Maddie

Capítulo 2

 

—¿Estás seguro de que se encuentra bien?

—Si, no te preocupes, el sedante que le di es muy liviano, tan sólo para que se relaje, no tardará en despertar. Aun así pienso que hay que llevarlo a un hospital, Allie.

—¿Y quién crees que lo llevará…Acaso lo harás tú? A mí no me mires.

—Pues a mí tampoco, el favor que te acabo de hacer es demasiado grande.

—Shhh…Baja la voz.

—No te preocupes, tu noviecito aún se encuentra dormido…¿Lo ves? Ni siquiera se mueve.

—Él no es mi novio.

—Pero, bien que te gustaría que lo fuese, ¿no es así?...No me hagas esos ojos, Allie. Simplemente noté como lo mirabas mientras me encontraba curando sus heridas. Si te fijas bien es un hombre lo bastante atractivo; aunque si me lo preguntas, pienso que es demasiado grande para ti. Además de que está fuera de tu alcance.

—Gracias.

—De nada, ya sabes que para eso somos los amigos, para decirnos la verdad en la cara cuando hace falta.

—Si, ya lo noté…Oye, no sabía que también gustaras de los hombres.

—Humm, soy flexible…He estado solo por mucho tiempo. Ahora deja de burlarte de mí y pásame mi maletín, ¿quieres?…Deja de reírte, Allie y ayúdame a recoger todo mi instrumental, debo irme cuanto antes.

—No sabes cuánto te agradezco el que hayas venido hasta acá en cuanto te llamé, Louis. Me salvaste la vida…otra vez.

—Si, bueno…Si no nos ayudamos entre nosotros, entonces, quién lo hará.

—Tienes razón, nadie más lo hará.

—Mas, sin embargo, tú vienes y ayudas a un desconocido.

—Él no es un desconocido. Además, él me ayudó a mí primero.

—¿Y qué piensas hacer?

—No lo sé, esperar a que despierte y luego…

—No me refiero a eso, sino a lo otro.

—Ohhh, bueno…no lo sé. Supongo que buscaré otro lugar donde pasar la noche a partir de ahora. Me iré al otro lado de la ciudad, quizás. En donde no me puedan encontrar.

—Eso dijiste la última vez y te encontraron.

—Bueno, entonces, al otro lado del país o del planeta, si es necesario; pero, no puedo quedarme por más tiempo aquí, Louis. No me puedo arriesgar. Edificios abandonados, plagados de insectos y de ratas, los encuentras en cualquier parte. Y una rata, inmunda y apestosa, como lo soy yo cabe en cualquier hoyo de pared… ¿Te llevarás esa también?

—Oh, claro que sí. Dame esa botella, hasta donde yo sé las ratas no beben licor. Ya sabes que es lo único con lo que cuento para desinfectar las heridas. Si no que habría sido de tu… “amiguito”.

—Al menos déjame algo para el camino.

—Allie…

—Por favor, Louis. Te lo pagaré en cuanto pueda, lo juro.

—Si, claro, así como me has pagado todo lo demás que has consumido a mis expensas, ¿no es así? Incluyendo la atención de tu…“nuevo amigo”. No, Allie, ya no más. Sé que ha sido muy beneficioso para ti tener como “aliado” al tonto repartidor de la zona, pero…

—Deja de hacer eso.

—¿Qué cosa?

—De encerrar entre comillas las palabras cuando te refieres a él y ahora también lo haces contigo. Si hay alguien aquí que verdaderamente ha sido y sigue siendo mi amigo, ese eres tú, Louis. Nadie más.

—La última vez que estuvimos juntos, creí haberte escuchado decir que lo dejarías, que ya no consumirías más.

—¿La última vez? Yo diría la única vez y además fue un error, lo sabes bien. Ambos estuvimos de acuerdo con eso, ¿recuerdas? Además, no sería algo muy bueno para el negocio, ¿no te parece?

—No, pero lo sería para ti, Allie. Por favor, los demás no me importan, pero tú…Yo sé que no soy nadie, ni el más indicado para fastidiarte con un insulso discurso cargado de dotes paternales. Sólo soy un fracasado que abandonó la carrera de medicina, junto a sus sueños, todo por culpa de esta maldita cosa y que ahora no hace más que arrastrar a otros por el mismo sendero que me condujo al infierno. Pero a ti no, Allie.

—A mí nadie me ha arrastrado a ningún lado, si vivo en el infierno es por cortesía de mis propios pasos, tú no tuviste nada que ver. Te pagaré todo lo que te debo.

—Yo no te estoy cobrando.

—Sí, ya lo hiciste y te pagaré, lo juro. Sólo dame algo de tiempo y…algo más de crédito, por favor…Louis, no me mires así. Lo haré, te juro que lo haré, lo dejaré. Es sólo que…será poco a poco. Ahora dame algo, quieres.

—Algo…algo como qué.

—No lo sé, sorpréndeme.

—Mierda, Allie…Rayos, está bien, tú ganas; pero, no será…Es decir, será tan sólo un poco de…

—Si, lo que tú quieras, apresúrate antes de que él despierte.

 

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Algo, por completo, innecesario; porque, aunque mis ojos permanezcan cerrados, gracias a los servicios de este delincuente enamorado, lo he escuchado todo. El dolor en mi costado también comienza a despertar, arranca de mí un leve quejido y lo eleva sobre ellos.

Intento mover con torpeza mis miembros superiores cuando más murmullos y movimientos desordenados se desatan alrededor de mi somnolencia. De mis lentos y aletargados intentos por incorporarme del lugar donde me encuentro rendido por, sabrá Dios, qué droga.

—Allie…mira.

—¡Rayos, apresúrate, Louis!…Oye, no, espera, ¿qué haces?

—No te preocupes, esto lo hará dormir tan sólo un rato más. No querrás que tu “noviecito” presencie los efectos que se avecinan sobre ti, ¿o sí?... ¿O sí, Allie? No, claro que no, eso mismo fue lo que creí…Oye, pensándolo bien, ven aquí.




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