El fin de semana había pasado súper rápido, pero disfrute cada momento junto a mi padre y Max. Desearía poder tener más fines de semana como estos.
Ayer mi padre había tenido que volver a su ciudad para coordinar todo lo correspondiente con la mudanza, quise acompañarle para ayudarle pero no pude porque tengo clases y me había llegado un correo del instituto en el que solicitaban mi presencia en la oficina del director a primera hora de la mañana. Ese correo me causaba cierto nerviosismo, no había hecho nada malo en el instituto, pero nada bueno sucedía cuando mandaban a llamar a alguien a dirección.
Aceleré mis pasos a través del pasillo que dirigía a la dirección, me había quedado dormida y llegaba un poco tarde. Tal vez por eso me llamaron a dirección, por mis continuos atrasos a las primeras horas de clase, pero eso no influía en mis calificaciones, se podría decir que estaba entre los mejores promedios. Cuando llegué a la oficina del director escuché su voz, al parecer estaba hablando por teléfono. Con nervios di dos ligeros golpes en la puerta.
— Adelante —dijo el director con voz firme y segura.
Cada vez me llenaba más de pánico, tenía terror de lo que pudiera pasar ahí dentro. Tal vez era porque nunca me habían llamado a la dirección y no sabía lo que sucedería, pero todos mis pensamientos iban encaminados a cosas negativas. Tomé una respiración profunda antes de ingresar.
— Buenos días, señor Connor, disculpe la demora.
— Buenos días, Ally —dijo de forma efusiva—, toma asiento.
Por su tono de voz sabía que no me diría nada malo, así que intenté relajarme y con pasos lentos pero seguros me acerqué a la silla que estaba enfrente de su escritorio.
— De seguro te preguntas el por qué solicite tu presencia aquí —comentó en tono formal, así que solo asentí con la cabeza.
— Pues verás, necesito tu ayuda en algo. Hoy se incorporará a tu curso un chico nuevo —aquello llamó mi atención, era difícil entrar a este instituto y más si estábamos a mitad del año escolar.
— ¿Y cómo puedo ayudarle con eso? —pregunté con duda.
— Quiero que le des un recorrido por todo el instituto y lo ayudes si es que se le presenta alguna dificultad con las materias. Pasaremos algunas de las notas que obtuvo en su antiguo instituto, pero su malla curricular no coincide mucho con la nuestra, así que deberá igualarse en ciertas tareas.
Al parecer vio una expresión de indecisión en mi rostro porque enseguida añadió—: Tendrás algunos puntos extras si me ayudas con esto.
— No es necesario eso —respondí con un tono suave—. Con gusto puedo ayudarle.
El director soltó un suspiro de alivio al escuchar mi respuesta, iba a decirme algo cuando golpearon la puerta.
— Adelante —dijo con un tono de voz elevado para que la persona que este afuera escuche—. Debe ser el chico que te mencioné —comentó el señor Connor.
— Buenos días, señor. Disculpe el retraso, pero es que me surgió un inconveniente —dijo en un tono nervioso.
— No se preocupe señor Evans, son cosas que suceden —respondió con cierto pesar, no entendía que sucedía.
— Ally, él es Jake Evans —al escuchar ese nombre una sensación extraña se asentó en mi estómago.
Me di la vuelta para saludar al chico, y al estar frente a él tuve que alzar un poco la cabeza ya que es más alto que yo, al observar su rostro un par de ojos curiosos me recibieron y un brillo que no supe reconocer se instauró en ellos. Vaya suerte que me cargo, de todas las personas en el mundo tenía que ser él.
— Hola —dije sin mucha emoción—. Si gustas podemos empezar con el recorrido.
— Pueden tomarse el resto del día, yo me encargaré de hablar con sus docentes —dijo el señor Connor antes de que Jake y yo abandonemos su oficina.
No me agradaba la idea de tomarme el resto del día, así que haría lo posible para poder ingresar a alguna clase.
— Así que estudias aquí —comentó Jake para romper el silencio.
— ¿Qué te ha hecho pensar eso? —pregunté en un tono sarcástico—. Es obvio que estudio aquí.
Jake solo soltó una pequeña risa y escucharla fue lo mejor que me ha podido pasar en el día. Por Dios, que ando pensando, mi cerebro no funciona a tan tempranas horas, es eso.
— ¿Por dónde quieres empezar el recorrido? —pregunté, intentando sonar amable.
— No lo sé, tú eres la guía aquí —respondió con un ligero encogimiento de hombros.
Okey, esto iba a ser difícil, lo presentía. Al final creo que si me tomaré el día libre.
— ¿Cuál es el área que más te llama la atención? —con lo que responda me haré una idea de lo que le gusta y así podré conocerlo mejor. Eh… digo, podré saber mejor por dónde empezar el recorrido.
— Podemos empezar por el lugar que más te gusta del instituto —respondió con un tono inseguro y un ligero sonrojo en sus mejillas, me pareció algo dulce. Me quedé pensativa por un momento, no podía mostrarle el lugar que más me gusta, creo y siento que eso sería cruzar una barrera muy personal.
Al notar mi silencio rápidamente agregó —: Aunque creo que sería mejor empezar por la cafetería —y sin querer un leve risa escapó de mis labios.
— Como quieras —contesté.
Empezamos a caminar hacia la cafetería en silencio, pero no era un silencio incómodo, se sentía bien y eso me parecía extraño.
— ¿Estás en último año? —preguntó Jake.
— Sí, al igual que tú, seremos compañeros de clase. Por eso me pidieron que te enseñe el instituto y si tienes algún problema con alguna materia puedo ayudarte.
— Muchas gracias, pero no quisiera incomodarte, ni molestarte.
— Tranquilo, no me incomodas. Además, me gusta ayudar.
— Es que yo creí que te caía mal —dijo en un susurro. Iba a aclararle que no me cae mal, que simplemente no soy muy sociable, pero el sonido de mi celular me interrumpió. Nadie solía llamarme en horario de clase, así que debía ser algo urgente.