Palabras Al Viento

CAPÍTULO 34

Las semanas habían pasado volando transcurriendo así dos meses, todos los días era la misma rutina despertar con un mensaje de los buenos días, a media mañana mandar una canción que cuando la escuchó pensó inmediatamente en ella, podía ser pop, banda, cumbia siempre era un género diferente.
No podían faltar los mensajes durante el día de cómo iba su día o si ya había comido. Por las noches eran lo mejor las videollamadas donde se podían platicar de todo o mientras veían la misma película e iban comentándola. Las consultas de que se pondría al día siguiente o como estuvo su transcurso de viaje.
Esas emociones que iban floreciendo poco a poco, no quería por temor, pero a la vez quería dejarlas crecer sin un límite, libremente. Durante todo ese tiempo no alejaba de su mente el pensamiento de estar con él, no había vuelto a tocar el tema ni había insinuado nada. Las veces que se encontraban en su departamento o en el de él solo eran besos apasionados y un poco más pero cuando estaban a punto de perder el control se separaba, juntaba su frente con la de ella y respiraba profundamente.
Eloísa estaba segura que si hubiera intentado seducirla en esa ocasión no habría puesto resistencia y es lo que más le impresiono, lo deseaba más que nada y era algo que ya tenía pensado. Quería estar con él. Lo que había frenado ese deseo era que no le había comentado nada a Luis y esa mañana por fin pudo. Esa platica fue más tranquila de lo que pensó, solo de recordarlo le hacía sonreír.
-          Al fin te encuentro – Le comento Eloísa a Luis mientras lo veía en el centro de fotocopiado. Esperaba que llegara en algún momento ahí, era el lugar más discreto para poder hablar o intentar hacerlo.
-          Siempre puedes marcar desaparecida.
-          Pero quería invitarte personalmente a comer. Porque quería hablar contigo de algo – Esas simples palabras dejaron a Luis sorprendido y ya sabía cuál sería el tema.
-          Claro nos vemos en el pasillo a las 2 – respondió después de reponerse rápidamente de la impresión.
Llegaron las 2 de la tarde y ya iban caminando hacia la salamandra el restaurante de que todos conocían para poder comer en pareja o compañeros de trabajo. Con un sazón hogareño y un ambiente de tranquilidad que era el más idóneo para tratar ese tema.
-          Y de que querías hablar. ¿Te has sentido mal acaso? – pregunto Luis mientras servía el agua.
-          De hecho, no – Lo pensó un momento Eloísa – Lo que pasa que estoy tratando más a Manuel y queremos ver qué pasa, pero no quería engañarte. Creo que lo nuestro va en la dirección de amigos y quiero ver qué pasa, a donde llegó con él. 
-          Ok – fue lo único que se le vino a la mente, un poco desilusionado y aliviado a la par - ¿Esa es la razón por la cual no has aceptado mis invitaciones?
-          De hecho, siempre que me invitabas ya estaba con él – evito verlo a los ojos, no quería ver el reproche en su mirada ni nada por el estilo. Luis la tomo por la barbilla para conectar la mirada.
-          Me lo hubieras dicho desde el inicio, no pasa nada. Así son las cosas y no puedes mandar a tu corazón. Pero dile que no te haga sufrir, ok.
Esa sensación de tranquilidad y sobre todo de no haber perdido su amistad fue lo que más la reconforto. Ya todas las piezas estaban poniéndose en su lugar. Con Luis era su amigo, compañero y confidente. Con Gilberto después de su boda se alejó un poco. Ese momento en que se lo dijo lo veía muy lejano sobre todo su reacción. Era la noche de recordar y no podía faltar eso.
Al momento que dijo que soltó esa simple frase “Me voy a casar”, el mundo de Eloísa se fue rompiendo, no pudo encontrar las palabras indicadas que expresen lo que se siente en ese instante. “Valor” eso fue lo que faltó para poder decir “Te amo, a lo mejor tu no sientes lo mismo, pero ya no lo podía callar” en segundos se le vinieron todos los escenarios posibles. El primero sería que respondiera “Yo también te amo, no te lo quería decir por qué no te quería perder” o se quedaría estático sin palabras, para que después todo cambie y ni siquiera pueda tener su amistad.  
Mientras le relataba como se lo propuso en un momento solo escuchaba un zumbido y recordaba las palabras de Liz que siempre decía que se arriesgará que más puedes perder. Algo muy preciado, su amistad, que era un consuelo que podía tener en todo momento.  

