En esta etapa hay un punto que resaltar: ¡No le digas a una embarazada que su llanto es por las hormonas!
Bien es cierto que las hormonas nos llevan a expresarnos de manera más caótica y sean explosivas cada una de las emociones, sin embargo, no es bueno que lo digan a sabiendas del embarazo.
En primer lugar, es ofensivo y evativo, el hecho que estemos embarazadas nos hace sentir diferentes, en muchos casos completamente incómodas con nosotras mismas, dependiendo de cada mujer es el reflejo de este; en mi caso, asintomática, fue muy dificil lograr contener mis emociones, básicamente porque no podía ver o sentir el embarazo como tal, me sentía yo en su mayor parte, mis berrinches cuando me ponía melancólica eran mucho más profundos y las palabras que recibía sí abren heridas pues evaden la responsabilidad de ofrecer una cálida respuesta a la problemática que potencializó la crisis.
En segundo lugar, el tacto se vuelve una necesidad inmediata, si antes del embarazo se tiene la necesidad del apapacho de la pareja y/o cónyuge, en el embarazo se vuelve esencial, simplemente les queremos fundidos a nosotros, el tacto está científicamente comprobado por especialistas que ayuda a nivelar las hormonas y químicos que se encargan de las emociones, por lo tanto, la paciencia es una herramienta que debe desarrollar la familia para el entorno de la mujer embarazada.
En tercer y último lugar, la atención, si estar embarazada en una relación de una pareja con pocos compromisos se llegan a complicar las atenciones a causa del trabajo o la rutina, en una relación con más de un hijo, se vuelve caótico lograr la atención que la mujer embarazada necesita; la atención que se pide no es tenernos saturadas de comida, lujos o cosas materiales, lo que realmente necesitamos es que nos escuchen y sean cómplices de nuestras ilusiones que nos genera llevar una vida dentro de nosotras.
En mi experiencia, el tener dos pequeños de kinder a quien atender, un sobrino bebé y un hogar que limpiar fue un verdadero reto. Principalmente porque no era lo único en lo que mi mente pensaba, también tenía problemas con mis padres, quienes vivían en su propio mundo y estaban en total desacuerdo con mi relación. No sólo cargaba con las cicatrices del pasado, las nuevas heridas que conlleva la readaptación a una cultura diferente y el constante autocontrol que significa cargar una pesada personalidad emocional, desde muy pequeña he sido muy sensible con los asuntos que me rodean y el embarazo lo había amplificado. Todo lo anterior hacía que explotara constantemente en crisis emocionales, afortunádamente no soy del tipo enojona, sino más bien melancólica y entusiasta, por lo que la felicidad la derrochaba y las tristezas me hundían. La única ocasión que exploté en ira fue una pequeña bombita que a toda la familia sorprendió.
Para finalizar, las necesidades de una mujer se potencializan en un embarazo, por lo que se debe tener un equilibrio, entre el no tomar tan en serio sus palabras y el comprender lo que siente, es decir, escucha lo que dice y analiza lo que realmente quiere...
Recuerdo que una de las primeras ocasiones donde me desarmé en llanto fue porque se habían podrido todas las verduras que se habían comprado dos días atrás por el pequeño detalle en que el calor era más fuerte que en donde antes vivía, siendo el clima el causante de mi crisis, y mi pareja no pudo evitar reírse de mi desgracia, lo cual en su momento me entristeció más, pero al escuchar la razón de su risa logró contagiarme esa gracia, "tranquila, es normal, no lo sabías" y con ello me abrazó tiernamente.