Narra Matthew
Luego del percance en la cafetería, las clases fluyeron con normalidad. Eso sí, Juliette no ha intercambiado siquiera una mirada conmigo, supongo que se molestó.
¡Pues claro que se molestó genio! Ella se estaba cubriendo con la capucha para no causar drama por el tema de sus ojos.
¿Y tú cómo se supone que sabes eso?
Soy tu consciencia, yo lo sé todo
Al llegar el final del día, vi como Juiette se dirigía a su preciosa moto para irse.
- ¡Hermano, despierta! Te llevo llamando media hora- resonó la voz de mi mejor amigo Paul a mis espaldas -¿A quién observas que pareces imbécil?- pregunta con burla, a lo que yo lo fulmino con la mirada y lo saludo como de costumbre. Hablamos por unos minutos, me preguntó si conocía a la nueva porque le parecía que estaba muy buena y se quería acercar a ella, a lo que yo le respondí que no y me fui a casa.
¿Por qué mentirle a tu mejor amigo sobre el conocerla?
Simple, si he intercambiado 10 palabras con ella es mucho y ya con esos micro momentos me odia probablemente.
Ja, ¿probablemente? Eso está casi que firmado en papel
Llegué a casa y saludé a mis padres, Ada y Dieter. Les dije que iría a entrenar un rato en el gimnasio, a lo que me dijeron que tuviera cuidado para luego salir de casa y dirigirme al dichoso sitio.
Al llegar, saludo a la señora que trabaja la mitad de su tiempo tras un escritorio y me dirijo al fondo del sitio, encontrándome con una masa de hombres formando un círculo alrededor del que reconozco como el ring de boxeo. -¿Qué ocurre?- le pregunto a la primera persona con la que me cruzo -Han retado a Chris-
Esperen... ¿Qué? Nadie lo ha hecho jamás, no hace falta ni ver su imponente estatura y forma física para alejarse de una buena vez.
Un par de minutos antes...
Narra Juliette
¡Estoy furiosa! ¿Cómo se atreve ese maldito a retarme en público? Aparte ya todos saben de mis ojos, y todo por culpa suya; si no me hubiera chocado nada de esto habría pasado.
Bueno, te tengo que decir que tú tampoco es que hayas reaccionado muy bien que digamos... mejor me callo
Ignoro a mi queridísima consciencia y me dirijo a paso rápido hacia mi moto para ir al único sitio donde puedo desahogarme sin problema, el gimnasio de Chris.
Al llegar no me molesto ni en saludar a la señora de la entrada, sonaría tan cortante y fría que me terminaría odiando. Me cambio con rapidez y me dirijo a unas sogas para empezar a calentar. Un buen rato después me dirijo al saco -Con mis vendas ya puestas- y empiezo a golpear con tanta fuerza que este se sale de su sitio más de una vez.
Mis nudillos arden pero no me puedo detener, me siento como una máquina dispuesta a matar a quien se me atraviese -Ooye juls no le des tan duro al saco, no te ha hecho nada- paro de golpear para buscar al responsable de la voz y me encuentro con la mirada divertida de Chris, la cual se le borra de golpe al ver mi rostro. -¿Acaso te interesa? Métete tu opinión por donde te quepa- respondo cortante para volver a golpear al saco, pero un brazo me lo impide.
-Pégale a alguien a tu altura... oh espera, no le puedes pegar a una hormiga- dijo burlón mi querido amigo. Sabía sus intenciones, quería que lo retara como en los viejos tiempos para vencerme. Lo que él no sabe es que he mejorado mucho desde que él se fue, así que le seguí el juego.
-¿Quieres que pelee con alguien a mi altura? Está bien, tú y yo en 10 sobre el octágono- dije desafiante, a lo que él me dio una sonrisa triunfante y salió de ahí feliz... si supiera que lo voy a destrozar.
10 minutos después...
Me encuentro más que lista, la adrenalina fluye por mi cuerpo a una velocidad exorbitante. Veo como la gente del gimnasio, en su totalidad hombres hacen un círculo alrededor del ring esperando a quien sería el contrincante del mastodonte ese. Me dirijo tranquila y con una sonrisa adornando mi rostro al ring, subo y me encuentro a Chris con una mirada igual a la mía. En eso todos empiezan a gritar que me baje, que él me hará trizas en menos de 30 segundos; pero cuando hay reto no hay quién me detenga.
-¿Lista?-
-¿Tú que crees?-
Él fue el primero en lanzar un par de golpes e hizo el intento de hacerme una llave en el brazo derecho, a lo que yo con gran agilidad los esquivé y le lancé un cross directo a su abdomen, lo que causó que retrocediera un par de pasos y me mirara con asombro -Se te olvida que soy zurda, cariño- le dije mientras el resto observaban atónitos nuestro 'pequeño combate'. De ahí, pasaron unos minutos donde ambos nos dedicamos a esquivar los golpes del otro; pero hubo un momento donde lo agarré con la guardia baja y lancé un uppercut sin tanta fuerza para herirlo de gravedad pero la suficiente para dejarlo en el piso. -¡Ya mujer, me doy!- dijo alzando la voz, a lo que yo me relajé y acerqué para ayudarlo a levantarse.
Para este querido momento todos gritaban como salvajes y decían lo que a mi parecer eran incoherencias. Bajé del octágono con Chris a mi lado y visualicé a un par de ojos ámbar mirarme con atención.