No me esperes

15

— ¿En qué piensas? —preguntó Jake frente a mí.

— Ohm, en nada, ¿por qué? — respondí con nerviosismo. No sabía por qué me sentía así y no es algo a lo que esté acostumbrada a sentir con un chico.

— Es solo curiosidad —dijo con una suave sonrisa—, pusiste una expresión muy tierna —agregó en un susurro y con un leve sonrojo en sus mejillas.

— ¡Oye! ¡Qué dices! —solté una risa—. Yo no soy tierna.

— No, no lo eres —bromeó.

— Pues no, yo soy pura maldad.

— Uy sí, eres muuuuuy mala —dijo fingiendo escalofríos mientras intentaba contener la risa.

Por mero impulso me acerqué a él y su risa se detuvo abruptamente.

— ¿Qué… qué haces?
— ¿Yo? Nada —respondí con inocencia.

Quería alejarme de él, pero al parecer mi cuerpo rechazaba esa idea, así que ignoró todas las protestas de mi cerebro.

Que ojos tan bonitos —pensé. Los distintos tonos creaban un contraste perfecto en su rostro. Nunca me había perdido en la mirada de alguien como me sucede con él. Lo que estoy empezando a sentir es algo difícil de explicar y realmente me da un poco de pánico esta sensación.

— Tú también tienes ojos bonitos. Me gustas mucho.

No me había dado cuenta de que pensé en voz alta hasta que las palabras de Jake me sacaron de mis pensamientos y mi corazón se aceleró un poco.

— Eh, eh… Quiero decir que tus ojos me gustan mucho —mi ceño se frunció levemente, tenía ganas de reír al notar su nerviosismo, pero intenté que mi expresión se mantenga neutral—. No digo que tu no me gustas.

— Ya, Jake, tranquilo —dije con una suave sonrisa para que entendiera que todo está bien y tratar que no estuviera nervioso.

Un ligero brillo apareció en sus ojos, pero tan pronto como vino se fue.

Me apresuré a comer la rebanada de pie de manzana que había ordenado, mientras Jake daba ligeros sorbos a una malteada de chocolate.

— Cuéntame algo sobre ti —pedí.

— Uhm, no hay mucho para contar.

— Cuéntame lo que quieras. Yo te escucho.

La sonrisa que puso al oír la última frase fue la más hermosa que he visto. Aún no entiendo por qué estoy pensando esto.

— No sé qué contarte. Pregúntame lo que quieras.

— A ver, déjame pensar —dije recostándome contra el espaldar de la silla.

Hay tantas cosas que quisiera preguntarle, pero no quisiera llegar a tocar un tema con el que se sienta incómodo.

— ¿Cuál es la última canción que escuchaste?

— Iris de Goo Goo Dolls

Oh, por Dios, ¿será este mi ser amado?

— Es mi canción favorita —mencioné.

Si creí que la anterior sonrisa que puso era la más hermosa que he visto, pues estaba muy equivocada. La sonrisa que me brindó ahora me quitó el aliento.

— ¿Te gusta leer?

— No —rayos, era muy bueno para ser verdad.

— No puede ser —dije con un gesto dramático—, acabas de herir mi pobre corazón. ¿Sabes qué? Esto no puede funcionar, terminamos.

— No, Ally, no me hagas esto —respondió siguiéndome el juego. La gente de la cafetería nos regresaba a ver, miraban la escena con curiosidad y un poco de diversión.

— ¿Cómo estaré con alguien que no comprenderá mi pasión por los libros?

— Tienes razón, amiga —gritó alguien—. Déjalo. Los libros no nos abandonaran, los chicos sí.

— No puedes dejarme, estoy embarazado —afirmó con seriedad Jake.

— Oh, no. Cariño, ¿por qué no me lo dijiste antes? —fingí emoción.

— Son tan tiernos —dijo una chica mientras soltaba un suspiro soñador.

Jake y yo nos quedamos viendo por unos segundos. Sin poder evitarlos soltamos varias carcajadas y un par de lágrimas abandonaron mis ojos por tanta risa. Cuando nos calmamos seguimos platicando e intentamos mantener la compostura para no hacer más escenas.

***

 Jake

— Gracias —dijo Ally cuando llegamos a la puerta de su casa, una linda sonrisa y un peculiar brillo en su mirada adornaban su rostro. Era preciosa—. Fue una buena tarde.

— No hay de que —sonreí levemente.

— Debemos repetirlo otro día.

Mi corazón se aceleró al pensar en salir otro día con Ally. Inconscientemente le había confesado que me gusta, pero no creo que ella sienta lo mismo.

— Sí, eso sería genial —dije con emoción contenida—. Creo que debería irme.

— Nos vemos mañana en clase.

Me iba a despedir con un beso en la mejilla, cuando sin querer ella movió el rostro y mis labios aterrizaron en los suyos. Cuando nos separamos en su rostro había una expresión que no sé cómo explicarla. Una sensación de pánico se apoderó de mí, temía haber arruinado este día con ella.

— Yo… —no me dejó terminar de hablar pues sus labios rozaron suavemente los míos. Aunque ni siquiera estoy seguro de lo que iba a decirle.

— Tenía que recuperar el beso que me robaste —dijo con una tierna sonrisa y el ligero brillo que había en su mirada se había intensificado. Sin decir más entró a su casa y una gran sonrisa apareció en mi rostro.

***

Nunca me había emocionado tanto ir a un día de clases. Volvería ver a Ally y había decidido decirle lo que siento. Solo había una cosa que no me esperaba y es que no la vi ese día, ni el resto de la semana. Intenté comunicarme con ella, pero no respondía. No sabía si solo me estaba evitando por lo que sucedió o si le había pasado algo.

El lunes volvió al instituto, llevaba unas ojeras muy pronunciadas y se encontraba un poco pálida. Algunos considerarían que era un desastre, pero para mí no lo era.

— Hola, Ally.

— Hola, Jake —dijo con una pequeña sonrisa—. Discúlpame por no haberte respondido estos días.

— No pasa nada. ¿Todo está bien?

— Sí, todo esta bien.

La respuesta que me dio me quitó un peso de encima que ni siquiera sabía que cargaba. Sin poder evitarlo mis brazos la envolvieron en un tierno abrazo que ella aceptó gustosamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.