Tenía las manos entrelazadas sobre la mesa. Miraba a todas partes mientras jugaba con mis pulgares intentando analizar mi alrededor.
Estaba sentada en una silla en medio de una habitación oscura, esperando a que alguien entrara por la puerta que había justo al lado de una gran ventana imperfecta. Sea quien sea que estuviese tras ella podía verme, sin embargo yo a ella no.
La luz de una lámpara colocada sobre la mesa, enfocando mi rostro a propósito, cegaba mi visión impidiéndome verle la cara a la persona que, minutos después, entró al mismo espacio que yo para sentarse en una silla frente a mi.
- Buenas tardes, Señorita...¿?
- Clara. Clara Hostman.
- Señorita Hostman. ¿Podría contarnos una vez más cómo sucedieron los hechos?
Eso confirmaba mis sopechas: Había alguien más escuchando nuestra converzación y aquel hombre se dirigía a mi como si fuese una criminal y esto un interrogatorio para sacarme la información necesaria y cerrar de una vez el caso. No, no era buscada por la ley y sí, era un interrogatorio, pero no de ese tipo, o al menos eso pensaba yo.
Quería salir de esto lo más rápido posible, irme a casa, A MI VERDADERA CASA, y tomarme una taza de café en el portón como normalmente hacía antes de que toda esta pesadilla comenzara.
Respiré ondo y luego exalé. - ¿Alguna vez ha visto aquella singular figura de los tres monos: No hablar, no oír y no ver? - Hice una pausa. - Significa: No te metas donde no te llaman.
Aquel hombre permanecía en su lugar, callado, evaluando mis palabras mentalmente.
Mojé mis labios y luego sonreí. - Todo comenzó, un viernes 13...
Editado: 19.04.2021