muerte de Rebeca y todavía su recuerdo le dolía como el primer día; pero, lamentablemente, sabía que no había modo de arreglar las cosas, ni antes, ni ahora…
La pureza de su corazón la había llevado a la muerte y la verdad, él no podía juzgarla por lo que más había amado de ella.
— Justo en el presente, en el ahora, están pasando cosas que demandan mayor atención que un caso fantasma como al que te aferras — comentó enfocándose en la figura que se acercaba a ellos.
Las peculiares palabras de Jorge llamaron la atención de Alfredo, más aún al percatarse de en qué enfocaba su mirada cuando lo dijo —¿Sería que ahí estaba la pista que había buscado durante tanto tiempo?
— ¿Todo bien, chico? —preguntó Jorge caminando hasta interceptar al chico cabizbajo que cruzaba en ese momento el cementerio.
Carlos se sobresaltó al reconocer la voz y se sintió culpable y descubierto
— Eh… sí, solo… yo… estaba dando una vuelta por el río —mintió con descaro
Toparse con el papá de Rachel en el cementerio parecía sumarle otra gota a sus problemas pero tenía la culpa de esta situación extra; la noche anterior se había sentido tan destruido y enfermo que no había tenido fuerzas para irse antes de que amaneciera.
— Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa eh —respondió Jorge de forma paternal poniéndole una mano en el hombro.
No se creía eso del río, aunque Rebeca no le había contado todo, sabía que los chicos habían convertido la casa de Rosa en su refugio; y a juzgar por el aspecto del que tenía al frente, lo estaba pasando realmente mal en ese momento.
Carlos asintió sin mirarle de frente y siguió su camino —“Guarda el Secreto o hazlos partícipes de ello” —esa era la principal regla, una con la que lo habían amarrado desde pequeño. Una vez su madre había creído que podría ser diferente y había sido alto el precio...
“Lo siento, Rebeca, no he podido cumplir mi promesa” —rezó Jorge en silencio mientras veía la figura de Carlos atravesar el cementerio.
***
—¿Por qué está durmiendo mi princesa a estas horas? —preguntó Jorge apapuchando a Rachel en la cama —¿Acaso su padre es tan feo que no quiere abrir los ojos y verlo?
—Tengo sueño pa, déjame otro rato —remoloneó tapándose completa
— El muchacho de los Sánchez pasó la noche aquí ¿no?
A Rachel se le tensaron todos los músculos al escuchar la voz grave de su padre
— No me mientas, Rachel, me lo topé en el cementerio y veo al lado de tu cama la palangana y los paños… te pasaste la noche cuidándolo ¿Es eso?
Rachel asintió levemente mientras se incorporaba en la cama, se sentía pequeña ante el escrutinio de su padre y odió la idea de que lo hubiera decepcionado
— Mírame —comentó alzando suavemente su barbilla con los dedos —no te estoy regañando, solo quiero hacerte una pregunta muy importante pequeña, ¿le pasa algo?
— No, sólo le cogió el aguacero por los alrededores y vino a guarecerse aquí, luego le dio fiebre y no se pudo ir, por lo que lo cuidé toda la noche… eso es todo papá
— Ok, está bien, no pasa nada, pequeña —le susurró arrastrándola en un abrazo hacia su regazo —solo quiero que no tengas secretos conmigo, Rachel, estoy aquí para ayudarte, para ayudarlos… tu papá es un super héroe ¿lo sabes? Pero no puede hacer nada si no le dicen…
Secretos, toda una vida le había ocultado secretos a su padre, primero por petición de su mamá y ahora por petición de Carlos.
Quizá debiera confiar, pero la verdad le daba miedo, el mundo con los mellizos siempre había sido un mundo ajeno para su padre, su mamá así se lo había pedido y ella seguía cumpliendo, no entendía bien el por qué pero algo dentro de ella le exigía que mantuviera lo que le quedaba a buen recaudo.
— Eres igual a tu madre —comentó Jorge al intuir que su niña le estaba guardando secreto. —y la verdad, creo que me asusta más de lo que me gusta eso.
Ayúdalos, por favor…— le había suplicado Rebeca en su lecho de muerte.
En aquel entonces se había esmerado en poner al papá de Mateo tras las rejas y alejar al chico del pueblo; pero según su esposa, al parecer, aquello no había sido suficiente.
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Editado: 13.05.2022