Después del baby shawer siguieron la fiestas decembrinas, en nochebuena mi cuñada y yo hicimos unas piñatas pequeñas para que los niños pudieran romperla en el día, luego mi suegra preparó el postre, y entre todas las mujeres cocinamos la comida de todo un día; fue un día totalmente tranquilo, vimos películas, platicamos, jugamos en familia y se arruyaron a los niños dios de cada familia.
El mes parecía estar lleno de días felices, sin embargo, nadie se podía imaginar que un día antes de año nuevo, mis oídos me iban a zumbar toda la noche, no pude pegar el ojo y por más que intentaba despertar a mi marido, no lo logré, él tiene el sueño pesado, y yo me sentía aturdida, no podía hablar, me había hecho un ovillo en la cama, tratando de "soportar" o "calmar" el dolor... al día siguiente, él se desertó sin tener idea del tormento por el que pasé, mi cuñada iba a ir a consulta mensual de su bebé, así que me llevó con ella, el doctor me mandó a realizar analisis de sangre, él consideraba a que el dolor era causado por la congestión nasal que llevaba más de un mes sin aliviarse. Honestamente, me molesté mucho con mi marido de que no me hiciera caso, y luego surgieron otros asuntos que me hicieron sentir desplazada, parecía que no me escuchaba o que simplemente no mostraba interés en mí o en mi salud; en el transcurso del día me comuniqué con mis padres, volviendome a insistir que asistiera a la reunión familiar de año nuevo, mi familia normalmente no hace fiestas ni nada conmemorativo, a no ser que mis tíos insistan, así que accedí, necesitaba calmar las emociones negativas que me habían generado ese día, el doctor me había mandado reposo, pero fue más fuerte mi ansiedad causada por las fuertes emociones.
La reunión con mi familia fue incómoda, casi nadie sabía que estaba embarazada, y sólo las mujeres se mostraron interesadas y emocionadas, ellas me regalaron la primera ropita de mi bebé, ropa que debió comprar su padre...traté de no dejarme llevar por las emociones que volvían a mi mente, no quería romper en llanto en plena cena...fue muy doloroso recordar que mi felicidad no se comparte de la misma manera con aquellos que llevan tu sangre, o aquellos que pertenecen a la familia de tu pareja...me sentí tan desdichada en plena fiesta... Y al volver a casa, mis emociones empeoraron.
Humanamente hablando, traté de mantenerme fuerte, continuamos con la rutina, y aunque me habían mandado a reposo, no podía simplemente ignorar a mis hijos, la cocina se encontraba en el segundo piso y el cuarto en la planta baja, ¿cómo darles de comer? Creo que la familia de mi esposo y él mismo olvidaron ese detalle, todo el tiempo tenía hambre y ellos también, hasta que mi cuñada o mi esposo llegaban, podíamos comer...era una situación frustrante y hasta cierto modo me sentía incapaz de resolver esa situación...cuando la desesperación me ganaba subía a cocinar, lavaba los trastes o la ropa que más necesitabamos...la falta de comunicación empeoró a medida que sentía la lejanía de mi esposo, sabía que él andaba molesto, quise creer que se debía a su trabajo, se había vuelto callado y sólo hablaba con su madre, dentro de mi sentí unas corazonadas que me hacían sentir que debía irme...
Me esforcé muchísimo por hablar con él, tratar de averiguar qué sucedía, por qué me ignoraba, pero él se cerraba a que no era verdad, que sí me escuchaba y que estaba buscando "soluciones", cuando tocaba el tema de la ropa él decía que lo iba a comprar un mes antes del nacimiento, estábamos a principios de enero y estaba previsto que nacería a finales de febrero, por lo que él pensaba ir hasta empezado el segundo mes, me molestó muchísimo y aumentó más cuando tuvo la osadía de compararme con su exmujer alegando que la ropa que le había comprado a su primera hija se hecho a perder a causa de su irresponsabilidad, básicamente me dio a entender que no iba a cometer ese error conmigo, como si yo fuera igual a ella...
Al día siguiente de esa discusión, mis piernas se hincharon, yo soy una persona muy activa y cuando me dijeron que debía guardar reposo se me dificultó mucho, luego al ver la hinchazón me dijeron que se debía a la falta de ejercicio, que ya me había enconchado, me echaron la culpa de mi condición y justamente esa fue la gota que derramó el vaso, entré en crisis y me la pasaba llorando, le rogué a mi marido que me llevara al doctor, que cada día me sentía peor, y él me respondía que en cuanto le pagaran; esperé un día y llegó el sueldo, le pedí que me llevara y dijo que en su día de descanso, intenté esperar, pero nuevamente entré en crisis y me terminé desahogándo con mis padres, y ellos decidieron irme a recoger ese mismo día... Por la tarde, mi marido llegó del trabajo y le volví a insistir que me llevara al doctor y volvió a negarse, de ahí le respondí que entonces me iba con mis papás, porque yo no podía esperar...sólo me miró con ojos de sorpresa y no dijo nada...yo esperaba que reaccionara y me llevara en ese momento. No fue así.
Mi papá y yo llegamos a la casa de mis padres cercana las nueve de la noche, llegué cansada, agobiada y profundamente triste, por mucho que me controlara y forzara mi sonrisa, algo muy dentro de mi me avisaba constantemente que algo iba a suceder...mi intuición nunca me falla, cada tormenta, cada suceso, cada problema siempre hay un aviso antes, una corazonada, una alarma en mi corazón que me prepara para recibir los golpes.
¿Quién me iba a preparar ante la siguiente noticia?
Mis padres habían preparado la habitación para mí y mi familia, habían considerado que mi marido estaría conmigo en cuanto naciera mi bebé, así que todo era hermoso.
Por la mañana del jueves 17 de enero, me levanté un poco más animada, un poco más fuerte; desayunamos y nos dirigimos a la clínica donde laboraba la amiga de mi mamá, quien fue mi maestra de biología en la preparatoria, decidimos ir caminando, cerca de dos kilómetros, porque aún teníamos la idea de que la hinchazón se debía a la falta de ejercicio.