—¿Qué es éste lugar? —Me volví al escuchar la pregunta de Adam, quien se supone no me seguiría. Él miraba el árbol, tanto como la visión le permitía y con tal asombro, que me causó un poco de gracia.
—¿Qué haces aquí? —Le pregunté.
—Te seguí, obviamente —me miró un poco avergonzado. —Siento que he sido grosero contigo, yo… Debes admitir que las cosas no se han desarrollado de forma agradable entre nosotros desde el principio.
—No me parece que haya sido todo tan malo —le dije.
Su mirada vagó por el suelo.
—Aún no respondes mi pregunta.
—No sé si debería, no sé si puedo confiar en ti —le dije. —Quiero hacerlo —añadí.
—Bien —comentó pensativo. —Entonces intentémoslo, los dos, hagamos que esto funcione. Incluso yo me siento un tanto perdido en este momento… Anoche mientras dormía una mujer se presentó en mis sueños, no era un sueño. Era una persona a punto de morir pidiendo por una segunda oportunidad.
—¿Es la primera vez? —Le pregunté.
—No, ha pasado muchas veces más, en la calle, en clases, en cualquier lugar o en cualquier momento. Aún me estoy habituando.
—Bueno, este es el precio por salvar a un amigo, ¿no es por eso que aceptaste esto?
—Sí, salve un amigo y te salve a ti.
¿Realmente me había salvado?
—No estoy tan segura de ello —comenté y él me miró confundido. —Este es el corazón del bosque —le dije, cambiando el tema de la conversación y respondiendo finalmente a su pregunta. —¿No lo escuchas latir?
—No —dijo y luego se mantuvo en silencio. —Espera, tal vez… —Lo vi con una expresión más atenta. —Es como si lo sintiera más que escucharlo.
—Es porque eres externo a él y no parte de él.
—Sin embargo tú lo escuchas —dijo con tono curioso.
—Porque yo soy parte del bosque y él hace parte de mi. No importa cuanto intenten cambiarlo, es un lazo irrompible entre nosotros, una promesa eterna. Todo este tiempo estaba pidiendo por alguien que rompiera mi maldición, pero el tiempo y el olvido había confundido mi mente. Deseaba que alguien destruyera la sombra de la muerta que me perseguía para poder obtener un poco de libertad porque era lo único que podía tener.
—Ahora ya no tienes ninguna sombra persiguiendote —me dijo.
—Creo que tu madre apareció en mis sueños —confesé. —Me dijo que finalmente obtendría algo de libertad, un nuevo comienzo… Pero me temo que eso no es verdad y si lo es, es algo inalcanzable.
—¿Por qué?
—Hay algo que muchos no terminan de entender, Adam —le dije. —Yo soy parte de la fuerza natural del mundo, un escudo, un guardián… ¿Quién es el enemigo natural? ¿Quién es mi enemigo natural?
—No hay enemigos.
—¿Eso crees? Yo no estaría tan segura —dije y fijé mi mirada en el gran y antiguo tallo del árbol frente a nosotros. —Espero que así sea, porque de no ser así… Habrías liberado un monstruo en vez de a una chica que deseaba vivir de nuevo.
—No lo entiendo.
—No tienes porque hacerlo, no ahora. Lo único que quiero es intentar ser feliz y lo más normal posible —aunque no pueda serlo por completo. —¿Me ayudarías?
—¿Qué quieres hacer?
—¿Qué hacen los chicos de nuestra edad? —Pregunté y él sonrió con burla. —¿Qué es tan gracioso?
—Nada.
*
Había una fiesta en un pueblo no muy lejos, pero más retirado al bosque y desconocido para mi. Adam, pidió una camioneta prestada y nos llevó al lugar, una casa magistral demasiado grande que muchos suelen llamar mansión. Estaba llena de chico jovenes y alocados que corrían de un lugar a otro, muchos bailaban o al menos eso parecía desde algunos ángulos. Luego, terminé probando de una bebida muy sospechosa que puso en peligro todos mis sentido, no pude más que rechazar probarla de nuevo por el bien de todos. Camine entre la multitud detrás de Adam; pero, era difícil mantener el paso entre tanto alboroto por lo que él retrocedió para tomar mi mano y guiarme. Una sensación extraña me albergo ante su tacto e hizo temblar mi cuerpo por unos segundos, era un extraño cosquilleo que se extendía desde mi mano hasta la punta de mis pies. Sujeté su mano con fuerza con miedo a perder la calidez que había creado en mi y esa sensación humana de sentir algo más allá de lo inexplicable.
Finalmente llegamos a la meta, la cocina del lugar, otro lugar sorprendentemente gigantesco. Lugar donde servían la cerveza y la repartían por todos lados y a quienes llegaran en su búsqueda. Allí también se encontraban los amigos de Adam, quienes me saludaron con entusiasmo y me presentaron a otros chicos.
—Entonces, ¿eres la novia de Adam? —Me preguntó una chica muy alegre de tez morena, de un tono más oscuro que el mio.
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Editado: 06.07.2018