Los Secretos del Joker

Capítulo 32

2016

Rachel bajó las escaleras en una sola carrera mientras intentaba abrocharse la camisa de uniforme; no podía ver bien debido al pelo desordenado que caí sobre su rostro, pero ya tendría tiempo de peinarse en algún semáforo…

"Si no era que se veía “forzada” a poner la sirena para poder saltárselos todos, claro"

El continuo vibrar de su celular la hizo ser consciente de que estaba en graves problemas, aún a kilómetros de distancia casi que podía escuchar a su superior gritando su nombre.

— ¡Maldita resaca…! —masculló cerrando sus ojos por un momento, el odioso zumbido aumentaba abismalmente su dolor de cabeza;

— ¡¡Ahh!! ¡Hija del demonio!

— ¡Lo siento, señora Clotilde! —gritó saliendo por las puertas del edificio

— ¡Es Matilde! —escuchó gritar a la vecina chismosa del primer piso a la que casi atropella en su carrera.

Se le escapó un suspiro de alivio al divisar el jeep a unas cuadras del edificio; pero justo en ese momento se dio cuenta de algo muy importante: Aunque ahorrarse el tiempo de tener que ir a buscarlo a la estación era algo así como un pequeñísimo golpe de suerte; no haberlo parqueado allí la noche anterior era un problema casi tan grave como llegar tarde…

Pero es que… —sintió cómo su pecho volvía a apretarse ante el recuerdo

La tarde anterior había logrado permanecer impasible mientras recibían las orientaciones del caso que le habían asignado a su nuevo equipo; pero apenas terminó la reunión, huyó como si de ese modo pudiera escapar de lo que significaba para ella todo eso.

Sin embargo, la realidad la siguió hasta su apartamento. Despertó en el piso de la sala, abrazada a una botella, con un tambor dentro de su cabeza,  los recuerdos intactos y una horrible sensación de derrota...

Hacía tiempo había dejado de ser la niña débil a la que le ganaban los fantasmas del cementerio. En esos seis años se había esforzado por dejar atrás lo más que podía su pasado, enterrando con ello tanto lo bueno como lo malo, dejándolo estar, olvidando las promesas incumplidas, esas que no llevaban a ningún lado... 

Hasta esa tarde, cuando descubrió que debía volver al pueblo y no sólo eso…

—¡¡Sub-oficial Villanueva!! Repórtese, cambio.

El sonido insistente de la radio la sacó de sus pensamientos y apretó el paso. No importaba qué tuviera que hacer, no pondría su futuro en riesgo, no cuando había luchado tanto.

Cuando sólo le quedaban dos metros; pisoteó las agujetas sueltas de sus botas y se vio de cara contra el suelo.

Unas manos fuertes contra su cintura frenaron su caída y la reincorporaron sin apartarse inmediatamente

—Vaya, pequeña comadreja, que agradable tenerte otra vez entre mis brazos…

Su mente y su cuerpo eclosionaron en fracciones de segundos: La voz grave se le asentó como un plomo en su estómago e intuitivamente contuvo el aliento; sus músculos se tensaron ante el reconocimiento del cuerpo a sus espaldas y el aluvión de emociones que la embargó la llevaron al punto del colapso. Cerró con fuerza los ojos mientras apretaba los puños y se mordía el labio  en un vago intento por no quebrarse, por no ceder al temblor que empezaba a surgir desde su estómago.

—Wow, me encanta el concepto... muero de ganas por probar tus juguetes… —escuchó la voz juguetona sobre su oído mientras unos dedos desinhibidos recorrían sutilmente primero una parte de su cadera y luego uno de sus brazos hasta su muñeca— la oficial candente y prepotente… Has adquirido… experiencia… 

El alma se le cayó a los pies al ser consciente de que estaba pasando, no era un horrible sueño: Carlos estaba allí, detrás de ella, como si no hubieran pasado seis años... 

No supo cómo reaccionar ante eso.

Escuchó cómo la respiración de Carlos se volvía más superficial mientras éste le rodeaba con uno de sus brazos la cintura atrayéndola hasta rozar sus cuerpos. Una extraña electricidad la embargó, una que, lamentablemente, había extrañado...

—Rachel… —lo escuchó susurrar sobre el hueco de su cuello justo antes de sentir los tibios labios sobre la piel donde se le notaba el pulso

El beso funcionó como un detonante en su cabeza, un fuego intenso pareció consumir su cuerpo ante el íntimo contacto al tiempo en el que a su mente le provocaba rechazo. 

Intentó bruscamente alejarse de él pero descubrió que no podía hacerlo, al menos no tan lejos… ¡Carlos se había esposado a ella!

Volvió a quedarse pasmada cuando sus ojos contactaron con los ojos verde musgo que antes había amado. El fuego que encendía su piel se ligó con algo más espeso:

Lo odiaba, podía sentirlo en cada célula de su cuerpo... las mismas que desfallecían por sentir otra vez el calor de sus besos.

—¡¡Sub Oficial Villanueva!! —el sonido de la radio rompió el duelo de miradas— ¡¡repórtese inmediatamente o preparase para ser degradada!!

Algo volvió a hacer clip en su cabeza, jaló con fuerza hasta llegar al jeep arrastrando con ella a Carlos y logró inclinar su cuerpo por la ventanilla hasta alcanzar la radio

—Aquí sub-oficial Villanueva. Cambio

—Rachel… —escuchó el casi gruñido de su superior— ¿por qué no respondes tu celular? ¿dónde diablos estás? ¡¡Dinos por favor que no has volcado el jeep!!

—Yyy..oo —balbuceó

—¡¡Responde sólo si tuviste algún accidente y en cuánto tiempo estarás aquí!!

—Todo está bien, Señor… estaré en una hora…

—Tiene 20 minutos… cambio y fuera.

Rachel llevó su mano a su tabique intentado controlarse

—¿Tan pronto me llevas de paseo? Nunca hemos tenido una cita… —la voz de Carlos la hizo sobresaltar de tal modo que golpeó el techo del jeep con su cabeza.



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En el texto hay: misterio, dolor, amor adolescente.

Editado: 13.05.2022

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