Cuando dijo el sí en el altar sabía que se había cerrado un círculo, y la mejor forma era decírselo. Una vez terminada la ceremonia y felicitándolo por su enlace lo separo unos pasos de su esposa, que raro suena esa palabra.
-          Te felicito y estoy contenta por ti, se lleva un gran hombre - porque a todos a los que conozco siempre busco un clon tuyo, tiene que tener algo, sea la sonrisa, la estatura, tu mirada, algo no sé si me puedo explicar, pero esto tiene que terminar. Ya no puedo seguir así tú estás iniciando algo en el cual ya no soy participe y yo no podré estar sin ti, pero es algo de lo cual me tendré que acostumbrar.
Se felicitó mentalmente que pudo callar esas palabras ese día no era el momento y eso moría ahí. Él estaba feliz y ella como buena amiga tenía que estarlo y lo más sorprendente que lo estaba. Ya no lo veía como antes sus sentimientos se aclararon y es donde se dio cuenta que solo era una ilusión algo a lo que aferrarse porque no quería arriesgarse, era la respuesta más sencilla a todo lo que pasaba.
Buscar un imposible, buscar ese clon inexistente y sobre todo esas cualidades que una iba engrandeciendo, eso que no sabías que buscabas, pero le querías poner un nombre afueras.
No quería involucrar más de la cuenta a su corazón. No quería que saliera dañado, pero por sus decisiones salió más lastimado que de la cuenta.
Dio un respingo al sentir como la abrazaba por detrás, sintió su pecho duro y cálido era lo que más le gustaba. Sentir esos brazos rodeándola, esa tranquilidad que despertaba, esos silencios cómodos solo viendo la tele o como en ese caso ver los carros pasar o el cielo que mostraba atardeceres de ensueño o noches de luna llena decora con hermosas estrellas.
-          ¿Qué tanto piensas?
-          Nada en específico. Pero para serte sincera pensaba que me gusta estar así contigo.
-          De hecho, lo puedo mejorar
Sin más dilatación la tomo en brazos para llevarla a la habitación. Entre besos llegaron a trompicones a su cuarto, lentamente la fue besando. Sintiendo sus manos cálidas recorrer su cuerpo, sus respiraciones mezclándose. Al verlo a sus ojos, esos ojos tan negros que para muchos eran muy ordinales. Para ella era la mejor visión que podría tener, esa mirada con anhelo, pero sobre todo obscurecidos de deseo que intentaba controlar.  
Poco a poco descendió para empezar una hermosa danza de besos suaves y cargados de sentimiento, delineando con cada beso todo el rostro. Con caricias casi inexistentes delineo cada curva, cada rincón. Llegando a querer más y más, eran sensaciones que jamás había experimentado.
Respirando profundamente, beso su nariz para juntar las frentes y separarse, ese momento que se recostó de lado, Eloísa sintió un frio en todo el cuerpo a pesar de que no la había soltado, la tenía abrazada a su cuerpo, podía sentir su corazón desbocado y su respiración pausada para intentar controlarse.
-          ¿Porqué paraste? – Rompía el silencio Eloísa mientras enfocaba su rostro.  
-          Porque te dije que cuando pasara estarías de acuerdo y no porque estabas embotada en tus sensaciones, sin tener plena conciencia que a pesar de que tu cuerpo dijera si, tus ojos siguen manteniendo unas dudas, que para serte honesto no entiendo cuales son.
-          Ok. – se soltó de su brazo para acomodarse de frente y poder verlo a los ojos – Por el momento no somos nada – con una señal de la mano le pido que callará y que dejara que terminara – y estuve de acuerdo en este tipo de relación de estar tonteando entre nosotros, pero ya estar contigo sería un paso que va a cambiar todo.
-          No te voy a decir que no van a cambiar las cosas, pero creo que somos adultos y tenemos la madurez suficiente para que lo podamos hablar. Y para serte honesto no creo que cambien las cosas somos amigos de otro nivel.
La jalo para pudiera estar otra vez recostada sobre su pecho, mientras acariciaba su espalda lentamente hasta quedar profundamente dormido, mientras seguía pensando los pros y los contras de todo lo que pudiera pasar. Sin sentir en que momento fue cayendo en los brazos de Morfeo. 




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