Luna de muertos

Capítulo 33.

Septiembre.

El primer año de universidad para los chicos ya había comenzado: Lydia estaba en Nueva York estudiando en Stony Brook, su padre vivía ahí mismo así que las cosas le eran más sencillas, incluso su madre se mudó con ellos; Lydia estaba estudiando en la universidad de Virginia en Charlottesville y Liam a su vez estaba en Richmond estudiando su carrera oficial de periodismo, pasaba gran parte de su tiempo ocupado ya que acudía con los reporteros oficiales de campo que tenían noticias casi todo el día.

Por su parte Elijah abrió una nueva cafetería justamente en Nueva York, sin saber que Lydia también estaría allí. Desde que la dejó en su casa dormida luego del asunto con Kalisman jamás volvió a hablar o a acercársele a pesar de los múltiples intentos de Lydia para querer contactarlo.

Long Island, Nueva York.

—¡Feliz cumpleaños! —Expresó entusiasmada Lydia— Lamento no poder estar ahí para darte un abrazo, pero seguro estarás tan ocupado que ni podría verte.

—Gracias Lydia —respondió riendo—. ¿Vendrás para las fiestas?

—No lo sé… espero que sí —dijo desanimada.

“¡Lydia!”

—Debo irme, que tengas un gran día de cumpleaños.

Colgó la vídeollamada y salió a donde estaba su compañera de clase.

—Espero no hayas olvidado que saldríamos a la nueva cafetería hoy —mencionó acusándola—. Abrió ayer lunes, además dicen que el dueño es guapísimo —confesó en bajo.

Lydia se rio y la siguió hacia afuera de la escuela para ir al lugar del que tanto le había hablado con entusiasmo su amiga.

—Tiene una linda fachada —comentó Lydia al llegar—, ¿crees que sea bueno?

—No es la única sucursal, hay otras más en Virginia, Luisiana, California y Dakota…

—Justo de dónde vienes tú —afirmó sonriendo jocosa—, así que por eso conocías el lugar…¿conoces al dueño?

La chica negó con su cabeza.

Ambas entraron admirando la decoración detallista que tenía por dentro. Se sentaron y recibieron el menú, Lydia aceptó beber lo que la chica le recomendó del lugar, pero entonces se llevó una sorpresa que le causó gracia a ambas.

—Mira se parece a tu nombre —dijo sorprendida señalando la bebida—, suena elegante.

—¿Es nueva? Luces sorprendida.

—Quizás, no recuerdo haberla probado antes porque de ser así te hubiera molestado con ella —bromeó—. Ya sé cuál te pediré.

El mesero llegó y las chicas ordenaron sus bebidas junto con unos postres.

—Aquí está —avisó el chico al poner los platos y las bebidas sobre la mesa—, buen provecho.

—Gracias —dijeron al unísono—. No sabía que te gustaban los arándanos.

—Ah… si, solía conocer a alguien que le gustaban mucho —añadió abatida.

—¿Un ex?

Lydia se rio negando con su cabeza.

—Él no era…

—No puede ser —interrumpió sorprendida—. ¡Es el dueño! —Susurró— Voltea.

Lydia se volteó hacia el mostrador y al ver al supuesto dueño un remolino de emociones le cortaron el aliento. Todo empezaba a tener sentido, que fuera una cafetería, la decoración tan elegante y delicada, las bebidas que conocía tan bien porque eran las mismas que bebía en Richmond…incluso el nombre de una de las bebidas nuevas era peculiar.

—Elijah… —murmuró.

—¿Lo conoces?

Los murmullos llegaron al vampiro que hablaba con uno de los empleados. Alzó su vista al reconocer la voz que pronunció su nombre, conocía tan bien esa forma de pronunciarlo porque sólo había una persona que lo decía así.

Se aclaró la garganta y siguió hablando con su empleado.

—No —respondió Lydia tajante—, se parecía a alguien es todo.

Bebieron y comieron rápido para irse pronto a sus clases.

—Disculpe señorita —dijo el mesero a Lydia—, se le cayó esto.

Le devolvió la cartera y se regresó con su jefe.

—Vámonos Lydia.

Cuando Lydia terminó sus clases volvió a la cafetería.

—Cafetería en Virginia, Luisiana, California, Dakota y ahora también en Nueva York… —Expresó intrigada— Siempre me pregunté de donde sacabas tanto dinero, ya veo como.

Elijah se rio mientras escribía algo en el mostrador.

—Mi padre tuvo dinero y al morir yo lo manejé, hice inversiones y pues ahora… —Encogió sus hombros—. Tengo varias sucursales.

— ¿Vamos a hablar de negocios y dinero? Después de tres meses, casi cuatro de verdad hablaremos de eso —se quejó con sarcasmo—. Me alegra que estés bien, yo también he estado bien, gracias por preguntar.

El vampiro inhaló hondo con cansancio, se paró del mostrador y le entregó un recibo a uno de los empleados luego volvió con la chica y le extendió la mano indicándole que siguiera caminando hacia afuera del lugar.

— ¿Cómo ha estado? —Preguntó mirándola jocoso.

Lydia frunció el ceño indignada y resopló desviando su vista.

—No sabía que estaría en Nueva York.

—Si, estoy estudiando en su universidad —expresó indiferente—. No sigas hablándome de usted, ¿quieres?

—No puedo…

— ¡Ah claro que sí!  —alegó molesta— Me llamaste por mi nombre ese día…el último día que te vi.

Elijah bajó la mirada y ella miró hacia a otro lado con los brazos cruzados mientras las personas pasaban entre ellos para entrar a la cafetería.

—En fin, me alegra ver que te va tan bien —dijo queriendo sonar amable—, a mí también me va genial.

El aire estaba fuerte y hacía revolotear los mechones de cabello de la chica, también estaba refrescando así que se tallaba sus brazos descubiertos para darse calor. Elijah la vio de reojo así que se quitó su blazer y se lo puso sobre los hombros.

—Lo siento —admitió con voz ronca.

—Tu voz se oye ronca…¿estuviste hablando mucho?

—Se me seca la garganta a veces por el aire acondicionado —respondió sin darle importancia—. Por eso debería abrigarse y volver pronto antes de que anochezca y refresque más.

—Creí que por ser vampiro no te sucedían esa clase de cosas .—Arqueó las cejas.

—Los vampiros funcionan de una forma similar…¿Pasa algo?




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