Llegué el lunes a la escuela. Vi a Oyola, rápido la fui abrazar como si nunca la hubiese visto porque muy bien sabía yo que estuve a punto de arrebatarme de sus propias manos, me preguntó porqué falté pero le dije que fue porque me había enfermado no le iba a decir que estaba muriendo ni que había atentado contra mi vida. En la mañana me sentí un poco mal durante su clase porque un sentido de rareza y tinieblas me cubrió, Seut estaba ahí, entró a su salón. Al menos eso yo estaba viendo.
Por suerte Ms Oyola había salido y estábamos con cabeza abajo yo sola lo podía ver y aprovechó el alma de mis “compañeros”. Vio el alma de un niño, vi que nadie estaba mirando siquiera, le atravesó el alma y le sacó el corazón como a mí y me dio tristeza verlo agrietado y con agua que salía de las grietas mientras que Seut me miró y me lo mostró.
-Ya está roto, esta agua son lágrimas te digo desde ahora que el corazón no habla por eso llora...-Soltó en tono de burla mientras yo comenzaba a temblar del miedo.
-¿Él lo siente, eso que le haces?-Me atreví a hablar casi tartamudeando pero nadie escuchaba era como si todo fuera una dimensión distinta de la que solo podía estar aquel hombre y yo.
-No, aún está vivo.-Bufó
Luego Seut se acercó a una de mis amigas y la olfateó. Era simplemente horrible lo que estaba mi subconsciente haciéndome ver hasta que llegué a ponerme las manos en ambos oídos para no escuchar la voz de Seut más.
¡Le atravesó el alma con su mano! Y le sacó el corazón, se enfadó porque no estaba roto. Tomó una pequeña lanza y se lo traspasó de un lado a otro. Yo grité de miedo, quería que todo acabara. Esto era como estar viendo al propio Satanás en frente, quería levantarme del pupitre pero no podía, forcejaba en un punto en el que sentí el desgarre de uno de los músculos de mis caderas. Hasta que vi aquella figura moverse en mi dirección y solo cerré mis ojos cuando alzo su mano con el corazón de la chica lo azotó contra el suelo y lo pisoteó dejando una extraña sustancia rojiza que de poco en poco fue perdiendo el color para tornarse negra y cristalina. Los segundos pasaron y mi desesperación era tanta que solo salieron gritos de mi boca en suplicas de terror.
-¡No que haces déjala no la lastimes!-Fue entonces cuando la figura de Seut desapareció y la mancha del corazón destrozado con él. Todos me escucharon y me miraron con un rostro de confusión al que quedé impactada de pies a cabeza negándome ante lo que había visto. Sentí una opresión en mi pecho y lo sostuve con fuerza, sentía como el oxígeno comenzaba a escaparse de mis pulmones. Mi propio cuerpo se tambaleó de todas maneras hasta que caí al suelo siendo pronto correspondida por los brazos de uno de los chicos que me miraba asustado. El agua de mis ojos pronto comenzó a salir en grandes cantidades cuando detrás del cuerpo del chico que me sostenía seguía la figura de Seut con una risa chillona que me ensordecía. A lo lejos y por lo que pude escuchar el chico me hablaba y tocaba mis mejillas preguntado qué me pasaba pero yo solo señalé detrás de él y volteó su rostro con confusión sin notar algo anormal. Pronto me escapé de los brazos de él y salí corriendo del salón dejándolos a todos con la peor de las escenas y confusiones. Me encerré en el baño y a los segundos la maldita figura de Seut apareció justo a mi lado.
-No es tan fácil, querida.-Dijo mientras terroríficamente sentí como puso sus manos en mis mejillas y yo le evadí mi rostro.
-No me toques.-Rogué
-¡Me las llevaré a las dos, las haré sufrir, las haré llorar!-En susurros continuó diciendo a mi oído. El miedo me comenzó a llenar a tal punto en el que caí de rodillas al suelo colocándome las manos en mis oídos para no escucharlo más.
-¡Basta ya, sal de mi cabeza, ya deja de hacerme sufrir!-Luego de que grité eso Seut se esfumó.
(…)
Una tarde estaba con Ms Oyola en su salón y de repente una briza esa aterradora que traía Seut siempre, me rozó la piel. Entró al salón. Me miró con un rostro de ganas de asesinar. Traía consigo un frasco negro, una lanza de hierro, y un amuleto que decía “-Almas de los espíritus-”
Yo entré en pánico, puso el frasco en una silla, agarró la lanza con la mano derecha y con la izquierda el amuleto. Empezó a decir una palabras en latín que no sé realmente que significaban y le miró el rostro a Ms Oyola. Todo para el parecía irle bien, pero mis manos estaban en mi rostro ocultando mis ojos de lo que acontecería, paralizadas hasta que escuché un grito ensordecedor proveniente de su voz.