Manual para sobrevivir mi ex como Roommate

Capítulo 7

Mi mamá se había ido a llevar a mi prima y prometió que regresaría en una hora. Una hora, sesenta minutos de tregua que pensaba aprovechar como si me estuvieran dando inmunidad diplomática.

Respiré hondo y me giré hacia Julián, que seguía parado ahí como estatua de museo, taza vacía en mano, claramente procesando que su vida había dado un giro que no terminaba de entender.

—Bueno, tenemos una hora —dije en voz baja, más para mí que para él— Solo una.

Sin perder tiempo, me dirigí al cuarto masculino-minimalista-anticómodo y abrí su armario como si tuviera una misión militar. Tomé lo esencial, una muda de ropa, su neceser, la mochila deportiva —que pesaba como si llevara piedras— y un par de camisas que, por respeto a su simetría, ni siquiera me atreví a descolgar con brusquedad.

Julián me observaba desde el marco de la puerta con la misma energía de un perrito confundido al que acaban de cambiar de casa. No dijo nada, ni una queja, solo suspiró y me siguió, mientras yo arrastraba sus cosas hasta mi habitación.

Al menos lo básico, me repetía, lo mínimo indispensable para evitar que mamá hiciera más preguntas. Solo lo suficiente para fingir que esto era... ¿normal?.

—No te acomodes mucho, esto es solo estrategia —le advertí.

No respondió, pero juraría que una esquina de su boca se curvó, apenas un milímetro.

Y eso me molestó más de lo que debería.

—¿Vas a quedarte ahí mirándome o piensas ayudar? —le solté sin mirarlo, mientras acomodaba su cepillo de dientes junto al mío como si estuviera cometiendo un crimen doméstico.

—Solo estoy siguiendo instrucciones, capitana —respondió con ese tono grave, neutral, pero con una pizca de ironía que no sabía si me irritaba o me gustaba.

—Perfecto, entonces tu próxima misión es fingir que todo esto fue idea tuya si mi mamá empieza a hacer preguntas —dije, dándole una mirada por encima del hombro.

—¿Tú me estás pidiendo que mienta? —preguntó, claramente divertido.

—No, te estoy pidiendo que sobrevivas, gran diferencia.

Él soltó una leve risa, una de esas que apenas hacen ruido pero que se sienten. Y, contra todo pronóstico, comenzó a deshacer la mochila sin decir nada más, lo observé por un segundo. Movía sus cosas con una calma tan absurda que me daban ganas de gritarle que se apurara, que esto era un encubrimiento exprés, no una estadía en un hotel boutique.

—No metas muchas cosas, Julián, esto es temporal, solo hasta que mi mamá deje de actuar como si fuéramos adolescentes calenturientos.

—¿Y no lo somos? —preguntó con total naturalidad, sin alzar la vista.

—¡Julián! —me di la vuelta, sintiendo cómo se me encendía la cara.

Se tomó su tiempo, como si estuviera decorando su rincón personal en una exposición de arte contemporáneo, dobló su camiseta favorita con tanto esmero que juraría que la estaba alisando con el poder de la mente, ordenó su libro en la mesita como si fuera una reliquia y hasta colocó su cargador con la precisión de un cirujano cardíaco. Yo, mientras tanto, caminaba por la habitación como leona enjaulada, mirando el reloj cada dos minutos.

Cuando por fin terminó y después de resistirme a la tentación de empujarlo fuera para recuperar mi espacio, decidí que necesitaba un baño, uno largo, caliente, silencioso, casi terapéutico.

—Listo, ya puedes irte a tu cuarto, gracias por la colaboración —dije, abriendo la puerta y asomándome al pasillo.

Y entonces lo sentí, esa energía inconfundible, las llaves en la cerradura, el sonido de la puerta principal abriéndose.

—¡No puede ser! —susurré, cerrando la puerta de golpe y empujándolo hacia adentro con fuerza.

—¿Qué pasa? —preguntó alarmado.

—¡Ya volvió! —le espeté en un susurro urgente—¡Mi mamá ya está aquí!.

Apenas acomodé mi ropa, escuché los pasos en el pasillo y la voz de mi madre acercándose.

—¿Le diste la llave? —le pregunté en voz baja, sintiendo los pasos de mi mamá acercarse por el pasillo.

—Fue imposible decir que no—susurró Julián, con las manos en alto.

—¿Cómo que imposible?.

—Me la pidió con esa sonrisa amable de “no quiero molestarlos cuando estén... ocupados” —hizo comillas en el aire.

Cerré los ojos un segundo, inhalé resignación y exhalé derrota.
—Perfecto —murmuré para mí misma— Estamos oficialmente atrapados en una telenovela que no escribí.

Me ajusté la ropa, me acomodé la dignidad lo mejor que pude y salí detrás de Julián, que caminaba por el pasillo con la actitud de quien acaba de ganar un premio al “novio del año”.

Apenas mi mamá nos vio, se le iluminó la cara como si hubiera presenciado un milagro.

—¡Ay, qué gusto me da verlos así! —exclamó, llevándose una mano al pecho— Se nota que la reconciliación les está haciendo bien. Están radiantes, se nota el amor.

Tragué el sarcasmo como si fuera una pastilla amarga y le sonreí con la ternura más falsa de la historia.

—Sí, mamá, todo… en orden.

Julián, con ese talento natural para actuar como si nada, asintió con una sonrisa tranquila, las manos en los bolsillos y una calma que me daban ganas de sacudirle.

—Me alegra tanto, de verdad —insistió mi madre, dándole una palmadita en el hombro a Julián—Sabía que ustedes dos eran el uno para el otro. ¿Ves que valió la pena intentarlo de nuevo?.

Y ahí estaba yo, atrapada en una mentira que había inventado para no darle la razón… y ahora estaba haciéndole creer que la tenía. Irónico, ¿no?.

—Claramente… —mascullé con la mejor voz dulce que pude fingir, mientras le lanzaba a Julián una mirada que decía “te vas a arrepentir de cada palabra”.

Mi mamá, emocionada como si estuviera recorriendo la suite de una luna de miel, señaló el armario con gesto aprobatorio.

—Así que aquí están tus cosas.

—Sí… bueno, tuvimos que usar esta habitación por espacio —mentí con la soltura de una actriz premiada, caminando entre las maletas que, sinceramente, habían sido arrastradas ahí con cero glamour hacía menos de una hora— Ya sabes cómo es Julián con sus camisas planchadas, sus cajones ordenados por colores… No había forma de meter todo eso en mi armario sin que sufriera una crisis existencial.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.