Eloisa se despertó antes de que sonara su alarma, esa emoción de volver a tener un trabajo estable. Le estaba completamente agradecida a Gil, por permitir cooperar en pequeños proyectos pero nada seguro hasta que se concretarán los diferentes contratos.
Desayuno con calma, tomó un baño reconfortante y empezó a arreglarse. Siempre puntal Luis llegó, decidió no subir para no perder tiempo y una vez que la vio se quedó impactado. Su belleza que tenía no podía ocultarla, esa aura de tranquilidad y vulnerabilidad era lo que más le atraía pero sabía que de vulnerable no tenía nada, era una mujer fuerte e inteligente.
Durante el trayecto Luis le dio consejos de como abordar a Sergio. Era una persona grande que amaba lo que había construido de la nada, un hombre orgulloso pero sobre todo dispuesto a ayudar a las personas jóvenes o desempleados que tuvieran deseo de progresar. Con todo eso en mente Eloisa estaba más tranquila y a cada segundo que se acercaban sabía que se quedaría con el trabajo.
Terminada la entrevista estuvo sumamente contenta, el puesto era de ella. Le dio las indicaciones y el reglamento de todo, sabía que era una nueva oportunidad y no la desaprovecharía. Todo ese tiempo que duró la entrevista Luis espero en la calle y su compañía fue sumamente importante.
-El puesto es mío.
-Lo sabía, eres muy buena en lo que haces.
-Esto no hubiera sido posible sin tu ayuda. No se como agradecertelo, ¿tal vez una comida?
-Me encantaría pero ahora tengo otro compromiso, pero queda pendiente. ¿Dónde quieres que te lleve?
-A ningún lado, prefiero caminar y te he quitado mucho de tu tiempo.
Cada uno tomó su camino, Eloisa no cabía de felicidad y ahora no sabía a quién llamaría. Gil estaría de seguro con Claudia y Manuel no se había comunicado. Pero era hora que tuviera el valor y principalmente tenía el pretexto perfecto para eso, la reunión de ex alumnos.
Una llamada sería muy arriesgado y ¿si no contestaba?, mejor mandar un mensaje y si estaba ocupado lo respondería después.
“Hola, espero que estés bien, ya no supe nada de tí. Aclaró que no es reclamó. Pero en fín. Solo te quería comentar que están organizando una reunión con los de la prepa, sería padre si fuéramos juntos. ¿Qué te parece mi idea?”
Leyendo varias veces el mensaje no encontró ningún indicio de control o algo parecido así que respiro y presiono el botón de enviar.
Guardó el teléfono y se dirigió con una de las personas que más quería, su gran amiga Liz. Sabía que a esa hora estaría trabajando y quería darle una gran sorpresa. Se presentó a las puertas de su oficina y fue recibida por su asistente, una chiquilla bastante simpática y que veía a lo lejos en su escritorio a Liz como alguien increíble. Le hizo señas a Eloisa para que pasara.
-¿Qué vientos te han traído por estos lares?
-Buenas noticias, ya tengo trabajo - Eloisa soltó la noticia mientras tomaba asiento enfrente de su escritorio.
-Felicidades esto es para festejar. Noche de chicas.
Eloisa le comentó de cómo consiguió el trabajo y todo lo que sucedió la noche anterior con Claudia. Esa mirada que le dirigía no era de la “feliz cuñada” pero no lo había comentado con nadie por miedo a que pensara que estaba celosa. Pero con ella era diferente, sería un comentario neutro y así fue, que lo más probable los celos vinieran de ella por la relación que tenía con Gil, una hermandad pero sabían que no los relacionaba ningún vínculo sanguíneo y cualquier mujer se sentiría amenazada con eso.
Mientras seguían sacando suposiciones de cuál sería la cuestión de ese ambiente tenso, la despedida tan abrupta de Luis y ese silencio que vino después. Porque para sacar una conclusión tan acertada no había otra que ella. Esa sensibilidad para conocer a las personas era muy acertada. Llegó un mensaje que le sorprendió.
“Si me habían comentado de la reunión y estoy de acuerdo en ir juntos. Nos vemos en la entrada del salón a las 4”
-¿Quién es para que pongas esa cara de boba?
-Manuel, vamos a ir a una reunión de ex alumnos de la prepa.
-Mmmmm, que bien. ¿Cuándo es?
-Dentro de 3 días y no se que me voy poner.
-Eso tiene solución, vamos a mi depa a festejar y vemos que te puede quedar. Porque me imagino que no vas a querer gastar.
-Qué comes, qué adivinas.
Una vez que Liz se desocupo, se dirigieron a su departamento. Comieron tranquilamente poniéndose al corriente de todos los chismes que había. Con pláticas por aquí y por allá, se dirigieron a su gran guardarropa para ver que le podía venir para ese momento.
Vestidos demasiado reveladores, con colores que sabía Eloisa que no podía lucir en su totalidad. Después de unas cuantas horas por fin se decidió por un vestido vino largo, con una abertura hasta la pierna y con los hombros descubiertos, pero no se veían tan reveladores por las mangas en encaje dando ese toque femenido que le gustaba.