No todos los muertos están dentro de un ataúd en un cementerio, o han sido cremados y vueltos cenizas. Por eso estoy yo aquí, fue hace mucho tiempo cuando morí, era una noche fría y con muchas nubes...de vivo me gustaba caminar y recolectar huesos, huesos humanos, un cráneo, un peroné, un cúbito, todo tipo de huesos. Y no, la mayoría de los huesos no los conseguí porque haya matado alguien, de hecho, fui algo así como un ladrón de cementerios, pero bueno, eso ahora da igual, ya no estoy vivo. Regresando al tema principal, voy a contarles como morí, fue algo un poco estúpido, pero qué se le va a hacer.
Estaba en un cementerio, de esos donde las hojas secas de los árboles cercanos provocan un sonido como de lamentos cuando el viento las mueve, caminaba tarareando buscando a mi próximo objetivo, lo encontré a los pocos minutos, hice lo que siempre hacía, corté el ataúd por la parte posterior y lo vi, un hermoso espécimen de hueso del tobillo, al parecer a esa mujer la habían enterrado al revés, pero no importaba, porque por sus huesos del pie había ido, todo bien, yo sacando los huesos necesarios para no tener que volver de nuevo, o al menos no por el mismo espécimen, hasta que un golpe en la parte trasera de mi cabeza hizo que perdiera la conciencia.
Y bueno, a continuación...no pasaron cosas "agradables" que digamos, me diseccionó mientras estaba vivo aún, todavía recuerdo cómo era su rostro, su contextura y cómo vestía. Era una persona alta y algo corpulenta, no demasiado; llevaba un traje color azul brillante, no pude evitar pensar que su atuendo no era de mi agrado, su rostro tampoco me agradó, tenía una buena nariz, y sus ojos no eran lo más horrible que había visto, aunque tampoco es que me gustaran, pero sus labios, esos labios delgados y desgarrados, como si se hubiera arrancado pequeños pedazos con los dientes; la combinación de todo eso era simplemente... desagradable, no era mi estilo.
Empezó con las uñas de mis pies, por la mierda que fue doloroso, después fue a por los dedos de mis manos, uno por uno, los sacó de donde se supone que es su lugar, empezando por el meñique. Podía ver como la sangre escurría por mis dedos, o bueno, lo que quedaba de ellos, ¿iba a morir desangrado? Me preguntaba en ese momento, aunque unos minutos después supe que la respuesta era no, esa persona comenzó a cortar mi pecho, supongo que pensaba abrirme por la mitad, lamentablemente no duré lo suficiente como para ver mis órganos internos, superé mi umbral del dolor cuando el bisturí corrió dos centímetros en mi piel, y pues, morí. Lo sé, no es una muerte dramática, tampoco heróica, y mucho menos entretenida, pero bueno, si la vida es irónica, ¿Por qué no iba a serlo la muerte?