No me esperes

13

Las manos me temblaban ligeramente, no sabía si era por el frío que estaba haciendo o por los nervios, había faltado a clases para venir a este lugar que tantos malos recuerdos me trae. Tú puedes hacerlo Ally, solo golpeas la puerta, esperas a que te abran, aclaras lo que no aclaraste en ese tiempo, cierras ese capítulo de tu vida y listo, te vas.

— Ally —escuché que alguien dijo a mi espalda, me di la vuelta y vi a alguien con los ojos llorosos.

— Fabricio, ¿qué pasó? —pregunté, verlo de esa manera me estrujaba el corazón de cierto modo.

— Yo lo siento, lo siento mucho —dijo entre hipidos y me abrazó fuertemente, dejándome impregnada con un ligero olor a alcohol y cigarrillo. Me incomodaba tenerlo tan cerca.

— ¿Sobre qué?

— Fui un idiota contigo, no merecías nada de lo que te hice, pero no tenía otra opción, todo lo hice por ti.

Sinceramente no entendía nada de lo que estaba sucediendo, ni nada de lo que decía, ¿cómo que no tuvo otra opción?, ¿opción de qué?

— Podrías ser más claro, por favor —dije mientras intentaba sentarlo en la pequeña sala que tenía en su jardín.

— Ese día —calló por un momento, intentando ordenar las ideas en su mente—. Nada de lo que viste ese maldito día significó algo para mí, yo terminé con ella cuando estaba contigo porque con el tiempo te fuiste adentrando en mi corazón.

Entonces si me engañó y fui la otra, una pequeña de mi corazón esperaba que nada de lo que vi ese día fuera cierto, pero acaba de confirmarlo.

— ¿A qué te refieres con que lo hiciste por mí? —después de unos segundos agregué—: No tiene sentido.

— Lo hice por ti porque no quería que sufras al enterarte pero todo salió mal.

— Pensaste en contármelo algún día —pregunté y el silencio reinó en ese momento, supongo que es una respuesta—. Debo irme, fue mala idea venir aquí.

— Un fin de semana —lo miré inquisitivamente y procedió a hablar—, dame solo un fin de semana para demostrarte que a pesar de todo este tiempo nada de lo que siento por ti ha cambiado.

— No puedo —respondí mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos—. Me lastimaste mucho y no creo poder confiar en ti todavía.

— Por favor, muñequita —dijo en un tono suplicante—. Deja que sea yo quien cure todas las heridas que te causé.

— Soy yo quien debe encargarse de curar todas esas heridas —dije en un tono de voz firme—, porque al final del día estaré yo sola, no debo depender de nadie, ni esperar a que alguien repare todo aquello que alguna vez destrozó.

— Por favor, solo un fin de semana.

No le respondí, mejor cambie de tema.

— Al menos sabes lo que pasó después de ese día —pregunté.

— No sé —dijo abatido—, te llamé, te envié mensajes, te busqué por todos lados para intentar explicarte todo y arreglar las cosas. Tú simplemente desapareciste —añadió lo último en un susurro.

— Estuve en el hospital, ese día toda mi vida se derrumbó, no por el hecho de que me hayas roto el corazón. Sino que desde ese día no me llevo muy bien con mi mamá, todo se fue al carajo.

— Se más clara, por favor —pidió, al parecer el leve rastro de alcohol que había en su organismo desapareció.

— Ese día casi muero, en el sentido literal de la palabra —dije y vi como su cuerpo se estremeció—, estaba llegando a mi casa cuando un auto me atropelló. Pasé varios meses en rehabilitación.

Le conté todo lo que pasó ese día y no dijo nada, su mirada estaba perdida, era mucha información para procesar y lo entendía.

— Todo fue mi culpa —dijo abrazándome mientras pequeños sollozos escapaban de su garganta—, sino hubieras visto todo eso no estaríamos así, no hubieras pasado por todo eso.

— Los hubieras no existen —dije mientras le correspondía el abrazo, no me pregunten el por qué lo hice porque ni yo misma lo sé.

 — Hay cosas que no cambian —susurró en mi pelo, al parecer vio que no entendía a qué se refería porque dijo—: Esa frase siempre la has dicho.

No dije nada, simplemente me quedé callada, procesando todo lo que había sucedido.

— Ally —dijo en un susurro y alcé mi cabeza para poder verlo a los ojos—, perdóname.

Y sin previo aviso me besó, pero no sentí aquella sensación que siempre se hacía presente cuando estuvimos juntos. Si tenía alguna duda sobre lo que sentía hacia él, ahora queda aclarada.

— No puedes hacer esto —dije separándome bruscamente.

— Ally, yo te quiero —musitó.

— No, no te engañes. Sabes que lo nuestro ya pasó hace mucho tiempo.

— ¿Entonces por qué viniste aquí? —preguntó con desesperación.

— Vine porque quería aclarar todo lo que pasó en ese tiempo y así poder cerrar este capítulo de mi vida.

— No voy a permitir que hagas eso, haré que vuelvas a confiar en mí y con el tiempo volveremos a estar juntos, todavía no puedes cerrar ese capítulo, solo espérame.

— Yo no puedo esperarte, no puedes pedirme eso porque… —callé abruptamente, no quería lastimarlo.

— Continúa lo que ibas a decir, no importa que tan doloroso sea para mí.

— No puedes pedirme eso porque yo ya no te quiero, no en un sentido romántico —sentí alivio al decirle eso—. Lo mejor es que me vaya.

— Supongo que es un hasta pronto —dijo con una pequeña sonrisa que reflejaba tristeza, pero vi una especie de determinación en sus ojos.

— Hasta pronto —respondí mientras salía de su casa. No puedo decir que es un adiós porque la vida tiene formas muy extrañas de actuar.

Caminé lentamente por la ciudad en la que pasé la mayor parte de mi vida. Hice un largo recorrido hasta llegar a la que alguna vez fue mi casa, iba con una capucha y auriculares para pasar desapercibida, conocía el camino de memoria, así que supe exactamente el momento para detenerme frente a casa, desde la distancia vi a mi madre y su familia, se veían realmente felices, una parte de mi corazón se sintió dolido porque es algo que tal vez nunca tendría con mi madre. Me quedé viendo la ventana por un rato, mientras pequeñas gotas de lluvia empezaron a caer, y no me percaté que mi madre estaba viendo hacia mi dirección, así que cuando escuché que la puerta se abría salí corriendo y a lo lejos pude escuchar como ella me llamaba.




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