No dejes que me encuentre

Capítulo 1

Caminamos sobres las hojas que yacían en el suelo del bosque, sin poder evitar que crujieran al pisarlas, unas más que otras. Aún había luz, pero el atardecer empezaría en cualquier momento. Habíamos instalado un pequeño campamento no muy lejos y esperábamos volver allí cuando termináramos nuestra excursión. No estaba muy feliz con todo ello, pero había entrado en una estupida apuesta para ayudar a un amigo, mi único amigo en el lugar. Simón, el nieto de la anciana vidente.

—¿Me recuerdas por qué estamos aquí? —pregunté por quinta vez y él me miro burlandose. —Francamente, necesito una buena explicación.

—Nos trataron como cobardes, esta es la única forma de demostrarles lo contrario… Ellos son los verdaderos cobardes. Además, hay una gran apuesta de dinero en juego.

Lo miré dubitativo, tal vez había sido malo eligiendo amigos. —¿Y cómo lo vamos a demostrar aquí? ¿Caminaremos en la oscuridad o… ?

—¡Oh! Hasta ahora me doy cuenta, nunca te conté la historia de estos bosques. ¡Chicos! —Recordó y llamó al par de idiotas. —Nadie le ha contado la historia a nuestro nuevo habitante.

—Pues, así no funcionará nada de esto —se quejó uno de ellos y otro rió mirándome como si fuera un fenómeno. —Bueno, descansemos un momento aquí… Es hora de contar una historia —, dejó caer su pequeña bolsa de provisiones y nos invitó a sentarnos en un círculo en el suelo. —Marco, haz una fogata —pidió a su amigo.

Daniel se sentó como si nada sobre las hojas y fijó sus ojos en mí, probablemente pensando por donde debía comenzar y entonces, abrió su boca. —Se dice que hace mucho tiempo una comunidad mágica vivía en el bosque, algunos hablan de duendes, otros de elfos e incluso brujas. La leyenda dice que todos murieron por una extraña enfermedad y cuando la princesa de la comunidad quiso curarlos con magia, una maldición cayó sobre ella. Mi abuela dijo que a la muerte no le gustó que ella se metiera con su trabajo.

>>Entonces, la chica fue forzada a vivir eternamente atrapada en estos bosques, esperando por el día en que pueda ser libre. Dicen que vive en una pequeña cabaña, en medio de toda esta extensa área de árboles. Muy pocos la han visto, pero los que la vieron… Se encontraron envueltos en una serie de eventos extraños.

—Pero de eso ya hace mucho —comentó Marco. —Mi madre dijo que la última vez que alguien vio a la bruja del bosque fue en la época de adolescencia de mi abuela y eso fue hace siglos.

—No exageres, amigo. Un siglo, tal vez; pero no más.

—¿Qué clase de eventos desafortunados? —pregunté.

—Eso no tiene importancia ahora… Marco, ya dejalo —dijo a su amigo quien pese a sus esfuerzos no conseguía crear fuego. —Mejor continuemos, las reglas son sencillas —, se levanto del suelo y Marco, resignado en su fracaso, se unió a nosotros. —Nos adentraremos en el bosque y permaneceremos allí hasta que el reloj de las doce. Hay que sincronizar nuestros relojes.

Las horas pasaron, sacamos nuestras linternas y dejamos que los árboles se cernieran sobre nosotros en la creciente oscuridad. Cuando creímos estar lo suficientemente lejos de la civilización nos detuvimos. Los cuatro elegimos un punto y allí intentamos hacer una fogata usando un encendedor, descubrimos que Marco no era bueno eligiendo la madera. Y cuando estuvo todo hecho, los cuatro nos sentamos juntos frente al fuego, en silencio…

Esperando.

Sin embargo, nos quedamos dormidos en algún momento antes de las doce de la media noche y lo siguiente que supe es que era despertado por un gran alboroto.

—¡Jesús! —La voz exaltada de Marco me despertó.

Abrí mis ojos de golpe y no fui el único, los cuatro miramos en la misma dirección, llenos de miedo. Había una mujer en las sombras del bosque, la luz de la fogata no era suficiente para iluminarla. ¿Era realmente la bruja del bosque? ¿Alguien nos había escuchado hablar sobre el reto en el bosque y nos hacía una broma? No podía dejar de pensar, el tiempo transcurría muy lento para mi.

Un soplo de viento atravesó el lugar moviendo los arboles y apagando el fuego de la fogata en un instante. Simón fue el primero en gritar, mientras que Daniel hizo una especie de gemido entrecortado, Marco simplemente echó a correr al segundo en que la oscuridad nos consumió, lo sé porque su grito ronco se fue alejando, apuesto que incluso se hizo en sus pantalones.

Entonces intenté encender mi linterna mientras el resto del grupo también huía, me quede atrás buscando el botón que hiciera funcionar el estupido artefacto, como si eso fuera a salvarme. Finalmente lo encontré y lo presioné, iluminando todo frente a mi, mostrandome un rostro oculto entre cabello frondoso, ondulado y largo. Ella estaba a escasos centímetros de mi, podía sentir y escuchar su tenue respiración como si fuera la mía.




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