No me odies #5

Capítulo 3

Hace siete años atrás.

Pasado

— ¿Dónde está tu hermana Bryanne? No la veo por ninguna parte —comentó su madre interrumpiendo su lectura.

Ignoró la pregunta e intentó leer nuevamente pero lady Rawson no pensaba en lo mismo. Al igual que su hermana, de tal palo, tal astilla, no podía soportar que la ignorase. Cogió el libro ocasionando el ceño fruncido de su hija. 

— ¿Y bien? — Clarette miró a su madre que hizo una mueca a leer el título del libro—.No me lo puedo creer, leyendo sobre la fisiología humana. Hija, no te educamos para que leyeras y te encerrarás en estas cuatro paredes. Tu padre ha sido muy permisivo contigo — negó con la cabeza, no muy conforme —. Así no encontrarás un marido, es más, te mirarán como un bicho raro. Debías aprender de tu hermana e intentar familiarizarte con las artes como tocar el pianoforte. Solo tu hermana lo toca. 

— No, madre. No quiero hacerlo  —le tendió la mano para que le devolviese el libro pero su madre no lo hizo, soltó un suspiró de exasperación  —. A tu pregunta anterior, no sé dónde podrá estar —sí lo sabía pero se lo calló, sabiéndole hiel amarga. 

— Búscala. Últimamente me preocupa que no aparece mucho en la casa. Está siempre ausente - entrecerró la mirada y Clarette se mantuvo impertérrita —¿No sabrás algo? 

—Sé lo mismo que tú, madre — le dijo sin decirle la verdad. Se levantó del sofá ya que su madre le había quitado el libro y no podía proseguir con la lectura.

Así que obedeció y empezó a buscarla.

 ¿Para qué? Para encontrarse con la misma escena de todos los años.

Estaba bastante cansada para tener que ir a verlos. Encima, a buscarlos por petición de su madre. Era como pasar con los pies descalzos sobre rescoldos encendidos. Quemaba y dolía. Pero su madre no sabía que Bryanna seguía viéndose con Caruso a escondidas. Solamente ella sabía el secreto tal como le había prometido a su hermana. La dichosa promesa le ardía en el alma porque quería romperla. ¡Estaba cansada de ir detrás de ella y protegiéndola de sus citas con el joven! 

¿Algún día sería diferente? ¿Era mala hermana por desear algo que no estaba a su alcance? Sí, lo era. 

Caminó con rabia en sus pasos hacia el lugar de siempre. En ese claro donde podía ver a su hermana con él. 

Al menos, estaban vestidos, pensó retorcidamente. Se tragó la bilis y se acercó. Los dos estaban tendidos sobre el manto verde donde su hermana descansaba a lo largo del cuerpo del joven. Caruso viéndola acercarse le pidió con un gesto de su dedo que no hiciera ruido.  Ella asintió y observó como la intentaba despertar. Demasiado íntimo para presenciarlo, se giró y miró el cielo notando un escozor peligroso en sus ojos. Escuchó a su hermana bostezar y preguntar qué pasaba. 

¿Eso, qué pasaba?,  se preguntó a sí misma. 

  —  Tu hermana ha venido a buscarte —  cerró los ojos. Por unos segundos, había deseado estar en el lugar de su hermana. 

— ¡Clarette! Pensaba que estarías en casa —  dijo su hermana casi indignada.

Ella se giró casi enfadada pero viendo que estaba a punto de perder los papeles, dijo con voz afilada, esa que odiaba su hermana. Lo hizo a propósito.

—   Mamá te busca. No pensaba venir sino fuera porque madre está preocupada por tu ausencia. Empieza a pensar que algo ocurre. Es evidente que ese algo sí existe.

Su hermana frunció el ceño y Charles se levantó ayudando a su hermana. La sujetó en contra de ella.

  —  Bryanne, creo que debería ir a hablar con tus padres. Creo que es conveniente que lo haga —  sus palabras extrañaron a la otra gemela que no había perdido el oído. Lo había escuchado perfectamente.

— No, Charles. Por ahora esperaremos y cuando sea el momento indicada, hablarás con padre. Confía en mí.

Clarette sintió una garra introducirse en su pecho.

—  Será lo que tú ordenes —  no la besó porque la otra gemela lo estaba poniendo nervioso. No les quitaba la vista encima —. La semana que viene iré a Londres, mi familia se reunirá para celebrar una fiesta que celebra cada año. Estáis invitadas —  se dirigió hacia Clarette, que se encogió de hombros.

— ¡Sería fantástico! Clarette —  cogió la mano de su hermana y la enganchó a su brazo — y yo estaremos encantadas de ir.

— También, vuestros padres están invitados. Bueno, os veré en Londres — se despidió de ella con un beso en la mejilla. Cuando tocó despedirse de la otra gemela, no supo qué hacer, solo hizo un gesto con la cabeza y se fue.

Clarette quitó la mano del brazo de su hermana.  Se fue caminando hacia la casa pero luego se volvió recordando las palabras del joven hacia su hermana.




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