Nothing is easy [editando]

Capítulo 9

Capítulo 9: Lucas B.

Preparo mi último desayuno paupérrimo, desayuno lo más lento que podía. Subo hasta mi habitación a buscar la laptop, la enciendo y preparo las bases para la historia, comienzo buscando nombres apropiados para los personajes principales, busco material en el internet acerca de lo que se va a basar, pero la lentitud del internet solo me hace desesperar.

El timbre suena y me levanto de inmediato, abro la puerta y me abalanzo sobre la persona que había llegado.

– Deja tus demostraciones de afecto para otro día  – ingresa las maletas y el sonido de sus tacones invade la casa. – ¿Esta porquería es lo mejor que pudieron conseguir?

– Es lo mejor que hubo  – levanto mis hombros.

– Para que me necesitabas en este…  – barre el lugar con la mirada y chasquea los dientes  – En esta pocilga.

– Me siento ofendido  – me quejo. – Quiero que me enseñes a cocinar, ya no lo soporto.

– Para eso tienes el internet  – levanta con sus dedos uno de mis short que estaba en el mueble. – ¿Nadie limpia este lugar?

– Nadie puede entrar a esta casa, no queremos que nadie descubra quién soy.

Su vestimenta lisa sin ni una arruga es lo primero que analizo, sus tacones rojos son los que se llevan la atención de todo y sonrío, no ha cambiado nada.

– Yo ya no estoy encargada de ti  – me mira de pies a cabeza  – ¿Por qué Robert no está contigo?

– Está encargándose del caso.

–  Gente mediocre con puras excusas.

–      ¿Me vas ayudar o no?

–      Alista tus maletas, hoy mismo regresamos  Lima, no puedes estar más tiempo en este lugar.

–      ¡No! – hablo de inmediato.

Se sienta y alza una de sus cejas, cruza sus piernas y no deja de mirarme.

–      No fue una pregunta  – voltea a mirar en la cocina y su expresión es de desaprobación  – No pueden dejar solo a una persona que no sabe cómo vivir, fue una mala idea de tu manager.

–  Sí sé vivir solo, solo necesito que me enseñes.

–  Nos vamos Lucas, no fue una pregunta. Al parecer el manager que te asignó mi hermano no es bueno, así que yo me haré cargo de ti a partir de ahora.

Lorena era una amiga de Robert, hija del mayor inversionista de la agencia y su hermano era el que estaba al frente como el jefe de la empresa. Tenía 30 años y aún no se casaba, era una persona muy recta y se preocupaba en demasía por los que le hacían generar dinero.  A simple vista parecía mucho menor que su edad, sabía cómo engreírse y tenía el dinero para hacerlo, se cuidaba más que mi propia madre.

–  Espera  – levanto mis manos  – Estoy bien aquí, solo necesito aprender lo esencial de supervivencia.

–      ¿Por qué? – no mostraba ni una emoción. No sabía en qué estaba pensando, no podría decirle la verdad  – Quiero la verdad.

–  Porque no quiero depender de nadie, quiero aprovechar este momento para aprender nuevas cosas, pero el internet es muy malo, así que eres la única.

–  What else?

–  No hay nada más – entre cierra sus ojos al escuchar mi respuesta – Vale.

Solo le cuento lo esencial, pero era cierto que quería aprender a cocinar, porque no podía comer frutas, embutidos o sopas semi preparadas. Quería aprender a independizarme porque quería pasar más tiempo en este lugar, había encontrado algo que despertaba mi curiosidad, quizás pueda realizar mi nuevo libro con su ayuda y necesitaba conocerlo bien. No mencioné nombre, ni mucho menos quien era.

Lo primero que hace es arreglar la sala y ponerme a lavar los trastes de la cocina, no era algo difícil, pero no los había labado bien y me los hizo lavar dos veces, agarró la escoba y me la entregó.

–  Ponte a barrer.

–  No sé hacerlo – musité.

– Aprende – se da la vuelta y sube las escaleras.

Intento imitar lo que había visto a los empleados de mi casa, no era tan difícil.

–      ¡Lucas! – subo rápido las escaleras, entro a la habitación y está mirando bajo la cama – ¿Por qué un escritor de renombre, hijo único de una de las familias con mayor influencia económica del país, está viviendo en un cochinero?

–  Puedo explicarlo. – me acerco y le ayudo a levantarse – Lo limpiaré.

–  Si quieres independizarte, comienza por bañarte.

Tapa su nariz con desagrado, levanto mi brazo oliendo mis axilas y solo estaba exagerando.

–      ¿Dónde dormiré?

–  Abajo hay una habitación, está limpia.

– ¿Tú lo has limpiado? – me mira con seriedad y desconfianza.

–  No, pero nadie la ha utilizado –  miento.

Baja las escaleras y camino detrás de ella. Le indico donde se encontraba la habitación.

–  Me da vergüenza decir que eres el mejor de la empresa, estás viviendo como un pobre.

Sonrío intentando entender la dureza de sus palabras, abre la puerta y analiza la habitación.

– Pudo haber sido peor, me la quedo. – voltea a mirarme – Trae mis maletas, hoy no dormirás hasta que esta casa esté completamente limpia, sin ni un rastro de polvo, es tu centro de trabajo y tiene que estar impecable.

– Estás exagerando – intento sonreír.

– Nunca exagero, nadie puede trabajar donde está la suciedad y mucho menos tú.

Le llevo sus maletas hasta su habitación y no sale después de 30 minutos, utiliza un short deportivo con un top. Su cuerpo es la demostración evidente de que se ejercita lo suficiente.

Saca del cuarto de limpieza, todo lo que necesitaré para limpiar, cuando termina inspecciona el lugar donde me había dicho que tenía que barrer y me recrimina que había un montón de polvo. Vuelvo a barrer y solo saco un cantidad mínima de polvo, pero seguía diciendo que había polvo, me quita la escoba y comienza a barrer, sacando polvo en cada rincón y de acumula una pequeña montañita de suciedad.

–  Para que tengas éxito en la limpieza, tienes que barrer en cada rincón porque cuando friegues el piso con el trapeador solo se hará lodo. – me entrega la escoba otra vez – Limpia bien, iré a analizar este pueblo, veremos que de bueno tiene que tanto te quieres quedar.



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En el texto hay: mentiras, embarazo, decepción

Editado: 01.07.2024

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