No me esperes

12

Ally

No tenía ánimos de nada, solo quería llegar a mi cuarto y hacerme bolita. El abrazo de Jake me ayudó a sentirme mejor, fue una sensación extraña, de cierta forma me sentí reconfortada. Toda la felicidad que sentí al saber que Lily y mi papá estaban saliendo juntos se esfumó al verlo, no entendía que hacía en esa clínica.

Iba a abrir la puerta, cuando está fue abierta desde adentro. Max me miraba con preocupación. No dije nada y me lancé a sus brazos, las lágrimas volvieron a aparecer y con más fuerza. Esa clínica había removido varios recuerdos que creí enterrados.

— Todo estará bien, pequeña —susurró—. ¿Quieres contarme lo que sucedió?

Asentí levemente como respuesta.

— En la mañana me llamaron de la clínica “San Patricio”, sabes que detesto ir a ese lugar  —un sollozo escapó de mi garganta—. Dijeron que necesitaban que vaya de emergencia a esa clínica, que alguien había tenido un accidente y nadie respondía, que fui el único contacto de emergencia que lo hizo. Lily estrelló su coche cuando regresaba de ver una de las sucursales, después de un rato llegó papá. Ellos están saliendo juntos.

— ¿Estás triste por eso? Sabes que Lily es una buena mujer y —no terminó de hablar porque di un grito.

— No es por eso. Estaba saliendo cuando lo vi, lo volví a ver —las lágrimas empezaron a caer con más fuerza.

— ¿Estás segura? —su tono denotaba preocupación.

— Sí, era él, dijo que debíamos hablar.

— ¿Cómo te encontró?

— Yo no lo sé —contesté hipando—, ¿crees que debería hablar con él?

— Eso solo lo sabes tú —dijo con una pequeña sonrisa—. La respuesta a eso está aquí —añadió señalando el lugar en el que está el corazón.

— Tengo miedo, me aterra verlo y darme cuenta que no lo he superado, que los sentimientos que creí enterrados salgan a flote.

— No tienes por qué preocuparte, sabes muy bien lo que sientes, es tu miedo el que está hablando por ti ahora —se quedó por un momento pensativo y preguntó—: ¿qué sentiste al verlo después de estos años? ¿Sentiste algo cuando dijo tu nombre?

La respuesta llego inmediatamente a mi mente, ni siquiera tuve que pensarlo. No sentí nada que denotara algún sentimiento positivo hacia él, pero por qué su presencia me afecta tanto.

— Lo único que vino a mi mente fue aquella noche, la última vez que lo vi —dije en un susurro.

— Asocias su presencia con un hecho que te marcó, por eso reaccionaste así.

— Casi pierdo la vida, hubiera sido raro que no me marcara.

Y los recuerdos de ese día empezaron a llenar mi mente.

Esto no podía estarme pasando, froté mis ojos con fuerza y los mantuve cerrados unos segundos antes de volver abrirlos, pero estaba viendo bien, no eran imaginaciones mías. El que creía que era mi novio estaba besando a otra, mantuve la calma y pregunté a la primera persona que se me atravesó:

— ¿Quién es ella?

— Es la novia de Fabricio, llevan 3 años de relación, él siempre la engaña y ella ni se entera.

Era la otra, he sido la otra por un año, ¿cómo es posible que no me haya enterado?, he vivido en una mentira. Bien dicen que el amor te ciega, agradezco no haberme entregado a él, me daba miedo que si lo hacia todo lo que teníamos desapareciera, pero no hizo falta eso. Antes de que pueda irme sin que me vea, alguien señaló en mi dirección y cuando regresó a ver, el pánico inundo su cara. Salí como alma que lleva el diablo, corrí y corrí sin parar pensando que me seguiría, tonta de mí. Pare en medio de la calle para tomar aire, estaba bastante lejos del lugar, las lágrimas habían aparecido sin darme cuenta. Mi móvil no había dejado de vibrar desde que salí de ahí. Era muy tarde como para que algún vehículo transitara por esa calle, así que decidí revisar el móvil, había 43 llamadas pérdidas y 100 mensajes, no quería saber nada de él.

Sumida en mis pensamientos continúe mi camino, el lugar estaba tranquilo, casi no había vehículos así que cruce algunas calles sin mirar. Estuve a punto de cruzar la última calle que me conducía a mi casa, regresé a ver a los lados, pocos metros me separaban de mi casa, había avanzado la mitad de la calle, cuando de repente me encontré tendida en el suelo, me dolía el cuerpo y sentía como si me hubiera caído en un charco, ya que estaba mojada, pero resulta que estaba sobre mi sangre. Al oír el ruido de los neumáticos, mi padrastro salió de casa y me vio, creí que me ayudaría pero no lo hizo, maldito, prefirió entrar de nuevo y hacer como si no hubiera visto nada.

Después de unos minutos apareció una chica, parecía que llevaba prisa pero se detuvo al verme y un grito de horror escapó de su garganta, llamó tan rápido como pudo a una ambulancia y se acercó hacia mí.

— Tranquila, una ambulancia viene en camino, soy Dulce.

Iba a agradecerle por su ayuda e indicarle cual era mi casa para que le avise a mi madre, pero no me dejo hablar.

— No desperdicies tus fuerzas hablando, por favor.

Empezó a oírse la sirena de la ambulancia. Mis ojos querían cerrarse, pero antes de que puedan hacerlo, ella suspiro aliviada y dijo:

— Ya están cerca, aguanta un poco más.

El agotamiento se estaba apoderando de mi cuerpo, creí que moriría, no me encontraba preparada, pero ¿quién lo está?

Lo último que recuerdo son a los paramédicos subiéndome a la camilla y a los vecinos saliendo a ver lo que sucedía.

Ya no lloraba como antes al recordar ese suceso, sin embargo, es como una espinita que tengo calvada en el corazón. Dicen que el tiempo cura todo, solo esperaba que esa frase sea cierta.

Debía hablar con él, es necesario para cerrar ese capítulo de mi vida, pero todavía no me siento preparada para hacerlo, pero si espero que el momento adecuado llegue tal vez nunca lo haga. Debo dejar de huir de mi pasado y hacerle frente.




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