—¿Nena? ¿Donde te metiste?—Oí la voz de Christopher, rápidamente tapé la caja.
—¿Que tienes ahí?—Me preguntó mirando con duda la caja.
Yo le estaba dando la espalda, así que me volteé y lo miré.
—Na-nada.—Tartamudeé. ¡Rayos! Estaba muy nerviosa.
—Dame eso a ver.—Tomo la caja en sus manos rápidamente. Pero fui mas rápida y se la arranque de las manos.
—Devuélveme mi caja, Christopher.—Demande.
—¿Que pasa, hay algo ahí que no quieres que vea?—Me miró con especulación.
—Simplemente es mío y no tienes porqué estar revisándolo ¿Okey?—Ataque, no quería que lo viera porque temía por él.
—Sabes que? Veo que estás de mal humor Rose, te hablo en la noche.—Me besó cortamente y se fue. Apesar de que no me lo dijo de mala forma, me sentí mal por decirle eso de una forma un poco brusca. Pero era necesario.
Entre a mi casa y lloré. Sabía que había tratado muy mal a Christopher pero tenía miedo por él. Lo que contenía está caja era horrible.
Mi teléfono sonó.
—¿Hola?—Atendí.
—Esto no te lo perdono Rose.—Su voz sonó fría.
Era ese lunático. Tenía miedo.
—¿Q-que harás?—Lloriquie.
—Devolverte el favor, perra asquerosa.—Colgó.
Una vez más miré el contenido de aquella caja y lloré a mares, él le iba hacer algo a Christopher y no sabía cómo impedirlo. Era tan horrible, una cabeza humana siendo devorada por gusanos. Una nota...
"Querida Rose, ¿Ves este chico? Así estará Christopher, decapitado."
Lloré, no quería perderlo. Lo quería tanto. ¿Que debía hacer? No quería meterlo en líos ni mucho menos ponerlo en peligro.
Me adentre a mi cuarto, tome mi teléfono y me dispuse a llamar a Christopher pero no atendía.
¿Donde demonios estaba ahora?
¿Estará bien?