El intenso calor parecía haberse adueñado de la sala del club, un espacio que a esas alturas del día parecía más una pecera en el desierto. Cada uno de nosotros, los miembros del club, nos encontrábamos ya en nuestros respectivos lugares.
Alicia, con una concentración que rayaba en la obsesión, marcaba un frenético ritmo en el teclado de una laptop que nos había prestado el club de informática. No era precisamente un equipo modesto: un vistazo más detenido revelaba una tarjeta gráfica dedicada que dejaba claro que no era un juguete.
Por otro lado, Sofia se había sumergido en la lectura de uno de los muchos mangas que había apilado junto a ella, perdida en un mundo de viñetas y diálogos. Mientras tanto, Gabriel se encontraba en el último tramo de una tarea de matemáticas.
Fue Alicia quien rompió el silencio. Se levantó de repente, golpeando la mesa central con tal fuerza que nos sobresaltó a todos. Levantó un dedo hacia el cielo y exclamó con entusiasmo: "¡Lo tengo!"
Como si fuéramos títeres, todos giramos la cabeza hacia ella. "Iremos de cosplay como los personajes de La Melancolía de Horikita Suzumiya."
Así es, no estábamos trabajando en la novela visual; estábamos buscando un cosplay grupal para la expo anime que se celebraría el próximo fin de semana. Se suponía que trabajaríamos en la novela primero, pero Alicia y Sofia se habían emocionado desde el principio y habían terminado buscando ideas.
"¿Por qué de ellos?" pregunté, levantando la mano, tratando de poner algo de orden en el caos.
"Porque es perfecto," respondió Alicia, "y de alguna manera, somos como ese club. Yo soy como la diosa Suzumiya, Gabriel es un perfecto Itsuki el esper, Sofia es una digna Nagato la alienígena y tú, tú eres tan poco destacable como Kyon."
"¿Poco destacable?... ¡Oye!" protesté, aunque en cierto modo no me molestó demasiado. Siendo honesto, me identificaba un poco con dicho personaje.
"Tiene sentido, además, los uniformes escolares japoneses son mucho más fáciles de hacer que cualquier otro cosplay," reflexionó Gabriel, acariciando su barbilla con aire pensativo.
"¿Y las pelucas?" preguntó Sofía, con una preocupación legítima.
Alicia levantó una mano, en un gesto de tranquilidad. "No se preocupen, ya lo tengo solucionado. Mi tía trabaja en una tienda de artículos de estética. Le pediré que nos de unas pelucas por un favor que me debe y asunto solucionado," dijo, con una energía contagiosa.
Gabriel, el subdirector del club, se levantó de su asiento con un aire de determinación. "Bien, debería irme. La tienda de telas cierra en dos horas. Alicia, mándame la lista de colores y diseños de los uniformes por mensaje," anunció.
Sus palabras me sorprendieron un poco. Gabriel a pesar de tener un cuerpo muy masculino, tenía una habilidad secreta. "Mi madre me enseñó a tejer y manejar una máquina de coser, no será un problema para mí," añadió con una sonrisa segura cuando se menciono lo de hacer cosplay grupal.
Alicia, con los ojos brillantes de emoción, asintió y levantó el pulgar. "¡Claro, cuento contigo, sub director del club!" gritó, agitando la mano mientras Gabriel salía del aula.
Luego, mis ojos se posaron en Sofia, que seguía sumergida en su manga. Decidí bromear un poco. "Oye Sofia," la llamé, con una sonrisa juguetona. "¿No serás un Alien que vino a vigilar a una diosa molesta y berrinchuda, verdad?"
Sofia levantó la vista, con una expresión de desconcierto. "¿Eh? ¿Qué tonterías dices?" replicó, haciendo un adorable puchero antes de partirse de risa.
Alicia, que ya estaba recogiendo sus cosas, se unió a la conversación. "Claramente no lo es, pero si lo fuera y yo fuera una diosa, es mejor que me lo digas. Me gustaría cambiar algunas cosas," dijo, con una sonrisa traviesa.
En respuesta, solté un suspiro dramático. "Tu prisa por irte siempre del club me hace pensar que tienes una vida secreta. ¿Eres una superheroína o algo así?" bromeé.
Sofia se rió y se encogió de hombros. "Cállate, tengo mis motivos. ¡Nos vemos en la expo!" dijo, despidiéndose con una sonrisa brillante antes de salir por la puerta.
Me quedé mirando la puerta cerrada durante un momento antes de murmurar para mí mismo, "Aunque todavía nos vemos un par de días... esa expo es hasta el fin de semana..."
Al final, la sala del club volvió a estar en silencio.
"Creo que deberíamos irnos también"
"¡Si!"
◇ ◇ ◇
El fin de semana había traído consigo un aumento de la temperatura en la ciudad de México. El calor era agobiante, casi insoportable, especialmente en el transporte público. Sin embargo, la presencia de Sofia junto a mí, ataviada con su cosplay, hacía que todo tuviera sentido.
"Oye, ese uniforme japonés te queda increíblemente bien", le dije, tratando de mantener una actitud despreocupada.
"¿De verdad piensas eso?", preguntó Sofia, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y alegría. "Gabriel es realmente talentoso, no puedo creer lo bien que quedó".
Observé su cabello, oculto bajo la peluca que, curiosamente, tenía el mismo corte que su cabello natural. "Sabes, podrías optar por no usar la peluca. Es tan similar a tu cabello que casi no notaría la diferencia".
Sofia rió, una risa contagiosa que me hizo sonreír a pesar de mí mismo. "Jaja, es cierto. Realmente, lo único que cambia es el tono".
Entonces, sin previo aviso, el camión pasó por un par de baches. Todos nos tambaleamos. Gracias a mi altura, logré agarrarme fuertemente del tubo superior, pero Sofia, más bajita, resbaló y terminó pegada a mi pecho.
"Sofia...", dije, sintiendo cómo mi rostro se calentaba.
"¡Ah, lo siento!", se disculpó, alejándose de mí de inmediato.
"No me molestó...", respondí, tratando de disimular mi sonrojo.
Entonces, con una curiosa chispa en sus ojos, Sofia me examinó de arriba abajo y sonrió. "Oye, también te queda bien el cosplay", dijo, provocando que me sonrojara aún más.