Parecemos Tontos

Diario de Paul IV: Segundo día de clase

Londres, 2 de Septiembre

Me he quedado sobadísimo esta mañana. Pero sopa. David ha venido a mi cuarto a pegar golpes a la puerta y él ya estaba vestido. Ni siquiera he oído el despertador. ¡Madre mía! Odio Londres. Ese ha sido mi primer pensamiento del día.

Por mi culpa hemos llegado al colegio a las nueve menos cinco. He pedido perdón una vez. Carl no ha dicho nada, pero sé que si vuelve a pasar dirá algo. Ayer durante la cena me preguntó qué tal en el colegio, le conté un poco. Me dijo que pronto me acoplaría, que no me preocupara por eso. En el fondo Carl no es mal tipo, solo que nunca ha sido mi tío favorito, es demasiado serio. Creo que es por eso.

Por parte de mi madre son tres hermanos, Lily (ella), Franny y Pete. Él es el más joven de todos mis tíos, tiene treinta y cuatro tacos, es soltero y le encanta el fútbol. Él me lleva desde de pequeño a ver al Aberdeen, es su vida. Como la mía. Mi madre le adora, pero no le gustan muchas cosas que hace… en fin, casi todo lo que hace. Y por parte de mi padre son cuatro: Dan, Ted, Clark (mi padre) y Sybill. Dan es guay, escocés de pura cepa, pelirrojo y con barba. Su mujer es Rose y sus hijos Dan y Will que son mayores que yo. Ted es al que más me parezco, según dicen, tanto en el físico como en el carácter. Será por eso que solemos discutir a menudo. Su mujer se llama Mafalda y sus hijos Aindreas y Lissa, ella tiene mi edad e íbamos juntos a clase y en la pandilla y eso. Y por último mi tía Sybill, que está medio loca como su marido Sam, son una especie de hippies del Siglo XXI. Estoy seguro de que fuman porros o beben té psicodélico; tienen la edad de Pete y aún no tienen hijos. Me llevo demasiado bien con ella porque no sólo me da todo lo que quiero, convence a mis padres de que me dejen ir a fiestas y a muchos sitios que sin su ayuda no me dejarían, es una tía cojonuda. Todos son escoceses pero la única que vive en Inglaterra es Franny, que conoció a Carl en la universidad y se vino aquí. Supongo que por eso es serio Carl, porque es inglés. Y también creo que es porque es abogado… o a lo mejor es abogado porque es serio, no lo sé.

Bueno, hemos llegado al colegio justos para entrar a clase. Antes de bajarme del coche, Sophia me mostraba una bolsa de chucherías que no recordaba que hubiera comprado y entonces he caído.

—Son de Delia —me ha dicho—. ¿Se las das? Me olvidé ayer.

En realidad no sabía si me apetecía hablar con la chica después de la idiotez que le dije de seductor patético, pero en fin, eran de ella.

 En el pasillo me he hecho un lío, pero me encontré con Dean. Hemos ido juntos a clase, charlando y eso. Se ha sentado en su sitio y yo le he sonreído y me he ido atrás, al mío. Delia aún no había llegado a clase; se me ha ocurrido una gilipollez enorme, no sé ni por qué me he hecho caso a mí mismo. He arrancado un cacho de papel de un cuaderno y he escrito una nota.

Esto es tuyo, tengo una pequeña ladrona en casa que lo siente mucho

y me ha pedido que te lo devuelva. Perdona.

He metido el papel en la bolsa y la he cerrado con un nudo. Antes de que llegara me he levantado y he dejado la bolsa encima de su mesa, o de la mesa donde se sentó el día anterior. Un chico que estaba delante me ha mirado extrañado, no sabía si saludarlo o no, no quería conocer al novio de Delia o algo así, así que ni me he presentado ni le he explicado qué estaba haciendo. Un par de chicas me han mirado fatal cuando me he ido a sentar a mi sitio y cómo no quería empezar con mal pie les he sonreído.

—Hola, buenos días —les he dicho. En seguida han cambiado la cara y se han puesto a sonreírme.

Se han acercado a mi mesa. Sí, una era Emily y la otra Patty. No creo que me olvide ya. Me ha parecido ver a Delia entrar, pero las chicas me hablaban y me preguntaban y que si de dónde era y que si no sé qué. Al final no he visto qué cara había puesto al ver la bolsa de dulces. He intentado mirarla de reojo, pero Emily seguía con sus preguntas. Me gusta su pelo rojo, me gusta bastante. Ha llegado el profesor y las chicas se han sentado en sus sitios aun sonriéndome. Joanne me ha mirado al sentarse en su sitio y me he alegrado tanto de verla que por un momento he pensado que la conocía de siempre.

—Son muy pesadas, ¿eh? —me ha dicho.

—Nada, lo normal —he dicho. Igual he sonado como un cretino con un ego muy por encima de las nubes, pero ella me ha sonreído sin más. Me cae bien.

La primera clase un coñazo, bueno como todas. De vez en cuando se me han ido los ojos hasta la mesa de Delia. No me había caído mal, parecía una de esas chicas normales que no van de divinas por la vida. Así son mis amigas de la pandilla de Escocia. Mily, Mona y Claire son de lo más normal de mi colegio, chicas que juegan al rugby, divertidas y guapas. Sobre todo Claire. Ella es guapísima, listísima, buena tía, divertidísima… Claire. Ella es mi historia de mejores amigos que terminan por besarse, en la que el chico se pilla y ella no. Mi primera rotura de corazón. Pero está superado, porque es perfecta y para mí es necesario tenerla como amiga. La echo de menos y no sé nada de ella desde hace días. En realidad no he hablado nada más que con Thomas, mi mejor amigo. Debería de conectarme esta tarde al Messenger a ver si cazo a alguno en línea y preguntar si están sobreviviendo sin mí.




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