Capítulo 5.- Un vergonzoso accidente.
—Katia antes de ir a dormir recoge todo, por favor—Dijo mamá antes de subir las escaleras. Su tono no dejaba lugar a objeciones.
En la cocina me esperaba una montaña de trastes sucios. Odiaba que me tratara como la sirvienta de la casa, pero en esa ocasión no me importó. La fiesta había valido totalmente la pena.
Antes de comenzar las labores me dirigí a mi alcoba a cambiarme. Me quité mi preciado vestido y lo acomodé con cuidado en el armario. Me vestí con un short cómodo y una vieja y holgada playera con un dibujo de Sakura Card Captor. Tenía algunos agujeros, pero no me importaba, era mi favorita. La había comprado en una convención de anime a la que fuimos Henry y yo.
Antes de bajar a la cocina decidí llamar a Sherlyn. Faltaba un mes para que terminaran las vacaciones, pero estaba impaciente por verla y conversar con ella, sobre todo después de lo que pasó.
Desde que la conocí supe que era especial. Sherlyn era la chica más hermosa del salón y no solo en el aspecto físico. Era bella de verdad. Tenía un gran corazón y se preocupaba por los demás. Además, era talentosa e inteligente. Sacaba buenas calificaciones. Ella podía ir maquillada y leer libros a la vez, demostrando que las dos cosas no están peleadas.
Aunque yo no era tan amiga de los cosméticos, Sherlyn solía practicar en mi técnicas de maquillaje, nos grababa a las dos y subía los videos a YouTube. Su sueño era ser maquillista profesional.
—¡Hola, Katia! —Sonreí al escuchar su fresca y expresiva voz—Te he extrañado tanto.
—¡Yo también!
—¿Cómo te la pasaste?
—Estuvo…Muy bien—Mucho mejor de lo que esperaba.
—Me habría encantado ir a la fiesta de Henry.
—A mí también me habría gustado que estuvieras aquí, Sher.
—Seguro te veías hermosa.
—Eso creo—Dije con una sonrisa pegada a la cara.
—Suenas muy emocionada, ¿Pasó algo? Debe ser algo bueno para que me llames a las once de la noche—Me conocía de cabo a rabo.
—¿Te acuerdas de que te hablé de Reinhard, el mejor amigo de la infancia de mi hermano? —Solté de sopetón.
—Sí.
—Ha vuelto a la ciudad.
—Oh, ya entiendo—Canturreó, entusiasmada—¿Cómo es?
Mordí mi labio inferior.
—Es…—Lo visualicé y se me encogió el estómago. Me dio un vuelco el corazón. No podía parar de pensar en su sonrisa y sus ojos mirándome. —Guapísimo, es lindo, divertido, agradable.
—Vamos al grano, ¿Cuántos años tiene?
—Veintidós, es de la edad de mi hermano.
—Vaya, es muy mayor. Debe ser todo un experto…
—Cállate, Sher, ¿Qué cosas dices? —Me reí. Sus risas me secundaron.
Le hablé de Reinhard durante largos minutos hasta darle dolor de oídos. A mi favor solo podía decir que ella solía parlotear sobre lo maravilloso que le parecía Henry, así que estábamos a mano.
—Ya, Kati—Me detuvo—Ya he entendido. No sé cómo pude perderme la fiesta de tu hermano—Se lamentó— Habría pagado por felicitar a Henry y por ver a ese tal Reinhard, ¿Sentiste las mariposas?
—Sí, ¿Por? —Aun las sentía agitándose en mi estómago. Pero más que mariposas parecían avispas.
—Oh—Sher soltó una risa y cantó—Tuviste tu primer flechazo.
Sherlyn me molestaría eternamente con esa cantaleta. Y eso que aún no le había contado de mi beso con Reinhard.
*.*.*
Bajé a la cocina, puse música de Bruno Mars en mi celular, me coloqué los auriculares y aunque me daba mucha pereza lavar esa cantidad descomunal de loza me apresuré a terminar con eso.
Mientras enjabonaba los trastes, la música en mis oídos me transportó a otro lugar. Recordé una y otra vez la conversación que tuve con Reinhard. Estaba alucinada. No podía parar de pensar en él, de sentirme nerviosa, ansiosa, emocionada. Mil sentimientos me recorrían.
Suspiré al visualizar sus ojos de color gris acerado y su forma directa de mirarme. ¿Estaría despierto? Seguro. Debía estar disfrutando con mi hermano y sus amigos. ¿Pensaría en mí? Eso quería saber. Porque yo no paraba de recordarlo.
Había algo que me taladraba el cerebro con insistencia.
El beso.
Aquel maravilloso e intenso beso.
¿Se acordaría Reinhard? Le resté importancia, después de todo…Había pasado hace 3 años, no fue nada serio, solo un roce de labios. Seguro que a él ya se le habría olvidado. Pero yo no podía.
Había sido mi primer beso.
Trate de controlar mis pensamientos y fue en vano. No entendía lo que me ocurría con Reinhard. No era posible que un chico me afectara tanto. No me había sucedido algo así antes, lo cual me desconcertaba. Había conversado con otros muchachos, pero ninguno me interesó tanto como para querer escucharlo una y otra vez.