Mundanos "Sangre Verde"

Capítulo III "La unidad"

 

 

Día II

 

La mañana apresura su ámbar, dormí un poco después de mi guardia. Como iba en segundo lugar, acompañé a Franco en el primer turno, es un buen chico, hablamos sobre lo que sentimos que fuimos antes de despertar aquí. Su pequeño recuerdo no le dice nada, cuenta que está bebiendo un café y leyendo un montón de libros, pero no distingue de qué son. También conversamos sobre lo que creemos que está pasando y qué sería lo mejor si el portón se abrirse. Coincidimos en algo, necesitamos armas para defendernos, no sabemos que hay allí afuera. Entonces comenzamos a buscar cosas en las calles, hierros, clavos, madera, en fin todo lo que fuera de utilidad, sin alejarnos mucho, pero no encontramos nada porque la oscuridad nos jugó una mala pasada. Franco es bajo, al menos bastante más que yo, parece estar en forma y es muy simpático. Me comentó que al ponerse la inyección dejó de usar los anteojos que tenía porque le molestaban. O sea que la cosa esa lo curó de su miopía.

Ahora nos reunimos todos en el centro del campamento, el portón sigue cerrado y deben ser las siete de la mañana.

─ Entonces buscamos lo que sea para armarnos ─digo, luego agrego ─tenemos que estar preparados para lo que sea que haya del otro lado. Todos asienten y nos ponemos a buscar algo que sea de utilidad. Ahora me encuentro dentro de una cabina en el fondo del campamento con Rod y Eban,

─ ¡Oigan ustedes dos! ─Dice Rod─. Podrían ser hermanos tranquilamente, ¡Tienen un aire eh! <<Puede ser>> pienso. Eban es alto igual que yo y tiene un cuerpo muy parecido al mío, incluso encuentro algunos rasgos similares, pero, cómo saberlo si no recordamos nada. Entre los tres decidimos romper una de las paredes para ver cómo están hechas por dentro, también destruimos a patadas la puerta del armario y nos hicimos de un par de chapas pequeñas y encontramos que los hierros de la cama se pueden usar.

─ Necesitamos algo para atar ─dice Eban─ y empuñar. Asiento con mi cabeza.

─ Podemos usar la ropa de los chicos que murieron ─comenta Rod. Lo miramos con cara de asombro, pero creo que puede servir ─ ¡¿Qué?! Ya no las van a necesitar.

─ Sí, creo que tienes razón ─respondo

─ No nos caerá ninguna maldición ¿no? ─agrega Eban y luego sonríe. Los miro y le respondo:

─ ¡¡¡Claro que no!!! ─Con gestos elocuentes de obviedad─. Pues hagámoslo.

Caminamos hacia los cuerpos, puedo ver cómo todos los demás están concentrados  en lo suyo, buscando sus posibles armas, hasta a Luz la veo intentando doblar un caño con sus flacuchas piernas. La ayudaré cuando terminemos, aunque en este mundo tiene que aprender a defenderse y a valerse por sí misma. Llegamos con los cuerpos.

─ ¿A quién desnudamos dice Eban? ─Ácido sonríe.

─ ¿A él? ─pregunta Rod mientras señala al cuerpo de un muchacho que se encontraba con una remera negra.

─ Da igual ─respondo. Entonces le sacamos la remera. <<No va a alcanzar para todos>> pienso, así que les digo que saquen cuatro o cinco más. Yo sé que no está bien lo que estamos haciendo aunque le haya dicho a Eban que no pasaba nada, pero seamos sinceros ¿quién de ustedes no hubiera hecho lo mismo en nuestra situación? , ahora ellos están en un plano totalmente distinto al nuestro ¿Quién sabe dónde andarán sus almas? No estamos profanando sus cuerpos, ¿o sí? Tal vez algunos dioses se enfaden o el universo nos castigue. Pero… ¿más que esto?

─ Muchas gracias por dejarnos usar estos harapos, porque en definitiva ahora no serán más que eso ─digo, puedo observar que Eban y Rod no dicen nada, sólo me miran <<seguro que deben pensar que estoy desquiciado>> pienso, pero es lo que siento hacer─. No los conocimos y no tuvieron la misma suerte que nosotros de mantenerse con vida, o tal vez sea todo lo contrario… en fin, gracias.

─Eres extraño hombre ─dice Rod, luego sonríe.

Caminamos rápidamente hacia el centro del campamento, al llegar veo que algunos ya están preparando sus armas, que no son más que unos cuantos palos con puntas. Yo prefiero hacer algo más liviano, unos cuchillos me vendrán bien. Al fin y al cabo iba a tener que ayudar a Luz, pues veo que Juliano y Ramori están un poco atrasados, así que luego de terminar mis dos pequeñas armas, camino hacia ella. Mientras avanzo observo que Aldana había armado una especie de espada o Hacha, no sé bien qué es, incluso es totalmente desproporcional.

─ ¡¡¡Aldana!!! ─Le grito─ ¡Levántala a ver cómo te queda! Entonces la chiquita me mira, sonríe e intenta levantarla, aun con la fuerza que tiene no puede ni sostenerla sin arquearse. Los chicos del grupo se ríen ─Ya ves cómo eres de impulsiva, haz algo más ligero ─le grito e inevitablemente sonrío. Katia por su parte había improvisado una especie de cuchillo bastante bien.




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