No me odies #5

Capítulo 30

La marcha de la señorita Rawson no le apaciguó. Ni disminuyó el caos que le había provocado  en él tras su confesión. 

Como un león herido, desatado y enfurecido, volcó su ira en romper los objetos de su dormitorio. Él mismo no se reconocía. Otra persona, más perversa que él, se adueñó de su mente, destrozando cualquier cosa que se encontraba a su paso. No se podía creer de lo engañado que había estado todo ese tiempo. Había creído que Bryanne era la culpable cuando realmente no lo era. La había castigado, creyéndola infiel y desleal con él. 

Todo por culpa de Clarette.

¿Cómo no se había dado cuenta?

Si hubiera confiado en la palabra de su amada antes que ella, ¿se habría casado finalmente? No lo sabía. El hecho de haber actuado bajo engaños, le escocía, y más, cuando la traidora no fue ella, sino su gemela. Se sentía tan estúpido por pensar que Clare era diferente a su hermana cuando era peor que ella. Más dañina. 

Apretó los puños intentando calmarse, pero no lo conseguía cuando las heridas estaban abiertas y sangraban profusamente. ¡Cómo le dolía haber confiado en ella cuando era la responsable de haber sido infeliz durante años! 

¿Y su amigo? 

¿Cómo había sido capaz de montar esa charada de mentiras?

¿Por qué le había mentido?

Eran tantas preguntas que sentía tan confundido. Sin embargo, no era confusión lo que sentía en su pecho. En él había rabia, odio, dolor y un gran vacío en el pecho. Porque, a pesar de que la odiaba con toda su alma, aún la seguía deseando como la ambrosía que los dioses bebían.

Cansado de las emociones que se agitaban en su interior, se vistió y se fue de allí. Era mejor irse a lugar lejos de allí, donde hacía poco había hecho al amor a la traidora que le había destrozado la vida, y roto el primer amor que tuvo. No quería recordarla; quería olvidarla. Esperaba quitársela del pecho de cuajo. 

***

Fue un suplicio llegar a casa y expresar una serenidad que no sentía. Por suerte, su madre no la interceptó por el camino. No estaba en el hogar. Deseaba estar en su habitación sin que nadie la pudiera molestar. Pero, parecía que la suerte no estaba de su parte. Porque, en ese momento, su hermana, Bryanne, había venido a hacerle una visita junto con su sobrina, y estaba en su cuarto aguardando su llegada.

¿No era tarde para hacerle una visita?

  —  Clarette, pensaba que estabas en la casa, igual que madre. Tampoco, padre está.

  — Hola, Bryanne — dijo con voz opaca. 

No le apetecía verla, y más cuando estaba desgarrada por el dolor. 

Su hermana se dio cuenta de que no estaba bien, llamó a una criada para llevar a su hija a la habitación contigua. La cuidaría mientras hablaba con ella. 

 — ¿Hola? Solo me dices un "hola". Hacía días que no sabía nada de ti. Pensé que estarías ajetreada y agobiada. ¿Estás nerviosa por la boda? Oye — malinterpretando su malestar, se acercó —, si ves que no quieres seguir adelante, aún estás a tiempo de cancelar el compromiso. Te lo dije antes, y te lo vuelvo a repetir. 

Clare soltó una risa sarcástica que no fue esperada por su gemela, que la miró como si se hubiera vuelto loca.

— ¿Por qué has venido Bryanne? Mira no necesito consejos de tu parte. Llegas tarde para ejercer de hermana cuando nunca te has preocupado por mí. 

— Obviaré lo que has dicho. Aunque no lo creas, y pienses de que no ejerzo de hermana, quería saber cómo estás y ayudarte con lo que sea.

—  ¿Cómo estoy? Una pregunta muy interesante. Pues bien, te lo diré.  Estoy destrozada. Muy destrozada — contuvo un sollozo apretando los labios —. No sabes cómo es que te destroce el corazón. No una vez, sino varias veces. 

—   ¿De qué hablas? — movió la cabeza sin todavía comprender lo que le quería decir.

Le angustió ver a su hermana así, vulnerable y el alma en carne viva. Nunca la había visto así. 

  —  Hablo de que Charles sigue enamorado de ti. Aunque pasen años y años, tú sigues estando en su corazón. 

Las palabras la impactaron, pero no era por Charles, sino por la sorpresa de que le había soltado el tema tan repentinamente, después de que hubiera pasado mucho tiempo de aquello. Le había dejado fuera de juego. 

  — ¿Cómo sabes que él sigue enamorado de mí? — intentó acercarse a ella, pero no se lo permitió. 

Clare se abrazó a sí misma. Bryanne la miró detenidamente hasta que una bombilla se le encendió en su cabeza. Las piezas del puzzle encajaron. 

—   Lo has estado viendo — la mirada afligida que le envió, le reafirmó lo que había dicho.




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