La habitación tenía todo su aroma floral, sin necesidad de voltear Manuel sabía que encontraría en esa cama a Elo. Profundamente dormida ignorando la batalla que se llevaba a cabo en sus aposentos. Luis rebuscando en los cajones con una sonrisa triunfante de haber marcado su territorio y Manuel queriendo asesinarlo por tener sus cosas ahí y esa cercanía que aun no comprendía.
En completo silencio cada uno se dedicó a realizar actividades, Luis preparando el café y revisando la despensa para ver que tenía para el almuerzo - comida, por que ya darían las doce. Manuel preparándose para bañarse, revisando los anaqueles y con una sonrisa vío que no había nada de él, ningún objeto personal y por el tamaño del departamento no era probable que hubiera otro baño y si fuera así tendría que tener sus cosas para el aseo. Eso se le hacía más sospechoso.
Se había despejado un poco el cielo y los únicos rayos de sol que cruzaban hasta su ventana llegando a sus ojos y despertando de un sueño reparador, refunfuñando se quiso cubrir esa luminosidad con las almohadas y cobijas pero el calor que empezó a sentir y la falta de oxígeno, revivió recuerdos que pensó que no volverían.
Desesperada se deshizo de la obstrucción del aire vital y esa luz que ahora le resultaba maravillosa, quedando boca arriba con los brazos y piernas extendidas, viendo fijamente el techo rememoro ese mal recuerdo que nadie sabía.
Una de las pocas veces que Ernesto la llevaba a una de las reuniones con sus amigos, después de que el escogiera cada uno de los detalles, para que pudiera estar a la altura de donde irían y no lo dejara quedar mal.
Su elección fue un vestido azul que se ajustaba a su silueta, la cual mantenía con rutinas y una alimentación muy estricta. Maquillaje discreto y el recogido que hiciera que luciera su esbelto cuello y sus rasgos que eran muy marcados por su bajo peso.
Todo iba de maravilla, una música espléndida, comida exquisita y el trato que le daba él era de lo mejor, volvía a ser el hombre que conoció y por el cual se enamoró de él. Nunca la dejó sola y jamás quitó su mano de la cintura. Hasta ahora entendió que era una forma de control, que estúpida había sido, todas las señales estaban.
Pero esa euforia que sentía no permitió que analizará qué tipo de evento era, muchos hombres, la bebida corría sin parar y las mujeres eran pocas y la única que estaba vestida para la ocasión era ella.
Pidiendo permiso se dirigió al baño y fue interceptada por uno de los tantos hombres que estaba entonado, arrinconada y asustada deseaba que en cualquier momento apareciera Ernesto, su deseo fue cumplido pero nunca imaginó que todo estaría en su contra. Siendo besada a la fuerza, esa era la verdad pero él pensó que era por gusto y disfrute.
Sin miramientos Ernesto le quitó de encima ese mequetrefe, su porte y su nulo consumo de alcohol le permitía permanecer erguido y con una mirada que no permitía réplicas, despacho sin miramientos. No escucho qué fue lo que le dijo, pero en segundos quedaron completamente solos en ese pasillo mal iluminado.
La desilusión fue tal que cuando esperaba un abrazo y consuelo, lo único que consiguió fue la bofetada más fuerte con el dorso de la mano y que la dejó tumbada en el suelo. Ardiendo increíblemente el rostro y un pequeño sabor a sangre que se estaba haciendo muy conocida y frecuente.
Cuando apenas se estaba estabilizando la visión y disminuia el zumbido de los oídos, la tomó del cuello y obstruyendo la entrada del aire la estampo en la pared. Su respiración la sentía a centímetros y con una voz que no conocía y esa mirada que helo la sangre. Jamás pensó que lo mejor era perder el conocimiento era su única vía para seguir viva.
Tallándose los ojos y golpeándose la cara quiso borrar cada uno de los recuerdos como eliminar la pereza de levantarse. Rebusco en los cajones escuchando el sonido de la cocina, no sabía cómo pagar todo el apoyo que le daba Luis y queria saber que sucedió en la noche. Empezaba a detestar esa situaciones que desconocía partes de su vida.
Tarareando camino por los pasillos para asomarse por la cocina y ver a Luis de espaldas preparando un desayuno cuando se animó ingresa vio su reflejo y era un verdadero espantapájaros. Dando media vuelta optó por arreglarse primero que espantarlo, tenían confianza pero no era tanta para que lo viera en esa facha y empezaba a importarle como la veía.
Tomo su ropa y se encamino para tomar una ducha no tan larga porque veía que ya estaría listo el desayuno y quería cocinar con el. Amaba esos momentos que compartían, esos momentos tan sencillos y sobre todo que no la tratara como una tonta o una ingenua.
Abriendo el baño con una sonrisa en los labios la cual se borró al ver a Manuel con solo una toalla enredada en su cintura. Disculpándose y cerrando la puerta quedando recargada en ella. No sabia que hacia el ahí, en su espacio, en su lugar seguro y principalmente con ellos.
Manuel solo le quedo viendo, recordaba cuando entraba a su recamara para despertarla y siempre estaba igual un verdadero nido de pájaros le decía, pero se veía tan hermosa con una cara somnolienta y ese cabello que le encantaba tocar.