Una semana después del baile de graduación, los chicos esperaban ansiosos por obtener sus títulos de preparatoria, Abbey asistió en silla de ruedas a la gala, pero con una sonrisa que desde hace mucho tiempo no se le veía notar.
Todos estaban muy felices y los padres orgullosos de sus hijos.
Melissa se graduó con honores y María se sentía emocionada.
Finalmente, todos se hicieron muy amigos. Abbey dejó en el pasado todo lo que le había hecho a los demás y pidió perdón.
Ese mismo día, se fue a vivir con su madre después de tanto tiempo.
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Han pasado tres meses desde el accidente de Abbey, al parecer todo va muy bien. Ingresó a un centro de rehabilitación y su mejoría tanto personal como física, van en ascenso.
Melissa decidió pasar tiempo de caridad con su madre mientras transcurrían las vacaciones de verano. Su tía Lenna, la propietaria de la casa donde viven, vino de visita desde la otra ciudad, ya que cuando Melissa apenas era una bebé, decidió mudarse y dejarles la casa.
Todos los demás disfrutaron de unas vacaciones extraordinarias, Darren inició una relación con Jhon, Juliana y Jenna viajaron a las Bahamas, Carla empezó a escribir libros; casi todos los días iba a la casa de Melissa a pedir recomendaciones o ideas, mientras que Abbey estuvo con su madre y sus hermanos menores.
Pero, no todo es de color de rosa...
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—Mamá, ¿puedo ir a casa de Melissa a buscar unos cuentos? —le preguntó Abbey—.
—Por supuesto hija, dale mis saludos de mi parte a todas —contestó Janet—.
— ¡Esta bien mamá! Adiós, te amo! —despidió y se marchó de la casa—.
Apenas se dirige a la vereda de la calle, nota algo extraño detrás de un árbol que está muy cerca de la casa. Se sintió vigilada, pero lo ignoró totalmente y siguió caminando.
—Meli! ya llegué! —Abbey llama parada en la puerta principal de la casa de Melissa—.
*Lenna abre la puerta*
—Oh, hola, tú debes ser Abbey —interrogó en un tono de amabilidad—.
—Sí, eh, ¿y usted, quién es? —preguntó Abbey con el ceño fruncido—.
—Soy Lenna, la hermana de María —contestó la mujer que parecía ser algo mayor y de cabello canoso—. ¡Mucho gusto en conocerte, ven pasa! —exclamó con ánimo y la deja entrar—.
Dentro de la casa
—¡Melissa! *gritó Lenna en llamado a Melissa* esa niña, debe estar leyendo.
—¡Ya voy tía! —contestó la chica desde su alcoba—.
—Meli me habló muy bien de ti, está muy feliz de haber tenido una hermana y dos pequeñitos —dijo Lenna sonriente—.
—Oh vaya *sonríe*, eh, sí, Melissa es una gran chica, la quiero y la admiro muchísimo —enalteció—.
—¡Ya estoy aquí! —exclamó Melissa animada acercándose hacia las mujeres—.
—Oh meli, mira, Abbey está aquí —avisó Lenna—.
—Hola meli *se levanta y la abraza* te extrañé hermana.
—Hola Abbey *la abraza* también te extrañé. Cuéntame, ¿cómo están Janet y los pequeños? —preguntó ya sentada en el sofá de la sala—.
—Muy bien meli —respondió—. Ellos me pidieron que te pidiera algunos cuentos para leerles antes de dormir, si no te molesta...
—Por supuesto que sí —contestó con una sonrisa— ven, vamos a mi habitación, ¡tengo muchos libros que les encantarán! —exclamó—. Con permiso tía.
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Editado: 23.12.2019