Nothing is easy [editando]

Capítulo 41 (Parte II)

Hola chicos y chicas. Gracias por llegar hasta este punto de la historia y no saben cuan agradecida estpy de su apoyo y sus comentarios. Es cierto que me he demorado últimamente con subir los capitulos y les pido disculpas, y auqnue no crean, a mí tambien me pone un poquis trite no subir cada semana los caítulos, como antes. Pero aquí un regalo de mí parte por su apoyo.

Clara K.

Dar el primer paso siempre es difícil, más aún cuando las inseguridades y los peores episodios pasan por tu mente, una y otra vez sin dar tregua.

Cada mañana es una nueva oportunidad de mejorar y reimplantar mejor las cosas para no volver a tropezar, pero en sí, nadie nos ha dicho que tener equivocaciones está bien, porque siempre nos señalan, nos juzgan como si nadie se hubiese equivocado antes.

Es cierto que no todas las personas tropezamos con la misma piedra, y aunque me arrepiento de lo que pasó, y si tuviera la oportunidad de regresar el tiempo, creo… no, estoy segura que lo hubiese hecho una y otra vez. Porque mi niña es la única familia que me queda en este mundo. Es la única que estará para mí cuando todo el mundo se venga abajo, será mi ancla para no perder la cordura en tanta crueldad del mundo.

Estar frente al padre de mi hija, con el rostro preocupado, y tan cerca a mí, me doy cuenta que cuidará de ella, tanto como lo haré yo.

-Deberíamos ir al hospital, para que te chequeen.

-No te preocupes – sonrío – Esta semana iré a mi cheque mensual. Recuerda que cumple siete meses.

Él asiente y regresa a su lugar. Lo noto pensativo y comienza a morder la parte interior de su mejilla.

-Estás pensativo.

-Quiero estar involucrado en todo lo que corresponde a mi hija, claro si no te incomoda.

- No, para nada, me alegra saber que no te es indiferente.

- ¿Cómo podría hacerlo? – me mira con intensidad. – Es mi sangre y aunque no estaba en mi planes y fue parte de un desliz, no me excusaré con eso y me haré cargo y la amaré igual. No quiero que minimices mi cariño, mi amor por ella.

-Marcos…

-No, quizás recién sé de su existencia, pero no por ello la amo menos que tú. Ella es una bendición para mí. No sé cómo es ser un buen padre, pero haré hasta lo imposible para ser el mejor para ella. Porque se lo merece.

Caliente, fuego, ardor, es lo que sentía en mi pecho y viajaba por todas mis venas. Porque Marcos sería un buen padre para mi bebé. Esto solo me recordaba al padre que tuve, al hombre de mi vida, el que dio todo su esfuerzo por cuidarme y protegerme.

Porque, aunque todos le dieron la espalda, y nadie le ayudó, él supo como criarme. Amaba a mi padre, y aún lo sigo haciendo. Es el claro ejemplo de lo que merezco en mi vida y más.

Sea de donde sea que me esté mirando, sé que ha de estar feliz, porque no me dejé caer, porque seguí luchando hasta el final y aún lo sigo haciendo contra todo pronóstico. No es la familia que imaginé, pero tampoco es una tortura. Solo es una gran responsabilidad y lo mejor es que mi hija tendrá la bendición de tener a dos hombres que la aman por igual.

Me seco las lágrimas que había derramado por mis mejillas.

-Lo siento – me disculpo. – Son culpa de las hormonas, todo me pone sentimental.

Sonrío y él se carcajea.

-Me lo imagino.

Salimos del restaurante, el chofer que me había asignado Lucas me esperaba y abre la puerta del auto cuando me ve acercarme con Marcos a mi lado.

-¿Estás desocupada? – pregunta inesperadamente.

-Si, no tengo nada planeado. – sonrío.

-¿Podemos ir a comprar algunas cosas para nuestra hija?

Mi corazón da un vuelvo al escucharlo y me quedo en blanco. Asiento.

-Hay una tienda que vi cuando venía hacia acá.

El chofer me mira sin entender lo que estaba pasando y sonrío para mí misma.

-Mi chofer nos puede llevar, ingresa.

Al estar dentro, Marcos le da las indicaciones y llegamos a una tienda grande de maternidad, accesorios, juguetes, ropa, todo era tan adorable.

-Nunca imaginé entrar a este tipo de tiendas – sonríe – Elige lo que quieras.

Comenzamos a caminar uno al lado del otro, pasé mi mano por las cositas tiernas que eran para bebés de diferentes edades y solo podía sentir como mi corazón comenzaba a acelerarse sin el permiso de nadie y el sentimentalismo me invadía. No fui consciente de cuando me separé de Marcos, pero me encontraba en la sesión de recién nacidos, viendo ropita de algodón, cafarenas, calentadores.

-Esta es hermosa. – habló con emoción Marcos, mientras se acercaba a donde yo estaba de pie.

En su mano tenía un conjunto rojo, un vestido pomposo y el accesorio era una vincha roja con una rosa blanca.

-Pero es muy grande para una recién nacida.

-Es para niñas de un año. – comentó la chica que estaba ateniéndonos.

-No importa, podemos esperar a que crezca. – terminó de hablar encogiéndose de hombros.

-Es cierto, los bebés crecen tan rápido que no te das cuenta. – sonrió una vez más la mujer que nos acompañaba.

Era de las que nunca dejaba que la sonrisa se le borrara del rostro, mostrándole al cliente que podía confiar en ella para ayudar en cualquier cosa. Marcos le entregó el conjunto y ella lo metió en la canastita de compras.

-No sé nada de estas cosas, pero ¿podríamos comprar los biberones, las mantitas, y otras cositas para que nazca?

-Es muy apresurado – sonrío para que le quite importancia – Está por cumplir 7 meses, no es algo que debamos preocuparnos aún.

-¿Por qué siento que debería comprar ahora?

-En todo caso, puedes comprarle un biberón y un conjuntito para que le pongan cuando nazca.

-Tienes razón, muy bien pensado Clarita. - Sonrió. - ¿Qué color crees que le iría bien?

-Puede ser un rasadito.

Opinó la mujer que estaba de pie unos paso atrás de mí y Marcos la miró con seriedad.



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En el texto hay: mentiras, embarazo, decepción

Editado: 01.07.2024

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